La Virgen de la Victoria, símbolo eterno de Málaga, ha vuelto a reinar en la calle, como cada 8 de septiembre, durante su procesión de … alabanza que la ha devuelto a su santuario, después de dos semanas de estancia en la Catedral para presidir su tradicional novena. Esta majestuosa imagen, con un valor artístico enorme, representa el icono mariano más popular y con mayor trascendencia devocional de la ciudad. Y es que sus 538 años de estancia ininterrumpida en esta tierra, o lo que es lo mismo, más de cinco siglos, y su presencia en los momentos claves de la ciudad, tanto en tiempos de gloria como en periodos oscuros, la han convertido en un auténtico ‘repositorio’ de la memoria colectiva del pueblo. Su relevancia artística, religiosa y social, por tanto, están fuera de toda duda. La Victoria es la advocación soñada por el rey Fernando el Católico, aquella figura mariana que le daría el triunfo en su conquista de Málaga, tal y como le reveló San Francisco de Paula en la visión que tuvo del fraile mientras dormía. Y desde entonces, la Victoria es la Virgen de toda Málaga, símbolo de esperanza y fortaleza para los creyentes, que fue declarada como patrona principal de la diócesis a finales de 1867 durante el pontificado de Pío IX, aunque documentos eclesiásticos y municipales del siglo XVI ya anticipaban su patronazgo sobre la ciudad.
Llegó el 8 de septiembre, el Día de la Virgen de la Victoria, en el que la Iglesia universal conmemoraba el nacimiento de la Madre de Dios y en el que Málaga dedicaba toda la jornada a su Patrona. La mañana, para tributarle una misa estacional en la Catedral, que, tras la última eucaristía predicada por Jesús Catalá el día anterior en el final de su episcopado, la ha oficiado este año el arzobispo de Granada, monseñor José María Gil Tamayo, quien, durante su homilía, defendía el papel fundamental de la piedad popular y sus manifestaciones externas «precisas en un mundo secularizado como el nuestro», dijo. Y la tarde, durante las primeras horas, para ofrecerle flores a través de la Asociación Pro Tradiciones Malagueñas La Coracha, y a partir de las 19.30 horas, para acompañarla en su procesión anual de vuelta a su santuario, en una salida triunfal, quizá más multitudinaria que en años anteriores, que ha presentado novedades, nuevas aportaciones y diferentes momentos, que la han hecho única y escrita ha quedado ya en un capítulo más de la historia de la ciudad. Así, ha sido, pues, el último culto externo de la Patrona de Málaga bajo el episcopado de Jesús Catalá, quien no se quiso perder la salida de la Virgen, la acompañó detrás del trono, junto al resto del clero, e incluso tocó la campana de las andas cuando la imagen se encontraba en la calle Granada, vía, por cierto, que había sido aforada por la Policía Local.
Pero el Día de la Virgen de la Victoria también ha servido de cierre al Año Jubilar concedido por el Vaticano a la hermandad por su 150.º aniversario fundacional, acto que se ha llevado a cabo tras la misa estacional de la mañana con un gesto simbólico, después de apagarse las velas de los dos fanales que llevaban encendidas durante todos los días de culto a derecha e izquierda de la imagen. Y ha sido, por supuesto, la procesión del reestreno en la calle de su templete del siglo XVIII, levantado sobre un nuevo trono de madera.
La Virgen de la Victoria, bajo una lluvia de pétalos, tras salir de la Catedral.
Marilú Báez
Todavía con la luz vespertina aunque menos intensa, casi caliginosa, apuntando al otoño, pero con la temperatura del verano presente, se iniciaba la procesión triunfal de la Patrona. Septiembre es sinónimo de vuelta a empezar y en ese reinicio natural, está la Victoria, la Virgen de todos.
Séquito
El largo cortejo se ponía en marcha a las 19.30 horas, con la banda de cornetas y tambores del Real Cuerpo de Bomberos y la cruz alzada, escoltada con dos ciriales, abriendo paso al séquito. El grueso de la comitiva lo formaban distintas asociaciones y entidades, como la Federación de Peñas, representaciones institucionales y colegios profesionales, grupos parroquiales y asociaciones de fieles, las hermandades de gloria, las cofradías de penitencia, además de la banda de música Municipal, hermanos y devotos portando cirios blancos, representación de la Congregación de los Santos Patronos, las agrupaciones de cofradías de Gloria y de Semana Santa, autoridades civiles y militares, con presencia de la Junta de Andalucía, la Diputación y el Ayuntamiento, hermanos mayores honorarios de la Real Hermandad de Santa María de la Victoria, la junta de gobierno de la corporación y el cuerpo de acólitos que ha antecedido al nuevo trono, objeto de todas las miradas, ideado por Juan Antonio Sánchez López, con anteproyecto de Enrique Salvo Rabasco, a partir de la recuperación del uso procesional del antiguo templete de la imagen patronal, realizado en madera tallada en el siglo XVIII, hacia 1763, de autoría anónima que, en su origen, perteneció a la Virgen del Rosario de la desaparecida iglesia de Santo Domingo de Archidona. El cajillo, a modo de moldurón y dorado por Alberto Berdugo, de poca altura para posibilitar su acceso al santuario de la Victoria al regreso, cuenta con dos capillas laterales en las que se podían leer inscripciones en latín sobre un fondo azul, y una en el frontal y en la trasera, siguiendo la misma resolución. Además, podían observarse dos ángeles mancebos del círculo castellano de la segunda mitad del XVIII, que iban ubicados en los costados, y un ángel niño de idéntica datación y estética hispalense, que presidía el frontal sujetando una custodia de plata.
