El regreso de Victor Campenaerts al Visma el pasado invierno no ocupa grandes espacios informativos. Es un buen ciclista, con victorias en Tour y Giro, … pero no se esperaba tanto impacto dentro de la estructura. Su anterior etapa concluyó por la puerta de atrás en 2017. En plena crono del Giro, en la que el equipo esperaba que luchara por el triunfo, se abrió el maillot y lució un mensaje escrito en su pecho. Le pedía una cita a una mujer, Carlien. Triatleta como él. Se dejó once minutos en meta con Tom Dumoulin. Sus directores y compañeros lo tomaron de falta de respeto. La UCI multó con poco más de 100 euros su comportamiento. «Daña la imagen del ciclismo».
Más allá de su romanticismo (o fanfarronería), el belga se distingue por su inquietud por la aerodinámica y buscar los límites de todo aquello que pueda suponer un beneficio para el ciclista. El Sky popularizó su nombre: las ganancias marginales. Campenaerts llegó al Visma y, se ha convertido en un gregario capital para Vingegaard, instauró una nueva tendencia, las tiritas nasales. Todo el equipo apareció con ellas en la décima etapa del Tour de Francia, y ya no se las quitaron. De hecho, el ciclista belga no tenía programado acudir a La Vuelta. Pero la baja forma de Attila Valter generó un hueco. «Tienes que venir a La Vuelta conmigo para proporcionar protectores nasales todos los días», le dijo el danés. «Era una broma, claro, pero estoy aquí, ¿no?», dijo el danés en el medio Het Nieuwsblad.
En ese mismo Tour, Enric Mas o Kevin Vauquelin también las llevaron. Guilio Ciccone empezó con ellas a principio de temporada y ahora se ha sumado también Almeida, de los pocos del UAE. ¿Por qué unos sí y no todos? «No se ha demostrado una mejora estadísticamente», afirma el médico deportivo Xabier Leibar. Por eso explica que unos las porten y otros no. «Claro que estos estudios están ligados a procesos de tipo médico, donde para decir que hay un beneficio claro hacen falta resultados más altos que en el deporte de alto rendimiento, donde las diferencias son mínimas», expone el vizcaíno.
Las tiras nasales, un artilugio que se puso de moda en los 90, especialmente entre atletas y futbolistas, que luego llevó Alberto Contador y que habían desaparecido en el ciclismo hasta este año, tienen su papel en la función cardiorrespiratoria. «También se usa otras cosas como el mentol para mejorar la sensación de frescura de la respiración». Su funcionamiento en la nariz es básico, ampliar el espacio de las fosas nasales. Otro médico especializado , Kepa Lizarraga, propone un ejercicio práctico para entenderlo. «Pones el dedo gordo de la mano izquierda dentro del orificio izquierdo, haces pinza con el índice de esa misma mano y lo mismo con la otra. Verás que se respira mucho mejor».
En reposo, cuando se respiran unos de cinco a diez litros por minuto, la mejora es clara. Los ciclistas, sin embargo, las usan para esfuerzos continuados, lo que puede equivaler a ciento y pico litros de aire por minuto, calcula Lizarraga. Un atleta pude alcanzar doscientos a máxima intensidad. «En una prueba de alta intensidad respiras por donde puedes», advierte Leibar, consciente de que la fuerza puede irse por la boca. «Cuanto mayor sea el orificio de entrada, de la nariz, algo ahorrarás. ¿Es tanto? Seguramente no, será un porcentaje mínimo, pero si eso les hace mejorar un 1%, ya vale de algo», defiende Lizarraga. «Si en esos momentos de hiperventilación te obligas a respirar por la nariz, le das a tu cuerpo la señal para que se relaje», aporta Campenaerts.
Lizarraga añade que «un aparato respiratorio sano no suele ser limitante en la capacidad de esfuerzo físico», pero pone otro ejemplo didáctico. «Imagina que tienes un tanque de energía. Si gastas menos para respirar, más tienes para el resto de sistemas». Aunque insiste en que «la ventaja no será elevadísima», tampoco resta a la capacidad del deportista. «Hay veces que en las cosas sencillas hay beneficios importantes. No todo es sofisticado».
¿Y depilarse la nariz?
Leibar, médico de 16 atletas olímpicos, reconoce que a esos niveles las diferencias son exiguas y que cualquier ventaja, aunque sea mínima, puede resultar beneficiosa. Más dudas tiene con la otra técnica de Campenaerts, depilarse la nariz. «La utilidad de esos pelos es que no entre polvo u otras cosas. Sin ellos, un mosquito o un bicho te va directo a la tráquea». Su compañero de profesión tampoco cree que sea ventajoso. Le dan algo más de fundamento a las tiras nasales. Las mismas que se usan para no roncar son ahora indispensables en el look de los candidatos a ganar La Vuelta.
No tanto para su rendimiento. «También hay que pensar en el ciclismo profesional, no solo como un deporte, sino también como un escaparate. Profesionales hay unos cientos, pero ciclistas sin ese otro apellido hay miles y millones. A veces se utilizan estos eventos deportivos también como un escaparate», concluye Lizarraga.