Borja Cavia

Sábado, 6 de septiembre 2025, 20:28

Curro Díaz y Tristán Barroso han salido a hombros por la puerta grande de la plaza de toros de Ampuero tras cortar dos orejas y cuatro orejas y rabo respectivamente de sus oponentes de Antonio Bañuelos. El rejoneador Sergio Domínguez se fue de vacío por su mala tarde con los aceros.

El encierro enviado por Antonio Bañuelos hasta La Nogalera pecó de desigual, aunque la corrida tenía hechuras y trapío incluso por encima de la plaza del Asón. Una vez fuera de chiqueros los animales de movieron con nobleza y el sexto puso la guinda al serle concedida la vuelta al ruedo.

Con un tercio en los tendidos abrió plaza Sergio Domínguez, que se midió a un toro hondo que manseó de salida y con el que el riojano destacó, sobre todo, en el tercio de banderillas. Su fallo con el rejón de muerte dejó el premio en una vuelta al ruedo. Con el cuarto el de Calahorra repitió éxito en banderillas, aunque una lidia más desordenada y un rejonazo que descordó al burel impidió que la faena tomara vuelo.

El primero de lidia a pie salió con patas al capote de Curro Díaz, que saludó con temple de capa antes de una faena de momentos de toreo caro por ambos pitones. El animal se movió con nobleza y entrega, salvo en el tramo final del muletazo, y el de Linares manejó la tela con cadencia en naturales de bella factura. Un pinchazo y una estocada caída le permitieron pasear una oreja.

En el quinto el veterano diestro tiró de recursos para lidiar un toro con menos recorrido y que tuvo en la nobleza su mayor virtud. Curro se arrimó en el tramo final, agradó con circulares invertidos y tras una gran estocada de aseguró la puerta grande.

Enclasado y repetidor, el tercero de Bañuelos pesó menos que su hermano anterior, lo que le permitió desplazarse con celo tras la tela de Tristán Barroso, que lo supo entender para hilar tandas marcadas por mano baja y la repetición. No falló el madrileño con la espada para cortar dos orejas y asegurarse la puerta grande. Pese a ello Barroso quería redondear su tarde y muleteó con poder al toro que cerraba plaza, bien presentado como sus hermanos y que creció a medida que el diestro dejaba los mejores naturales de la tarde. Tristán conectó con la grada, que solicitó las dos orejas y rabo para el matador, concedidas por la presidencia. Además el toro dio la vuelta al ruedo.

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