Un alistamiento en medio de la tormenta. Santi Aldama no ha contado con la mayor de las fortunas en sus primeras tres experiencias con la selección española de baloncesto. La eliminación del combinado de Sergio Scariolo del Eurobasket 2025 a manos de Grecia ha supuesto el último traspié de un proyecto que ha agotado sus éxitos tras el oro conquistado en el torneo continental de forma inesperada, aunque merecida, en el año 2022. Desde entonces, el paso atrás a nivel competitivo se ha evidenciado y ha coincidido con la presencia del grancanario en las listas para los campeonatos.

La realidad es que el isleño renunció, precisamente, a ese Eurobasket 2022 con el objetivo de prepararse a conciencia para el siguiente curso con los Memphis Grizzlies. Ese paso al costado le vino genial para crecer en la NBA; Santi siempre ha sido muy metódico a la hora de llevar su carrera y cada una de sus decisiones están meditadas en profundidad, un aspecto clave en su desarrollo, pero en esta ocasión fue a costa de no formar parte del último gran éxito nacional. Había que tomar partido y eligió, con buen criterio vista su evolución en la mejor liga del mundo, trabajar en sí mismo.

De ese modo, su primera gran cita fue el Mundial de Filipinas, Indonesia y Japón en 2023. Aldama llegó como uno de los grandes nombres de la lista, aunque debía adaptarse a las circunstancias y a un grupo de jugadores bastante hecho en muchos sentidos. En el evento mundialista realizó una actuación de menos a más y acabó a gran nivel, sobre todo, en el choque ante Canadá, donde anotó 20 puntos. Pese a ello, los de Scariolo cayeron eliminados en esa segunda ronda tras la derrota ante los canadienses y no alcanzaron los cruces.

Al año siguiente, tocó ir a por más y lo logró. Primero se coronó como MVP del Preolímpico de Valencia en el que la selección logró el billete para los Juegos de París 2024, mientras que en el país francés también dio la cara. Contra Australia sumó 27 puntos y 5 rebotes; ante Grecia acabó con 19 tantos y 12 capturas, pero ante Canadá no estuvo tan certero en el lanzamiento y solo pudo anotar 7 puntos que acompañó con 11 rebotes y 4 asistencias. Sin embargo, España volvió a quedar apeada tras perder con el combinado australiano y, de nuevo, con el canadiense. Otra vez, tuvieron que ver la pelea por las medallas desde la lejanía.

Ahora, en el Eurobasket que recién ha terminado para La Familia, Aldama no podía detenerse. Tras las salidas de Llull y Rudy, el testigo de líder del equipo nacional recayó en las manos del ex de Canterbury, algo que el propio jugador asumió con naturalidad. No obstante, su participación en esta cita no ha sido del todo regular; el interior ha encadenado partidos buenos, como los que disputó ante Bosnia-Herzegovina o Italia, con otras actuaciones no tan brillantes como los días de Georgia, clave, o Grecia. Aun así, la responsabilidad no puede caer solo en el saco del 7 de los Grizzlies, ya que la eliminación española necesita un análisis más profundo y otros compañeros rindieron por debajo del nivel deseado.

Motivos de una maldición

La realidad es que el aterrizaje de Santi Aldama en la selección es comtemporáneo a un cambio concreto de generación. España ha ido perdiendo con el paso de los años a sus grandes figuras, todas ellas, irrepetibles. En ese camino, el relevo inmediato no alcanza, evidentemente, la excelencia de sus predecesores, así como su liderazgo, algo lógico sin llegar a desmerecer a todos los jugadores que acuden en estos momentos a la llamada de la selección, aunque la realidad refleja que igualar lo que conseguido por las grandes leyendas es casi imposible.

Por otra parte, desde que el grancanario comenzó su etapa en la absoluta ha habido un problema en la posición de base, en concreto, y con la figura de ese generador con balón tan importante en el baloncesto moderno. Las renuncias de Ricky Rubio y Lorenzo Brown, aunque éste último se cayó del Eurobasket 2025 por motivos personales y sí que estuvo en los Juegos de París, dejaron huérfana a la Federación Española de Baloncesto de un director de juego de calidad. Nombres como Alberto Díaz, Juan Núñez o más recientemente, Sergio de Larrea, han intentado asumir esa papeleta, aunque por perfil, juventud e inexperiencia no han cumplido al cien por cien con la tarea.

En cuanto al generador, en la plantilla de España para la cita de este verano solo Darío Brizuela podía tomar ese rol. Por otro lado, la baja de Alberto Abalde también hizo bastante daño en la planificación porque el gallego estaba capacitado ejercer también dicha labor. Es más, la ausencia de Llull se ha notado pese a estar ya a punto de cerrar su trayectoria profesional, pero lo cierto es que dio ese plus en la última cita olímpica.

Asimismo, más allá de la ausencia de Abalde o la de Alberto Díaz, hubo otros jugadores que, por un motivo u otro, no pudieron estar en el europeo: Usman Garuba, Hugo González o Álex Abrines, que anunció su retirada hace unas semanas, eran piezas que podían haber elevado el suelo competitivo de un equipo que, pese a competir con todo los días gordos ante Italia y Grecia, no ha podido clasificarse en un grupo de seis selecciones en el que se metían cuatro en las rondas eliminatorias; la derrota ante Georgia en la primera jornada fue criminal.

Y a pesar de todo, con un poco más de acierto en los tiros libres la historia podría haber sido diferente.

Mirar hacia el futuro

Tras este fracaso, la selección debe comenzar a forjar su futuro con el Mundial de Qatar como primera parada. El peaje, entre comillas, pagado en este torneo con Sergio de Larrea y Mario Saint-Supéry va a ser beneficioso; ambos han demostrado que están en el proceso de convertirse en piezas importantes. De hecho, en el partido con Grecia enseñaron una personalidad enorme aún siendo insultantemente jóvenes.

Así pues, también hay que añadir otros jugadores que están llamando a la puerta como Baba Miller, Aday Mara, Isaac Nogués, Jordi Rodríguez, Guillermo del Pino o Izan Almansa. A ellos se podrían unir los de Jan Cerdán y Rafa Corta, otros dos prospects más jóvenes y con más camino todavía por desarrollar, pero que apuntan muy alto. Todos ellos, son proyectos que, con trabajo, oportunidades y suerte, pueden acabar formando parte del próximo gran equipo español.

Junto a ellos estará Aldama, que solo tiene 24 años, que cuenta con las herramientas para asumir el rol de líder y que aprovechará estos tropiezos para volver a la selección más preparado que nunca.

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