Jerónimo García Riaño es autor de otros libros, como Corazón de araña negra y El día de los dos goles. / Archivo particular
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Aunque no ha abandonado nunca al cuento, pues también es un género al que le apuesta como escritor, luego de varios años, Jerónimo García Riaño vuelve a publicar un libro con una serie de relatos que se construyeron con el paso de los años y que, en algunos casos, están conectados por algunos de los personajes. “Es un libro que me tiene muy contento porque me costó trabajo conjugar los cuentos a través de los personajes. Creo que es un trabajo artístico y estético, y es mi apuesta: que cada obra tenga un escenario estético que le dé brillo a lo literario. En Las noches de los forasteros también hubo una apuesta estética; este libro tiene la suya, y seguramente los que vendrán también la tendrán. Esa es mi intención como escritor”, aseguró el escritor nacido en Armenia.
¿Cómo fue la reunión de cuentos para este libro?
Bueno, inicialmente cuando empecé a construir estos cuentos en el 2017 tenía más o menos unos dos, tres cuentos construidos y me di cuenta que era posible conectarlos a través de los personajes, aunque de manera muy casual o azarosa. No lo había pensado, un par de personajes me quedaron flotando en dos cuentos y dije: voy a hacer el libro así. Es decir, no lo había planeado, pero luego decidí que los once cuentos que iban a ser del libro estarían conectados a través de los personajes.Por supuesto, parte de las historias se conectan, pero no son las historias de cada cuento. Cada cuento tiene su propio mundo, si se quiere, pero se conectan en algunos elementos. Fue como una decisión que apareció de manera azarosa en la medida en que iba escribiendo el libro.
Además de aparecer en la portada, en algunos cuentos se menciona el billar. ¿A qué se debe la importancia que tiene este deporte en su literatura?
Sí, esto es un asunto, digamos, es una decisión editorial también. El primer cuento que estaba en el libro inicialmente no era El jugador de billar, era otro cuento. Había pensado una distribución diferente del libro, pero cuando entendí que tal vez el juego del billar, por su propia esencia, forma figuras geométricas dispersas cada vez que se lanzan las bolas, pues dije: ¿por qué no empezar por ahí? Entonces fue como un poco también ese escenario.Lo otro es que el cuento tuvo la fortuna de tener el segundo lugar en el Premio Nacional de Cuentos de la CUA en el 2018 y pues también era importante darle una buena entrada al libro a través de ese cuento. Creo que esos fueron como los criterios iniciales por los cuales empezó el tema del billar y que termina siendo, con el último cuento, el cierre de esa historia en el marco del jugador.
Ahora, debo decirlo, el último cuento no estaba pensado como el cierre del libro; surgió como cierre. El jugador de billar cuando lo escribí tenía su propia vida, nunca lo había pensado conectar con nada, hasta que terminó siendo parte del libro sin querer. Entonces creo que la decisión inicial fue estratégica en el marco de darle fuerza al libro, y lo segundo fue lo estético por el juego de billar.
¿Por qué volvió al cuento después de haber publicado la novela de La noche de los forasteros?
Porque es una apuesta que yo tengo, digamos, de intercalar cuentos y novela. Entonces, un libro de cuentos, una novela. Y dos, porque también es un género que me gusta muchísimo y ya tenía esa colección de cuentos allí organizada y trabajada, conectada, y quería darle luz a ese libro. Pero es como una intención mía: publicar novela-cuento, novela-cuento.
Es interesante la construcción de los personajes hombres. Hay una especie de intimidad y de cercanía que rompe quizá con el estereotipo del hombre que le huye a este tipo de interacciones…
Hay un actor de televisión que ha sido olvidado, que es el anciano que cumple 80 años en el cuento. Y está el otro hombre que se acerca, Henry, que también aparece en otro cuento, y es un poco menor, tendrá unos 40, 45 años, pero sintió siempre atracción por este actor.Y el actor sabe que ya no tiene salida de nada, y al saber que no tiene salida, acepta la invitación de este otro hombre a compartir con él. Creo que es eso: no tener escape, y además ser una persona que necesita amor y refugio porque ya no lo tiene, lo perdió hace mucho tiempo.
Encuentra en este hombre amor y refugio en ese instante de la vida. Creo que es eso lo que ocurre y tienes razón: hay varios personajes masculinos que atraviesan esa posibilidad de sentirse amados, protegidos, cuidados, porque de alguna manera también lo somos en la vida real.
Creo que culturalmente nos han marcado con la idea de que no necesitamos protección, de que somos nosotros quienes debemos proveer ese tipo de sensaciones. Pero no, los hombres necesitamos cuidados, amor y protección. Entonces creo que fue un reflejo también, tal vez sin querer, de lo que yo he vivido y lo que siento y pienso alrededor de eso.
Quizá ese destino del personaje actor es un poco similar al del payaso. Son personajes que se encuentran con una sensación de olvido, de melancolía, de derrota.
Parte de esas situaciones es que son dos personajes cuya vida los ha llevado a un ocaso bastante triste. No puede ser coincidencial, pero también está la forma en que tratan de reivindicarse, de encontrar una nueva luz. Uno es el actor, que está otra vez ahí tratando de recordarse a través de este chico que lo recuerda. Es como: a través del olvido de alguien, aparece alguien que te dice “yo te recuerdo”. Eso le da una luz a este personaje.Por el otro lado está el payaso, que antes era mago y terminó siendo payaso, tratando de buscar también parte de su reivindicación y de salvación. Yo creo que es la vida cotidiana, Andrés, porque estas personas que han sido olvidadas enfrentan un remate difícil de la vida. Sobre todo, uno de los dos, el payaso, que está enfermo de cirrosis y ya no tiene forma de salir de ahí. Entonces son escenarios de remate, y creo que busco en la historia reivindicarlos un poco, rescatar a esos personajes que terminan siendo olvidados.
