Monforte de Lemos es la capital de la Ribeira Sacra, allá donde el río Sil queda encajado entre escarpadas orillas, monasterios y viñas. Una profunda … garganta en la que el agua, con mayor o menor caudal, presionada por las rocas, logra siempre seguir su curso. Otra fuerza de la naturaleza, Mads Pedersen, debió sentirse así en la fuga de camino a la localidad gallega. Casi 50 ciclistas con la ambición de lograr la victoria y todos con la misma directriz: evitar llegar a la meta junto al danés. El temor era justificado. Llevaba ya 13 victorias en lo que va de año, de todo tipo y condición. Y dos declaraciones de intenciones. «Es una etapa que queremos ganar», expresó ayer. «El segundo es el primero de los perdedores», dijo tras la tercera jornada.
La lucha por la victoria era una cosa olvidada ya por los favoritos de la general desde ayer. Todos pensando en la jornada de descanso del lunes y las cuatro etapas decisivas que librarán en la tercera semana. Era un día para el resto, una donación para los que más sufrieron en las rampas del Angliru. A todos ellos, el ciclista del Lidl-Trek les impartió un clínic intensivo sobre cómo gestionar una prueba ciclista en la que todos miran al mismo. Al más fuerte. Porque además de saber correr, hacen falta buenas piernas para ejecutarlo.
La salida desde Vegadeo, Asturias, invitaba al ímpetu. Los ciclistas se afanaban con el rodillo porque poco después del banderazo de salida se entraba en Galicia, que es de todo menos llana. Los primeros 80 kilómetros eran todo subir y bajar, y luego ya sí, mucho más cómodos, los otros 70. A balón parado, ascendía el largo puerto de A Garganta, que dictaminó quien sí y quién no iba a entrar en la fuga. Dejó pasar a escaladores como Bernal, contrarrelojistas como Kung, y todoterrenos como Schachmann y Kwiatkowski. Por contra, sprinters como Coquard o Philipsen, el más veloz, no pudieron con sus rampas.
Pedersen eliminaba a su mayor rival, pero le salieron otros. Primero, la alianza Vervaeke (Soudal) y Jay Vine. En otra etapa en la que no volvió a pasar nada entre los favoritos, con Vingegaard mandando besos a cámara y Almeida a 48 segundos del liderato, el UAE volvió a dar libertad al ciclista australiano. Todoterreno. Propenso siempre a fugarse porque se en las carreras virtuales de Zwift y se siente inseguro cuando rueda en pelotón. A lo que sí tiene cogido el truco es a subir puertos. Afianzó su maillot de la montaña al pasar primero por los dos ascensiones puntuables. Otro botín en el zurrón emiratí, a la caza de su octava etapa en la ronda mientras Del Toro lograba en Italia la 81ª de la temporada.
La dupla no era desconocida. Vervaeke lleva ya cuatro escapadas y el año que viene apunta a correr en el UAE. Estuvieron fugados alrededor de 150 kilómetros, con hasta casi 3 minutos de ventaja, hasta que el yugo del Lidl-Trek de Pedersen, bien acompañado por cuatro gregarios, incluido Ciccone, les dio caza. Aún así, a Vine le quedaron fuerzas para pegar otro arreón, este ya sofocado por Pedersen.
La fuga quedó muy reducida en la subida al alto de Oural, no puntuable. Ahí el danés se quedó rodeado de ciclistas de otra talla. Sheffield, Bernal, Buitrago, Dunbar y Frigo, todos ellos escaladores, delgados, con menos fuerza en el llano. Ahí debía estar Javi Romo, mermado por la caída que provocó un manifestante propalestino. En su lugar, el Movistar colodó a Aular, su hombre rápido, que se relamía a rueda de Pedersen mientras este sofocaba todos los arreones. Criado al sol de Nirgua, cerca de la venezuela bañada por el Caribe, se fogueó en el modesto Cartucho de Rodríguez Magro, gregario de Perico en el Reynolds, pasó por Bélgica, regresó a Madrid como trabajador de una cadena de pedidos y finalmente emigró a Japón, donde despegó su carrera.
A Pedersen no parecía preocuparle mucho Aular porque era al único que le podía interesar esprintar con él. El resto, le podían atacar todos. Vine, Dunbar, Bernal… hasta que él mismo cambió el ritmo a falta de dos de meta. Pero no pudo hacer hueco y todo quedó por decidirse al sprint. «Cuando Frigo ha saltado a 700 o 800 metros, ha sido perfecto, como si fuera un lanzamiento». Fue su referencia. Se fue acercando poco a poco. Como un depredador a su presa. «Después de la curva a 220 metros, era mi momento para lanzar el sprint».
De Aular dicen que es de los ciclistas que, al contrario que Vine, mejor se mueve en el pelotón. Tiene destreza. Había perdido la rueda de Pedersen, adelantado por Sheffield, hasta esa última curva a derechas. El venezolano hizo gala de su habilidad y se le coló por dentro al británico, que, asustado, clava freno, se le va la rueda delantera y se cae al suelo. Un rival menos.
Pedersen lo oyó ya a lo lejos. Lanzado a por otra victoria más. 14 este año, 60 en su carrera. Con las mejores piernas pese a regalar exhibiciones en fugas en busca de lograr el maillot verde de la regularidad. Nadie logró siquiera meterle rueda. Vuelve a triunfar, por cuarta vez, en La Vuelta, donde a él y su equipo se le había resistido un triunfo muy anhelado. Galicia era un lugar señalado.
En Monforte de Lemos se encuentra la casa más estrecha de Galicia que mide apenas 1,5 de ancho y 20 metros de profundidad. Pedersen también construyó su carrera de forma atípica. Comenzó por el final. Por el tejado. Como Freire. Sin ser aún reconocido, con 23 años, ganó el Mundial. Vistió el maillot arcoiris menos colorido de la historia. El del año del covid. Apenas pudo lucirlo. Se resarció a partir de 2022. Victorias en La Vuelta, el Tour y el Giro. Como los grandes. Siempre al ataque. Generoso con el espectáculo. Aunque haya dos gigantes, Pogacar y Van der Poel, que le priven de las mejores victorias.