El Museo de Historia Natural de la SGHN acogerá este domingo, desde las 11.30 horas, una conferencia sobre arte urbano con dos pioneros de la escritura de grafiti en España, Kapi (@ kapi.style) y Pastron —Francisco Reyes Sánchez (@todoempezoen1984)—, puesto que finalmente el tercer “tenor”, Zeta, no ha podido estar en esta decimoséptima edición de Las Meninas de Canido que está dedicada a estos mal llamados “grafiteros”. Ambos pintan en el perímetro del Baluarte, a pocos metros el uno del otro, pero el segundo esgrime enseguida que su compañero es “una leyenda, ha formado parte y ha sido el culpable de los hitos de la historia de la cultura hip hop”. 

Explica que “yo también estaba allí, pero él es una pieza básica, un visionario: ¿el primer tren que se pintó en España? El Kapi. ¿La primera tienda? El Kapi. ¿El grupo más importante de ‘break’? ¿El primer disco de rap? ¿El fanzine? El Kapi”, enumera el culpable de que esta cultura, con una gran historia “underground”, cuente en la actualidad con un marco académico tras protagonizar su tesis doctoral en la Complutense y no pocas publicaciones y artículos, además del programa “Ritmo Urbano” de La 2 y de abordarse en una asignatura específica en la universidad madrileña.

 

 

“En el 84 nos llega esto del ‘breakdance’ a través de películas y del programa ‘Un, dos, tres’ y nos flipamos. Se flipó toda la sociedad española”, recuerda, mencionando un parón posterior y un renacer a comienzos de los noventa, para flojear en el 92 y reflotarse en los 2000: “Fue una locura, por eso nos metimos en esta mierda, porque era lo que había que hacer”, resume.

 

Del purismo a la mezcla

Kapi, huyendo del “peloteo” del que acusa a Pastron, sostiene que “soy uno más entre un puñado de personas que hicieron como yo, que apostaron por agitar culturalmente el lugar donde estábamos cuando éramos adolescentes”. A él le pilló con 13 años la llegada de esta “subcultura” nacida en Nueva York “y la importamos para hacerla nuestra porque encajaba con las ciudades de los 80 en España”.

 

 

Empezó a bailar “break” y después a pintar, “sin darme cuenta de que estaba formando parte de una época pionera”, admite, “construyendo una cultura autónoma”. Ya en los noventa llegó para Kapi “la época adulta” en la que grabó su primer trabajo discográfico y decidió no ir a la universidad para dedicarse al grafiti y a la música. 

“Al llevar 15 años en esto ya nos dimos cuenta de que se había construido una escena con profesionales»

Empezaron a “tener capacidad para organizar eventos” y editó su primera revista. “Estábamos creando una infraestructura que permitía que si alguien quería fundar su sello de discos para grabar a cuatro amigos del barrio ya tenía dónde vender el producto y cómo distribuirlo para que lo escuchase más gente que sus colegas”, rememora. 

“Cuando llevábamos 15 años ya nos dimos cuenta de que se había construido una escena y de que empieza a haber profesionales; ahora, 40 años después, es otra cosa”, admite Kapi, valorando que en los últimos 25 años, el reconocimiento del término ‘arte urbano’ ha propiciado que “estemos todos mezclados: ya da igual si pintas con pincel, si te dedicas al cuadro tradicional o pintas con espray, grafiti, lo que sea. Lo que tenemos en común es compartir, aprender unos de otros, y ahora no da vergüenza mezclar técnicas como sí ocurría en otras épocas”.