Miguel Ángel Palomino y Mario Lázaro comparten aficiones. También trabajo desde febrero. Se conocieron en Oña, su pueblo adoptivo, y la pasión por su oficio les ha unido todavía más. Ambos ejercen como bomberos forestales, en concreto como peón de monte y extinción y conductor de autobomba, respectivamente, y no dudaron ni un segundo en dejarlo todo y colaborar en las labores de extinción de incendios descontrolados en Ávila y León cuando recibieron la primera llamada de auxilio.
El hecho de «no poder contener el avance de las llamas, pese a los intensos esfuerzos realizados en largas jornadas en las que abríamos cortafuegos y líneas de defensa dejaban a muchos equipos exhaustos y en riesgo por la escasez de efectivos», añaden. «Una buena gestión de los montes resulta fundamental para evitar catástrofes como las que han azotado al país en agosto. Hemos comprobado en primera persona que sabe mucho más de montes la gente de los lugares en los que hemos intervenido que la de los despachos», manifiestan con seguridad.
Por otro lado, consideran que «si no se mantiene el operativo y se deja a los profesionales realizar trabajos de prevención lo de este verano no va a ser más que un aperitivo de lo que vendrá», añaden. La «formación continua para todo el operativo es esencial, al igual que disponer de más medios y mejoras porque los fuegos cada vez son más violentos y explosivos», aclaran, a la par que creen necesario un «plan de prevención que no se quede en las oficinas, que se cumpla y que garantice que los trabajadores cuenten con herramientas para poder trabajar». Por contra, en su pueblo y la comarca burebana el verano no ha tenido nada que ver. «Ha sido bastante tranquilo a pesar de las olas de calor y apenas se han registrado salidas para sofocar llamas», aseguran. Las más agresivas se dieron en Oña hace unos días y en Bugedo.
La experiencia les ha marcado y no es para menos. «Fue muy duro. Jamás me había enfrentado a un fuego tan feroz», comenta Palomino aún con la voz temblorosa. Llegó a temer incluso por su vida al «volverse las llamas en contra por el viento en Carucedo» y para soportar las interminables jornadas de faena, de hasta 16 horas seguidas, solo pensaba en su hija. El soriano vivió situaciones similares en Mombeltrán (Ávila), cerca de Las Médulas y la semana pasada en Boca de Huérgano. Los dos han intervenido en cinco incendios durante las últimas semanas y apenas pueden recordar todos los puntos en los que ha actuado junto a su cuadrilla forestal terrestre. En su larga trayectoria como profesionales en la lucha contra los fuegos describen la magnitud de ellos como algo inédito en la región.