También hay una exploración de la figura paterna…
Bueno, inicialmente debo decir que yo me crie con mi padre. Desde muy niño mi madre falleció, así que mi formación es más del lado paterno, si se quiere. Pero también era un hombre muy sencillo y dulce que me enseñó todo esto que hemos hablado: el amor, la protección y demás.
Mira, algo muy particular es que estos dos personajes son opuestos. El primero es un sicario: puede que sea un mal esposo, pero es un buen papá. Y esa es una frase muy común en la sociedad: las mujeres dicen “mi marido es un mal marido, pero qué buen papá es”. Quise reflejarlo en la historia: la relación entre el sicario y Laura es buena, y eso se ve también en el último cuento.
Por el otro lado está la figura paterna machista, que no admite haber tenido una hija porque esperaba un hijo, y en ese sentido su frustración recae sobre el personaje femenino. Son dos posiciones paternales diametralmente opuestas, dos formas de encontrarse con sus hijos. Creo que esa entrada intuitiva del asunto de los padres tiene que ver con mi propia formación, por haber crecido con mi padre.
También me llamó la atención la relación que tiene el payaso con Lady Lolita. Como es un ser olvidado, su único refugio es ella.
Sí, pero su relación no es sexual, no busca eso con ella. Lo que busca es alguien con quien conversar. Y mira que es algo muy curioso, porque hace años veía que mucha gente hablaba por teléfono con chicas, pero no buscaban nada más. Solo querían compañía. Creo que quería reflejar eso allí, solo que en este caso mediado por la tecnología: esta chica webcamer le cobraba por el servicio, pero su servicio era realmente ser dama de compañía, acompañarlo en la soledad. Creo que eso fue lo que quise mostrar. Y ocurre mucho en la vida real.
Y a propósito, hablemos de esa soledad que parece estar en la atmósfera de los personajes.
Sí, y también tiene que ver con que yo amo la soledad. Ese amor se refleja en los personajes: el payaso, el sicario, el anciano, el mismo Mario, que es el ángel que cae… son personajes solitarios. Creo que es una proyección de esa sensación de soledad que yo siempre he vivido. En mi caso la disfruto, pero a ellos les cuesta, por la edad, por sus estilos de vida, por sus circunstancias.A algunos les cuesta, a otros no, pero sí creo que es un asunto que atraviesa el libro: no solamente el engaño, sino también la soledad como parte de la vida de los personajes.
Y ya que lo menciona, ¿por qué Geometría del engaño? ¿Por qué ese concepto es tan importante en las historias?
Porque, sin proponérmelo, empecé a buscar un hilo conductor en las historias. No solo que los personajes estuvieran conectados, sino también que la trama tuviera un hilo conductor. Y me di cuenta de que el engaño, en sus matices, estaba presente. No solo el engaño que busca aprovecharse o hacer daño, sino también el engaño que mimetiza, que cuida al otro. Así como los animales engañan a sus depredadores para no ser depredados. Vi que había ese matiz del engaño y, aunque no ocurre en todos los cuentos, sí ocurre en la mayoría.Decidí que esa sería la línea que atravesaría la historia. El nombre del libro surgió espontáneamente, y luego busqué ese hilo conductor. No pensé primero en el engaño, fue el engaño el que apareció como producto de esas historias.
Quiero cerrar con el cuento que le dedicas a su abuela.
A ver, mi abuela sufrió una isquemia cerebral, y eso hizo que con el tiempo empezara a perder la memoria temporal y se quedara solo con la memoria antigua. Además, tuvo otras alteraciones. Una de esas era que decía que veía duendes. Cuando yo la acompañaba en el balcón de la casa, en Armenia, frente a un parquecito, ella me decía: “Mira, ¿sí viste el duende que pasó por ahí?”. Por supuesto yo no veía nada, pero ella veía duendes saltando de árbol en árbol. Esa idea me quedó sonando. Ella falleció hace unos 14 años, pero guardé esa imagen. El cuento tenía dos posibles voces: la de ella o la de los duendes que la veían crecer. Finalmente decidí narrarlo desde ella, desde Mariela, y contarlo así. Por eso la dedicatoria: ella fue quien me contó el cuento, la historia de ver personajes que otros no veían.
Y de ahí entonces la importancia de los abuelos también en su narrativa…
Sí, como te contaba, me crie con mi familia paterna y fue mi abuela paterna la que asumió el rol de madre. Con lo que podía, claro, no podía ser mi mamá completamente, pero sí asumió ese rol. Estuve con ella en mi infancia, adolescencia, hasta su fallecimiento. Fue muy importante para mí. Yo siempre decía “mi madre”, refiriéndome a ella. Mi mamá abuela, si se quiere. Ella me dio lo básico y mi padre lo fundamental. Ambas cosas fueron importantes, pero fueron un complemento. Entonces mi abuela tiene un hito importante en la historia de mi vida, y ese cuento apareció como una forma de recompensarle todo lo que hizo.
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