En Belmonte (Cuenca), se levanta un castillo junto a cuyas murallas han paseado personajes históricos como Eugenia de Montijo, el tío Camuñas (él, por última vez, ya que lo fusilaron ante el castillo)… Charlton Heston y Sophia Loren. Los dos actores rodaron en el castillo de Belmonte El Cid y, años después, las cámaras de otra producción medieval volvieron a apostarse frente a la fortaleza. Se trataba de Los señores del acero, dirigida por Paul Verhoeven y disponible en el streaming gracias a Prime Video y Filmin.

Los señores del acero fue el título que tuvo en nuestro país Flesh+Blood (Carne+Sangre), enésima colaboración entre Rutger Hauer y Paul Verhoeven. También, la última, en parte debido a que pasaron más tiempo discutiendo que trabajando. Sus choques eran tan habituales que el equipo de rodaje, ya habituado a las disputas, únicamente hizo una petición: si iban a pelearse, al menos que se peleasen en inglés. Ninguno sabía neerlandés y les resultaba difícil elegir bando.

A la crítica le costó algo menos: la representación naturalista de una Edad Media bárbara, sanguinaria y cruel (en oposición al cuento de hadas del cine clásico) fascinó tanto a la prensa que hasta se olvidó que, por fechas, el periodo que describe Los señores del acero es la Edad Moderna. Tampoco le prestaron mucha atención a estos los miembros del equipo de la película, enzarzados en sus propias disputas territoriales: animarse a coproducir un título entre tres países, y que uno de ellos sea España, aseguraba este desenlace.

¿De qué trata ‘Los señores del acero’?

Una banda de mercenarios liderada por el soldado Martin, dedicada al pillaje, planea robar a Arnolfini, su antiguo señor feudal. Martin reúne un ejército con el dinero obtenido del robo de reliquias. Tras secuestrar a la hijastra de Arnolfini, la princesa Agnes, Martin la salva de ser violada, y ella le jura amor eterno.

Los señores del acero se basa en una serie, nunca estrenada, titulada Floris, que supuso el debut de Paul Verhoeven y el de Rutger Hauer en 1969. Los conflictos desarrollados durante la producción de Los señores del acero (que el director describió como la peor experiencia en un rodaje de su vida) provocaron que Verhoeven y Hauer dejasen de hablarse, aunque una década antes de que Hauer muriese, cineasta y actor hicieron las paces para que su amistad no se perdiese como lágrimas en la lluvia.