Si sales a la calle y le preguntas, al azar, a las personas con las que te cruces cuál es su película favorita, no tardarás demasiado en dar con una que responda El Club de la Lucha. Disponible en España gracias a Movistar Plus+ y Disney+, El Club de la Lucha es uno de los títulos de culto principales de los noventa y principios del 2000.

Supo captar como ninguno el desencanto de una generación de jóvenes a los que habían educado en la creencia de que, si jugaban según las normas, el mundo se rendiría a sus pies. La realidad, no obstante, tenía otros planes.El Club de la Lucha partía de la novela homónima de Chuck Palahniuk,  pero era mucho más que una adaptación. Y, desde luego, mucho más que un girito final. Fue una película sobre reglas en la que no había reglas. 

La primera regla es que no hay reglas

David Fincher nunca sintió que debiera guardarse nada. Ni siquiera cuando aterrizó, casi anónimo, en Alien 3. Los productores buscaban a un director que se dejara mandar y tuvieron la mala suerte de dar con David Fincher. Para cuando rodó El Club de la Lucha, Fincher había filmado ya Seven, lo que lo colocaba como una voz autorizada a la que no se podía poner un bozal. Si le producías una película, sabías a lo que te exponías.

Laura Ziskin no era ingenua. La mujer que había producido Pretty Woman y se había hecho de oro con el hombre araña era consciente de lo que significaba darle 65 millones de dólares a David Fincher. Por eso, no intentó marcar líneas rojas en torno al director, salvo en una ocasión: en la escena en la que Marla (Helena Bonham Carter) y Tyler Durden (Brad Pitt) tienen sexo por primera vez. Marla, aún exhausta, le dice: «Quiero tener tu aborto». Laura Ziskin no podía creer lo que oía.

Al propio Brad Pitt le había horrorizado verse vinculado a esa frase, pero terminó aceptándolo. Ziskin se sintió tan incómoda que le pidió a Fincher que la cambiase, a lo que este le respondió que dejase que fuese el público el que lo decidiese. Así, organizaron una sesión privada ante un público de control que, al escuchar la frase, rompió a reír. No obstante, a Ziskin siguió sin convencerle y volvió a rogarle a Fincher que modificase el guion. «¿Puedo poner cualquier cosa?», preguntó Fincher, a lo que Ziskin, perpleja por lo que creía era un victoria ante Fincher, asintió. «Cualquier cosa». 

Fincher garabateó una frase y, al día siguiente, rodaron la escena que terminaría formando parte del metraje definitivo. En esta versión, lo que Marla le dice a Tyler Durden es «no me habían follado así desde la escuela primaria». Seguramente Fincher sonrió cuando Ziskin se plantó ante él pidiéndole que volviese sobre sus pasos y dejase aquello de «Quiero tener tu aborto», y que ahora no sonaba tan mal. Pero Fincher era un hombre de palabra y decidió cumplir con ella: si iban a cancelarlos, mejor hacerlo a lo grande. Como siempre, el lobo de la cancelación no bajó de las montañas.