Marc Jacobs vapea de cuando en cuando. Se desplaza con ligereza a través de los vericuetos de su dominio, posando su mirada de águila en todo y todos.
Nada parece escapársele; corrige una puntada en una manga (imperceptible al ojo de cualquier mortal), decide con su equipo la transparencia de los pantis, el calibre de los tejidos, el espesor y negrura de las pestañas postizas. Las pelucas es un tema aparte, ni hablar de los zapatos.
La cámara de Sofia Coppola capta al diseñador estadounidense 12 semanas antes del desfile de la colección prêt-à-porter de primavera de 2024, como parte del documental Marc by Sofia, presentado fuera de concurso en la Mostra de Venecia.
La directora de películas que han marcado la filmografía mundial actual, como Lost in Translation (2003) o Maria Antonieta (2006), y que por primera vez incursiona en el documental, no ocultó las dudas que le asaltaron antes de embarcarse en este proyecto en el encuentro con la prensa internacional en Venecia.
Principalmente, le superaba el peso de una amistad de 30 años con Jacobs, además del amor que le profesa; luego, desde el punto de vista cinematográfico, contaba que no se sentía capaz de hacerlo.
«Era demasiada presión, el resultado tenía que ser bueno», se sinceraba en sus características serenas maneras. Cuenta que sus vacilaciones se disiparon al plantearse que «sería divertido navegar por los recuerdos, hechos y su increíble obra. Al fin y al cabo, yo crecí con todo eso». La escucha de cerca Jacobs, que confiesa que se le hizo fácil darle un sí a Sofia.
El resultado es más que digno, se podría decir que hasta fascinante. Marc by Sofia constituye un retrato de finos trazos, más del proceso creativo que de lo personal del calificado enfant terrible de la moda.
Sofia Coppola y Marc Jacobs durante el rodaje de ‘Marc by Sofia’.
‘Marc by Sofia’
El diseñador sobrepasa los 60 años con pasmosa travesura, ostenta un imperio construido a punta de cincel y osada creatividad, lo que le permite seguir dando guerra en el mundo de la moda, aunque su tono sea ahora más sereno.
Mientras Jacobs y su equipo preparan con esmero esa «obra de teatro de siete minutos», como él califica cada desfile, la directora entreteje las diferentes etapas profesionales y algunas personales del protagonista.
Lo hace recurriendo a anécdotas y comentarios en voz de Marc, como también a un inmenso material de archivo de fotos y vídeos, que incluye desde imágenes privadas hasta el último show de Yves Saint Laurent.
«Marc ama a Saint Laurent», comentaba Coppola en la rueda de prensa. Un amor y respeto que indudablemente serpentean en la creación de Jacobs, tal como queda claro en el documental.
En lo profesional, el diseñador ya apuntaba maneras desde sus años de estudiante en la Escuela de Diseño Parsons. Jovencísimo, con melena de león y nombrado estudiante del año en su promoción.
Con los jerséis creados para su graduación aterrizaría en Perry Ellis (en 1992), empresa para la cual creó la tan polémica colección Grunge. Entre risas le vemos desmentir que por eso lo despidieran, aunque se muestra divertido por el alcance de esa leyenda urbana.
Marc Jacobs en el Festival de Cine de Venecia de 2025.
Aleksander Kalka
El neoyorquino deja claro que su rebeldía no tiene parangón. Para muestra están sus 16 años al frente de la dirección creativa de Louis Vuitton, proporcionándole un revolcón legendario a la marca de lujo francesa, entre otras acciones, al convocar a Takashi Murakami para el make over del logotipo.
«Que no puedes cambiar el logo, vale… Claro que lo voy a cambiar», rememora en el documental.
Los influyentes Anna Wintour o André Leon Talley reconocieron desde temprano el talento de Marc Jacobs.
Sobre su primera portada en Vogue, en los 90, recuerda a la modelo Michaela llevando un vestido blanco y amarillo, y el impacto que el cover tuvo en su carrera. Pero sobre todo rememora entre risas algo insólito.
«La gente me decía ‘ya tienes una portada en Vogue, ¿por qué sigues cogiendo el metro?’ Pensaban que por ese trabajo ya era millonario, cosa que obviamente no era así», concluye. El dinero le llegaría más tarde. ¡Adiós, subterráneo!
