Zaragoza alberga esculturas sorprendentes y de gran valor artístico, que combinan estilos internacionales y propuestas innovadoras. Desde la emblemática Alma del Ebro hasta la imponente Wild Relative de Tony Cragg, situada entre el Puente de Piedra y el Puente de Santiago, o incluso el curioso caracol de un artista coreano en Utebo. 

Sin embargo, entre todas estas obras, hay una escultura que pasa desapercibida para muchosSe trata de la única escultura japonesa en toda Zaragoza, un detalle que la hace aún más especial en el contexto del arte público de la ciudad. Su presencia no responde a un plan cultural amplio ni a un intercambio institucional, sino más bien a lo que podría considerarse un auténtico acto de tenacidad aragonesa.

Symbiosis, el capricho japonés de un colegio

En un rincón discreto de Zaragoza, donde antes se ubicaba frente al colegio público Lucien Briet y ahora se halla en un jardín de la avenida Salvador Allende, se alza una escultura singular y casi desconocida. Se trata de Symbiosis, una obra del escultor japonés Tadashi Hashimoto, creada en 2004 como una abstracción del equilibrio, la conexión y el cambio. Lo que pocos saben es que esta pieza, hoy silenciosa y vibrante entre el césped, no fue el resultado de una gran iniciativa institucional, sino del deseo espontáneo de un grupo de niños de entre cinco y seis años que amaban el arte.

Fueron precisamente los alumnos del colegio Lucien Briet quienes, fascinados por las esculturas, escribieron con ayuda de los profesores al Ayuntamiento de Zaragoza solicitando una para su entorno. Aunque inicialmente se pensó en una pieza que conmemorara la figura del explorador Lucien Briet, el consistorio optó por reubicar una obra ya existente: Symbiosis, que anteriormente había estado expuesta frente al Centro de Historias, en la plaza San Agustín. El gesto no fue menor: se trataba de traer al barrio la única escultura japonesa de la capital aragonesa.

Symbiosis es una escultura de arte abstracto geométrico hecha en acero inoxidable. Está formada por perfiles de cubos que se entrelazan y se elevan en equilibrio, creando la ilusión de una figura mayor, fluida, continua, casi viva. Aunque originalmente todos los cubos eran blancos, hoy lucen pintados en diferentes colores, un detalle que añade un aire lúdico y enigmático a la pieza.

Hashimoto es reconocido internacionalmente por crear esculturas que dialogan con el espacio que las rodea. Inspirado por las corrientes del arte normativo de los años sesenta, su trabajo juega con la gravedad, el movimiento, la luz y el pensamiento. Sus esculturas monumentales, como esta, no solo ocupan un lugar físico, sino que invitan a la contemplación filosófica. Sin embargo, Symbiosis no es solo una obra artística; es también el resultado de un deseo colectivo, un pequeño sueño cumplido que unió la sensibilidad infantil, la cultura japonesa y el arte contemporáneo en un rincón inesperado de Zaragoza.