El éxito llega en forma de grito: “¡Vamos Cebollaaaaa!”. Y ahí que brincan Marcel Granollers y Horacio Zeballos, coronados por segunda vez en un grande después de una montaña rusa de tenis y sensaciones, resuelta por el español y al argentino a base de aplomo, resistencia y, sobre todo, mucha sangre fría porque el dúo británico ha dispuesto de tres puntos de partido que finalmente se han ido al limbo: 3-6, 7-6 (4) y 7-5, tras en 2h 24m. Repite, pues, la pareja construida a base de convicción y fe. Empezaron en 2019, se llevaron algún que otro sopapo —tres finales perdidas— y, por fin, recogen lo cosechado durante seis años. Bingo a la perseverancia.

Al otro lado de la red, el gesto descompuesto de Neil Skupski revela el desaguisado, porque él y Joe Salisbury lo han tenido a tiro: tres bolas francas para cerrar, pero las tres han ido a la malla. Con todo a favor, al servicio, el primero se ha venido abajo. Su pena es la alegría de los vencedores, quienes, emocionados, sacan lustre a una temporada en la que ya han festejado dos majors; primero fue Roland Garros, final del maleficio, y ahora es Nueva York, marco de un sinuoso recorrido competitivo. Segunda remontada para volver a tocar el cielo. El catalán, de 39 años, vuelve a ser noticia y reivindica una modalidad que hace años perdió el espacio en el escaparate.

“Estas han sido dos de las semanas más duros que he vivido, sin duda”, señala Granollers, partícipe de algunos de los éxitos en la Copa Davis y que terminó encontrando acomodo y un filón en la especialidad, apreciada en otros países pero devaluada en España a partir de los noventa. “Tengo que dar las gracias a los fisios y a los médicos, porque gracias a ellos he podido jugar este torneo”, prolonga el barcelonés, que empezó el año con un contratiempo en el pectoral y después de pasar por Wimbledonvolvió a sufrir una serie de contratiempos físicos que pusieron en duda su participación.

A su lado, el incombustible Zeballos, que a sus 40 años continúa exhibiendo un espíritu competitivo digno de elogio y esencial para sostener este último pulso con los británicos, que hace tres meses ya se inclinaron en la final de París y hace dos en la hierba de Wimbledon. “No sé qué pensar. Fue increíble. Cuando juegas este tipo de partidos, no sabes quién es el ganador y el perdedor, porque todos lo hemos dado todo”, pronuncia el zurdo de Mar del Plata. Equilibrio hasta la recta final, cuando la cadena de errores de Skupski ha terminado resultado determinante; con 5-4 a su favor, hasta cuatro bolas a la red y acto seguido la rotura. A continuación, Zeballos redondea con templanza.

Se trata, pues, del decimocuarto trofeo que obtienen juntos y que significa, además, el trigesimoprimero para el tenista español. Instalados en el segundo peldaño de la lista mundial de dobles, la victoria les otorga de manera automática al acceso a la Copa de Maestros de Turín, en noviembre, e inscribe el nombre de otro representante nacional en el palmarés del torneo tras la huella dejada por Emilio Sánchez Vicario y Sergio Casal en 1988.