Amor compartido
El misterio de la estrecha relación Coppola y Jacobs a lo largo de tres décadas poco tiene que ver con las colaboraciones mutuas en sus respectivos campos de trabajo (ella como imagen de la fragancia Daisy, o con su afamado padre en un comercial de Louis Vuitton; él como proveedor de vestuario en algunos de sus filmes). En Venecia ambos develaban el secreto de la amistad.
Posado de Sofia Coppola y Marc Jacobs en el Festival de Cine de Venecia de 2025
Aleksander Kalka
«Como personas creativas que somos, compartimos un lenguaje, el gusto hacia artistas y cierto tipo de música, como también transitamos la misma vulnerabilidad y emoción. Compartimos el amor hacia el cine, y tenemos muchas referencias cinematográficas en común», afirmaba Sofía.
Precisamente, esa afición de Marc Jacobs hacia el cine se explora e ilustra ampliamente en el documental. Algunos ejemplos que se recogen: Liza Minelli en Cabaret; la Mrs. Robinson de Anne Bancroft en El graduado; All that jazz y el particular el número musical Hey Big Spencer en Sweet Charity (de Bob Fosse) o Las amargas lágrimas de Petra von Kant (de Reiner Werner Fassbinder).
Pero, sobre todo, el símbolo gay por antonomasia, Barbra Streisand, ocupa un lugar entre sus querencias y fuentes de inspiración. También Diana Ross, y absolutamente todo aquello que tiene que ver con Elizabeth Taylor: desde sus inolvidables personajes que Jacobs cita casi uno a uno, hasta su inmensa colección de joyas. De hecho, el diseñador se ha inspirado en ellas para algunas de sus creaciones. «Todos los caminos te llevan a Liz», sentencia en el documental.
«Me encantó incluir varios clips de esas películas que amamos —contaba Sofia Coppola—. Porque nos mantenemos hablando sobre cine y de personajes que nos gustan».
Con el tiempo, Jacobs también se convirtió en una figura de la cultura pop, no solamente en EE.UU, sino también en el mundo. Se mofa de haber sido el diseñador de las famosas que van a juicio: Winona Ryder o Courtney Love. Todas aparecen en Marc by Sofia divinamente vestidas de su firma frente a un juez.
La pública intimidad de Jacobs
Siendo un hombre que ha hablado abiertamente de su adicción al alcohol y a la cocaína, sus procesos de rehabilitación, así como sus cirugías estéticas, puede causar extrañeza que en el documental no se aborden esos temas.
«He elegido hablar abiertamente y ser honesto sobre cosas por las que la gente siente vergüenza generalmente. Me he dado cuenta de que me beneficia más no avergonzarme y ser franco. Sabía que esto no sería una entrevista de Barbara Walters, con momentos en los que te quedas sin palabras y paralizado por revelar detalles controversiales o algo parecido. Como también sabía que a Sofia tampoco le interesaba entrar en ese terreno», asegura.
«Sin embargo, si se hubiera dado el caso, no hubiese tenido ningún problema en abordarlo sinceramente como siempre lo he hecho», zanjaba la cuestión en el encuentro con la prensa.
Sofia Coppola en el Festival de Cine de Venecia de 2025.
Aleksander Kalka
Sin embargo, sobre su infancia y adolescencia da algo más de información: la repentina muerte de su padre (cuándo él tenía seis años) y lo que significó esa ausencia, incluyendo la manera como afectó mentalmente a su madre.
También se refiere a la mala relación con su padrastro, que le llevó a irse a vivir definitivamente con su abuela, en pleno corazón de Manhattan, cuando tenía 13 años. En ella, una representación de la elegancia, como la describe en el documental, se encuentra la primera gran inspiración de Marc Jacobs. «¡Era genial! Fue la persona más importante en mi vida», confiesa.
«Perteneció a una generación que creía firmemente en el cuidado y relevancia de la vestimenta y de las cosas bonitas. Pensaba que era mejor tener pocas cosas, pero de calidad, que muchas de calidad inferior», detallaba.
«Mi abuela inculcó en mí ese respeto, esa actitud de cuidar las pocas cosas que se poseen. Le estoy inmensamente agradecido de que me haya transmitido esa enseñanza, porque son valores en los que creo realmente», finaliza a modo de homenaje.