Max Saula (Barcelona, 19 años) nació cuando Google ya existía, Apple estaba a punto de lanzar su primer iphone y poco faltaba para el advenimiento de Instagram. Pertenece al sector de población de los nativos digitales, y por eso se esperaría de él que encarnara la brecha entre aquel viejo mundo y este nuevo en el que nos debatimos, marcado por la sobreabundancia de imágenes. Sin embargo, lo que Max hace con Heredar sueños, la exposición que ha comisariado en la galería Alta de Andorra, es cuestionar esta idea y proponer una utopía según la cual otra relación con la fotografía sigue siendo posible.
Mujer desnuda bajando una escalera (1949).Gjon Mili (Cedida por Galería Alta)
Es importante aclarar algo: Max es hijo de Pancho Saula, propietario de la galería y coleccionista de fotos, que lo ha educado en el respeto a la imagen del pasado. Así que no es casual que en su selección para la muestra primen las instantáneas del siglo XX. Comparecen la reflexión sobre la luz y el movimiento que prolonga las inquietudes de las primeras vanguardias artísticas (Gjon Mili), el guiño al pictorialismo clásico (Dorothy Norman), la energía del color urbano captado desde la ambición poética (Joel Meyerowitz), el instante como escultura hecha de tiempo y movimiento (Harold Edgerton) o el detalle de la vida urbana convertido en fogonazo de contagiosa vitalidad (Weegee). Reconforta comprobar que nada de esto ha perdido su vigencia, y que todavía podemos tejer vínculos afectivos con las imágenes. El mundo de ayer, parece decirnos el joven Max Saula, sigue vivo en el de hoy.
Sombrero y cinco rosas, para ‘Vogue’ (1956).William Klein (Cedida por Galería Alta)
Corona de gota de leche (1957).Harold Edgerton (Cedida por Galería Alta)
Nueva York desde un bote a New Bedford (1932).Dorothy Norman (Cedida por Galería Alta)
Florida (1978).Joel Meyerowitz (Cedida por Galería Alta)
Heredando sueños. Galería Alta. Anyós (Andorra). Del 11 de septiembre de 2025 al 30 de enero de 2026.