El festival de arte urbano vuelve a inundar el barrio alto de vida y color
06 sep 2025 . Actualizado a las 18:35 h.

El primer fin de semana de septiembre siempre es sinónimo de arte urbano en el barrio alto de Ferrol, pero también de hermanamiento y compadreo entre los creadores participantes, la «gran familia» de Las Meninas de Canido. «Si hay algo que hace diferente a este festival es que tiene al frente a un tipo tan entrañable como Edu Hermida, que logra que no solo queramos venir a pintar, sino también y sobre todo a convivir, charlar y compartir con otros compañeros… Pasamos mucho tiempo juntos, algo que no ocurre en otros festivales, y por eso yo digo que esto es como un Gran Hermano de artistas genial», apunta a los pies de su mural Pastron7, uno de los pioneros del grafiti a los que este año rinde homenaje la fiesta de arte callejero canidiense junto a otros precursores como Kapi o Chile, memoria viva de aquella revolución creativa que llegó a España en 1984 de la mano del breakdance.

Sobre una de la paredes de la fachada trasera del edificio que mira al baluarte de Canido —uno de los puntos calientes de esta decimoséptima edición—, Pastron7 ha creado un mural con la grafía típica de su estilo: letras claras y grandes, que se pueden leer bien y que conforman siete palabras relacionadas con la obra cumbre de Velázquez. Luz, sombra, miradas, espejo, composición, perspectiva y perro.

Kapi, pionero del grafiti en España, delante de su mural KIKO DELGADO

Es una obra llena de color, como las del resto de creaciones que están volviendo a llenar de vida y arte la gran pinacoteca al aire libre de Canido. Dado que esta edición está dedicada a los orígenes del grafiti, el barrio ha hecho hueco en esta ocasión a un buen puñado de creaciones que beben de su esencia —palabras y letras—, como la que junto a Pastron7 compone en la zona del baluarte Slow Fire, una joven writter de Canarias, admiradora de la vieja escuela, que firma una obra inspirada en el remix Velaske, Yo Soi Guapa? del 2017.

Pero, ya sea de pequeño o gran formato, los murales figurativos también siguen muy presentes en el festival: desde el mismo baluarte, donde El Rojo, acompañado siempre de su música, da forma a un Velázquez cual peliqueiro del carnaval de Laza, hasta la casa de Los Rombos, donde Ana Corazón retrata a la infanta Margarita, pasando por la avenida do Rei. Allí mismo han desembarcado con sus pinturas Carl Merrill y Grayden Cluff, una pareja procedente de Utah, que han dejando temporalmente EE.UU. huyendo de Donald Trump. «Es un monstruo y se está volviendo muy peligroso para las personas que formamos parte del colectivo trans», comenta Carl en un descanso entre pincelada y pincelada. Política al margen, cuenta que esta es ya su segunda vez en el festival de arte urbano de Ferrol y que en esta ocasión va a dejar como legado una Menina que es mitad mujer, mitad pez, «una especie de sirena».

Este domingo, como el resto de creadores, Carl intentará sacar el máximo jugo posible a la última jornada de esta decimoséptima edición del festival. Y entonces le tocará decir adiós a ese «Gran Hermano de artistas» que nadie se quiere perder. ¿La razón? «Es un sitio especial, aquí me siento siempre como en casa», desvela Carl.


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