La aprobación por parte del Gobierno del nuevo Anteproyecto de Ley por la que se modifica la Ley 28/2005, de 26 de diciembre, de medidas sanitarias frente al tabaquismo y reguladora de la venta, el suministro, el consumo y la publicidad de los productos del tabaco, ha vuelto a poner sobre la mesa la importancia de la implantación de políticas que ayuden a dejar de fumar. La propia ministra de Sanidad, Mónica García, planteaba en la rueda de prensa posterior a la reunión del gabinete en el que se aprobó el anteproyecto indicaba que la nueva normativa “está también pensada para ayudar a aquellas que siendo fumadores quieren dejar de serlo”.

Aunque la norma no avanza en el desarrollo de iniciativas ya contempladas en el Plan de Tabaquismo del Ministerio, la modificación de la ley si incluye la reforma del artículo 12, donde se recogen el funcionamiento de los programas de cesación tabáquica en el que se indica la promoción de las unidades de deshabituación tabáquica y el acceso a tratamientos “cuya eficacia y coste-efectividad haya sido avalada por la evidencia científica”.

Desde la farmacia comunitaria, la participación en los programas de deshabituación ha sido una de las actuaciones constantes del Consejo General de Colegios Farmacéuticos (CGCOF). El pasado año, Ministerio de Sanidad y COGCOF anunciaron el interés de ambas partes por incluir a los farmacéuticos comunitarios realizar el curso Abordaje del tabaquismo desde Atención Primaria; plan formativo dirigido a la capacitación de los profesionales sanitarios dentro del marco de capacitación de la Estrategia de Promoción de la Salud y Prevención en el Sistema Nacional de Salud.

El presidente del Consejo General de Colegios Farmacéuticos, Jesús Aguilar, aseguró en su momento que «la lucha contra el tabaco es una de las formas más eficaces de contribuir a reducir la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles y en esta tarea el farmacéutico desarrolla una labor fundamental, contribuyendo a mejorar la salud de los ciudadanos y reduciendo los importantes costes que genera al sistema sanitario». Por ello, Aguilar considera que es «una muy buena noticia que los farmacéuticos, que llevan décadas en esta lucha, puedan acceder a esta formación e incorporarse, junto al resto de profesionales del Sistema Nacional de Salud, para reducir las repercusiones sanitarias, económicas y sociales del tabaquismo.»

En la actualidad, hasta en ocho comunidades autónomas la participación activa de los farmacéuticos comunitarios está permitiendo a miles de ciudadanos incorporarse a programas para el abandono del tabaco. Así, Andalucía, Baleares, Canarias, Castilla León, Cataluña, Navarra, País Vasco y Valencia disponen de diversos programas para promover la cesación tabáquica desde las farmacias, iniciativas que se suman a las puestas en marcha en el resto de comunidades autónomas desde las instituciones colegiales.

Igualmente, dentro del Plan integral de prevención y control del tabaquismo del Ministerio de Sanidad incorpora la farmacia comunitaria como «recurso relevante en la cesación tabáquica ya que puede detectar personas fumadoras y efectuar consejo, así como iniciar tratamientos en caso de no estar sujetos a prescripción médica y favorecer la adherencia a los fármacos dispensados para la cesación y evaluados por los organismos competentes».

El farmacéutico desarrolla una importante labor en la lucha antitabáquica, tanto en lo referente a educación sanitaria, prevención del tabaquismo y  asesoramiento de quienes acaban de dejarlo, como en el seguimiento de los tratamientos que necesitan de prescripción o la indicación farmacéutica de aquellos que no requieran receta. Además, el tratamiento de deshabituación es complicado y por ello es fundamental la labor que realizan las farmacias para contribuir al éxito de las terapias, en especial con la financiación pública de los medicamentos para dejar de fumar.

Actualmente, el arsenal terapéutico disponible en la lucha contra el tabaco consta de 8 presentaciones de medicamentos de 3 principios activos (Bupropion, Citisina y Vareniclina) que están financiadas en determinadas circunstancias y para determinados pacientes y que exigen receta médica para su dispensación. Además existen comercializados 70 medicamentos de terapia sustitutiva con nicotina (parches, chicles, sprays bucales y comprimidos para chupar), tratamientos que no precisan receta médica ni están financiados.

 Con todo, la demanda acumulada de medicamentos antitabaco en las farmacias comunitarias ha descendido un 12% en volumen de unidades en el último año, según los datos del Observatorio de Tendencias de Cofares (mayo 2025). Este patrón rompe la tendencia al alza registrada en 2023, año en el que el Sistema Nacional de Salud (SNS) aprobó la financiación del primer fármaco para dejar de fumar.

No obstante, pese al descenso, el análisis temporal muestra una consolidación progresiva de la demanda a medida que nuevos medicamentos financiados han ido entrando en el mercado, estabilizándose en junio de 2024, para adoptar posteriormente una tendencia decreciente que coincide con los resultados de la Encuesta sobre Alcohol y otras Drogas en España (Edades 2024) del Ministerio de Sanidad, que sitúan el consumo de tabaco en su nivel más bajo de los últimos 30 años.

No obstante, esta encuesta nacional pone de manifiesto la preocupación por el consumo de cigarrillos electrónicos. Sus resultados señalan que el 19% de la población de 15 a 64 años ha vapeado alguna vez, concentrándose la mayor prevalencia de consumo en la franja de edad entre los 15 y los 24 años. Una problemática que afecta directamente a los jóvenes y por la que varios colectivos antitabaco están solicitando que se extienda el acceso a los tratamientos farmacológicos a los consumidores de vapers que quieran dejarlo.