En septiembre de 1995, cinco chicos que respondieron a un anuncio en un periódico de Orlando (Florida, EE UU) irrumpían en el panorama musical con un susurro convertido en grito colectivo. El 5 de septiembre de 1995, las radios estadounidenses emitieron por primera vez “We’ve got it goin’ on”, debut oficial de una banda que pronto definiría una época. Tres décadas después, ese single no se recuerda solo como el debut de Backstreet Boys, sino como la puesta de largo de una identidad pop global.

La historia empieza en Orlando, en 1993, cuando Lou Pearlman, empresario local, decidió crear un grupo de jóvenes cantantes y bailarines. A. J. McLean y Howie Dorough se presentaron primero, luego se apuntó Nick Carter —adolescente ya con experiencia en televisión— y, tras la salida del quinto miembro original, Kevin Richardson trajo a su primo Brian Littrell al grupo. En junio de 1995, ya como quinteto, viajaron a Estocolmo (Suecia) para registrar su primer tema en los míticos estudios Cheiron, bajo la guía de Denniz Pop y Max Martin. Grabaron “We’ve got it goin’ on” en apenas dos días, una pieza fresca, pop y R&B, sin pretensiones, pero con el impulso suficiente para encender el fuego juvenil.

La canción se publicó como single el 11 de septiembre de 1995 (en formato CD en Europa). En las listas de Billboard Hot 100, donde alcanzó el puesto 69, y permaneció durante veinte semanas —una resistencia notable para un estreno modestamente posicionado. Pero la chispa estalló en Europa: el tema alcanzó el Top 5 en países como Alemania, Francia, Reino Unido, Austria, Bélgica, Suiza y los Países Bajos, e incluso ocupó el quinto puesto en el Eurochart Hot 100. El videoclip, rodado en Orlando bajo la dirección de Lionel C. Martin, mostraba a los chicos actuando en escenarios urbanos cotidianos: un gimnasio, un parque, un bar de bolos… la sencillez se convirtió en su marca registrada.

LOS40 Classic

¿Qué convirtió ese austero debut en embrión de fenómeno mundial? Primero, la frescura sin artificios de un tema inmediato, pegadizo y lleno de energía adolescente. Segundo, la maquinaria europea, dominada por Max Martin, supo afilar el sonido pop hacia una sensibilidad contagiosa. Y tercero, aunque el impacto estadounidense fue discreto en su inicio, la persistencia del single le otorgó un eco creciente.

El verdadero despegue llegaría al cabo de un año, con “Quit playing games (with my heart)”, lanzado en Estados Unidos en mayo de 1997, que se convertiría en su primer gran éxito en ese país y alcanzará el segundo puesto en el Billboard Hot 100. A su vez, el álbum debut internacional, publicado en mayo de 1996, se confirmó como un éxito rotundo en Europa, con certificados múltiples de platino y oro.

Pero, desde aquella primavera de 1995, el latido ya estaba allí: cinco jóvenes que comenzaron con un estribillo vibrante, cruzaron fronteras primero invisibles y luego colapsadas por la fiebre pop. El single era más que su carta de presentación: era la promesa de que, sin que el gran público fuera consciente aún, ellos ya lo tenían todo… y lo sabían. Tres décadas después, su debut sigue vigente como una chispa original que encendió una llama imparable.