El duelo entre Carlos Alcaraz y Novak Djokovic complació de sobras a los más de 27.000 espectadores que llenaron el Arthur Ashe de Flushing … Meadow. Era una semifinal con pinta de final y lo que tenía que pasar, pasó. Los pronósticos no fallaron. El número dos pudo con el siete. El joven de 22 años demostró que hoy en día es más que el viejo rockero de 38. Alcaraz está camino de su sexto título. Lo disputará mañana ante el ganador del duelo entre Jannik Sinner y Félix Auger-Alaissime, que se jugaba esta pasada madrugada.
La edad pasa factura y Djokovic lo viene notado en los dos últimos años. Los jóvenes de la nueva generación han crecido con fuerza y piden pista para seguir los pasos de esos grandes tenistas que les han precedido. El serbio quería ganar en Estados Unidos. Había declarado que si lo hacía, sería el triunfo más importante de su vida. Por eso luchó como lo hizo en las anteriores rondas. Pero ayer, además de llegar agotado y mermado de fuerzas, se encontró con una pared que solo genera magia, fantasía real e impotencia en el rival. Alcaraz ha crecido mucho. Ha mejorado en el saque y es más veloz que nunca. Tiene confianza tanto cuando sirve como cuando resta o conecta sus paralelos o cruzados. Ayer apenas abusó de las dejadas.
El noveno enfrentamiento con el tenista que más torneos del Grand Slam ha vencido (24) resultó más sencillo de lo esperado para el murciano. Disfrutó de lo lindo cada punto, cada jugada, y volvió a sonreír al final. Solo en el último partido de Wimbledon 2024 había saboreado un triunfo tan cómodo en tres sets.
Fue como bailar una balada. O mejor, aprovechando que en el palco de autoridades se encontraba el actor Rami Malek, el protagonista de la película ‘Bohemians Rhapsody’, Alcaraz se dio el lujo de ofrecer todo un recital no de canto como lo hacía Freddy Mercury, sino de juego impresionante, que levantó al público de sus asientos.
El español siempre condujo el partido. Llevó el ritmo y lució los mejores golpes. Fue contundente. Intenso. Incisivo. Una máquina de producir golpes a cuál más variado, a cuál más certero. Puro puñetazo allá donde Djokovic no podía llegar o era impotente para devolverlos. Sabía que el adversario no quería un partido largo, y él buscaba a veces definir a la primera, pero también cuando quería alargar el punto lo sometía a intercambios con solo una intención: agotar al rival.
«Fue importante ponerse dos sets a cero porque eso te da un margen de confianza. Sabes que si las cosas se ponen malas, todavía puedes recuperar. Y también físicamente te permite confiar en que el rival si quiere ganar va a tener que luchar para llegar al quinto set». Y eso fue lo que pasó. Djokovic se puso 2-0 en el tie-break, pero luego perdió cuatro seguidos y ya no levantó cabeza. Incluso tuvo la necesidad de pedir un masaje. El cuerpo ya pedía ayuda. La tuvo, pero no recuperó terreno.
A Nole le falló el saque
Nole Djokovic, tras perder el primer set, ya sintió que esta vez no tenía la fortaleza de otros tiempos como para extender el partido a cinco sets. Y quiso también ser rápido. Y ahí, en ese apartado, el más veloz es Alcaraz. A Novak le falló el saque. En el anterior partido había convertido 18 aces. Ayer solo alcanzó a conectar 4.
Tampoco Alcaraz le concedió una mínima ventaja. El español sigue siendo el único tenista que no ha perdido un set en este torneo, y eso es una fuente de seguridad y confianza. Esta será la segunda final que Alcaraz dispute en Nueva York después de la de 2022, en la que ganó su primer título grande.
«Djokovic es un jugador irrepetible. Es una leyenda, ha batido todos los récords y eso es digno de admirar. Pero es una persona más digna fuera de las cámaras. Está para ayudar a los jóvenes. Es una muy humilde y una bellísima persona», fueron las palabras de Alcaraz para homenajear a uno de los tenistas más grandes de la historia del tenis. Esta vez despide el año sin título de Grand Slam. El último fue el US Open de 2023. Este año se ha convertido en el primer tenista que disputa las cuatro semifinales de los torneos grandes y no alcanza la final. Quizás ayer jugó su último partido en la pista neoyorquina. Otra generación pide paso. Alcaraz pertenece a ella.