LaVuelta 2025 está siendo una odisea para el Burgos Burpellet. El conjunto castellano-leonés, que partió con la ilusión intacta y ocho ciclistas en la línea de salida, encara la última semana con sólo cuatro corredores en liza. Todos, además, arrastran los efectos de un virus que se ha convertido en su rival más duro en esta edición.

“Ya de por sí es complicado estar en buenas condiciones en una carrera de este nivel, porque el ritmo es altísimo”, reconoce el director del equipo Julio Andrés Izquierdo, en conversación con MARCA. “Si encima te encuentras con un virus como el que cogimos al principio, todo se complica. Se han retirado cuatro, y de los que quedan, Sergio Chumil está muy enfermo. Aun así, los chicos tienen muchas ganas, aunque debemos ser cautos y ver cómo evoluciona cada día”.

La dolencia, de carácter gastrointestinal, golpeó a casi todos los corredores. “Los compañeros terminaban las etapas deshidratados, con paradas constantes para ir al baño y absolutamente vacíos de fuerzas”, explica José Luis Faura, uno de los ciclistas supervivientes. “Eso al día siguiente pesa mucho y hace muy difícil poder competir al nivel que exige una gran vuelta”.

Las consecuencias no han sido menores. Algunos corredores, como Mario Aparicio, llegaron a perder hasta tres kilos en pocos días sin apenas margen de recuperación. “Con el gasto calórico que tenemos es casi imposible recuperar ese peso de forma rápida”, añade Faura.

Un equipo en cuadro

De los ocho que tomaron la salida en Burgos, sólo siguen en carrera:

  • Mario Aparicio
  • Sergio Chumil (muy mermado por la enfermedad)
  • José Luis Faura
  • Hugo de la Calle

Mientras que ya abandonaron: 

  • Eric Fagúndez (DNF etapa 8)
  • Carlos García Pierna (DNF etapa 4)
  • Sinuhe Fernández (DNF etapa 12)
  • Daniel Cavia (DNF etapa 7)

Pese al escenario adverso, el Burgos Burpellet no se rinde. Faura, que se dejó ver en la fuga previa al Angliru, lamenta no haber tenido más libertad para luchar por la etapa, pero insiste en que “quedan buenas oportunidades” para mostrarse. “No pudimos disputar, pero sí que podía haber hecho una buena subida y quizá acabar entre los cinco primeros. Eso hubiera sido un premio para todo el equipo”, asegura.

La convivencia diaria tampoco ayuda a frenar la propagación. El equipo ha extremado medidas de higiene, con uso constante de gel hidroalcohólico y precauciones en el contacto, aunque en una gran vuelta, compartiendo hoteles, autobús y bidones, es casi imposible aislar un virus.

A pesar de todo, el discurso es de resistencia. “Estamos intentando darle la vuelta a la situación”, apunta Faura. “Vamos a más y creo que en estas etapas que quedan podemos mostrar el nivel real que tenemos”.

El Burgos Burpellet encara así la semana decisiva de LaVuelta, con la enfermedad como compañera de viaje, pero con la voluntad intacta de pelear hasta Madrid.