Mientras el cortejo avanzaba, la Patrona de Málaga empezaba a andar por la vía sacra de la Catedral bajo el histórico baldaquino y con el sonido del órgano. Los ángulos del conjunto exhibían los arbotantes del antiguo trono del Señor de la Sentencia, realizados por Pedro Pérez Hidalgo a finales de la década de los 50 del siglo pasado y donados a la Hermandad de la Victoria, a los que se le sumarán en años venideros unos faroles diseñados por Juan Antonio Sánchez López, creador igualmente del proyecto de las ánforas de orfebrería, que tampoco se han estrenado este año. Las distintas cronologías, el orden temporal de las diferentes piezas que se han reunido para ‘armar’ el nuevo trono de la Virgen de la Victoria –baquetón, arbotantes y templete con su esbelta peana– se intuían en los acabados del dorado. El exorno floral, en su justa medida, recogido en ánforas de orfebrería, estaba compuesto por nardos, astilbe, orquídeas baby y azucenas de María.
A las 20 horas pisaba la Virgen el Patio de los Naranjos. En ese instante, la banda de música Maestro Eloy García, de la Archicofradía de la Expiración, tocaba el Himno Nacional, seguido, cómo no, de la marcha ‘Málaga, a su Virgen de la Victoria’, de Ginés Sánchez, mientras caían aleluyas, llovía pétalos de flores, obtenidos durante la ofrenda celebrada por la mañana por La Coracha, y repicaban las campanas de la Catedral.
Pese a la sensación de calor, provocada por la humedad, el entorno del templo mayor de la diócesis se hallaba repleto de público. La Patrona ya estaba en la calle y poco tiempo después de su partida, en la curva hacia Molina Lario, se escuchaba por primera vez la marcha que le ha compuesto Francisco Jesús Flores Matute, ‘La Virgen de la Victoria’, que debió estrenarse el pasado 1 de mayo durante la procesión extraordinaria prevista desde el templo de los Mártires a la Catedral por el 150.º aniversario de la hermandad y que, finalmente, fue suspendida por el delicado estado de salud del obispo Jesús Catalá, ingresado en ese momento en la UCI del Hospital Vithas Málaga aquejado de una septicemia.
La comitiva seguía su curso y en la calle Strachan, la Virgen recibía una penca de biznagas, detalle de la familia Reche Puerto, del restaurante Lo Güeno, que, como si de un ritual se tratara, lleva años ofreciéndole esta flor tradicional de Málaga, elaborada con jazmines y un tallo seco.
En su callejeo por el Centro, la Patrona caminaba muy lentamente con la sobresaliente macha ‘Virgen del Amor Doloroso’, de Eloy García, y, a continuación, buscaba la emblemática calle Larios, que exhibía reposteros en los balcones y bajó un cielo entoldado copado de mensajes publicitarios. Remeros de la Hermandad del Carmen de Huelin saludaban a la Virgen de la Victoria.
La Patrona de Málaga, a su paso por la calle Larios.
Marilú Báez
La plaza de la Constitución suponía el fin de la primera parte de la procesión. Por este motivo, se producía un parón de varios minutos en este punto de la ciudad, ya que se procedió a la retirada de las autoridades y de la banda Municipal, que se despidió con el Himno Nacional.
El cortejo victoriano proseguía su curso por la calle Granada para girar hacia Calderería y emprender el regreso al barrio por Casapalma, donde precisamente caería otra gran petalada que supo a gloria. Y en Madre de Dios, la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Málaga La Caleta rendía honores a la Virgen de la Victoria al son del tamborilero.
Regreso
Durante el trayecto de vuelta, la Patrona de Málaga era recibida a las 22.25 horas con aplausos y el sonido de las campanillas nada más pisar su barrio. Los hermanos de El Rico le daban la bienvenida desde su casa hermandad exornada con reposteros confeccionados con tela de damasco, guirnaldas de buganvilla, un enorme cuadro de la imagen y las banderas de Málaga, Andalucía y España. Y más adelante, era la Federación Malagueña de Peñas, Centros Culturales y Casas Regionales La Alcazaba la entidad que la recibía con baile por malagueñas y una nueva petalada.
El punto de atención estaba en la calle Victoria, ya expedita de obras, tras varios meses cerrada al tráfico. Ahora quedaba la participación de una tuna, el recibimiento de los hermanos del Rescate, ante su capilla del Agua, y del Rocío, en San Lázaro, templo que abriría sus puertas para permitir el encuentro entre las dos grandes devociones que moran en el barrio victoriano: las Vírgenes de la Victoria y del Rocío, la Patrona y la Novia de Málaga.
Con la Virgen ya dentro de su santuario, se cerraba un año histórico y jubilar para la Real Hermandad de Santa María de la Victoria, en su 150.º aniversario, que siempre se recordará por las peregrinaciones de la Virgen a diferentes templos de la ciudad, por la despedida del obispo Catalá durante sus cultos y por el reestreno procesional del templete barroco que la soberbia imagen demandaba y que por fin se ha hecho realidad este 8 de septiembre, casi cuatro década después de su última aparición en la calle.