Su carta de presentación no está en absoluto exenta de singularidad, por sus más de tres siglos de historia y por su ubicación. Te lo contamos. Este baserri bifamiliar, símbolo de la arquitectura rural vasca, está compuesto de dos viviendas que conforman esta construcción simétrica situada en un rincón privilegiado del País Vasco, rodeado por la naturaleza intacta del Valle de Oma y protegido por la Reserva de la Biosfera de Urdaibai. De la mano del estudio BAT Architecture, se ha llevado a cabo «una intervención arquitectónica que honra su legado mientras lo proyecta hacia el futuro», explican sus socios fundadores, los arquitectos Peru Cañada y Xabier Arranz, quienes ya han restaurado otro caserío.
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Foto: Aitor Estevez – Proyecto: BAT Architecture
Renunciar a la esencia no está contemplado
«Se trata de una casa de campo tradicional que ha resistido al paso del tiempo con una dignidad silenciosa, custodiando entre sus muros de carga de piedra y vigas centenarias la memoria viva de la cultura rural vasca«, la definen los autores de la renovación. Gracias a una intervención precisa y respetuosa, se ha conseguido transformar en un hogar contemporáneo sin renunciar a su esencia, preservando el carácter vernacular del edificio, mientras se ha mejorado su comportamiento térmico, su funcionalidad y su relación con el entorno.
Foto: Aitor Estevez – Proyecto: BAT Architecture
Para ello, se ha llevado a cabo una restauración integral de la estructura, siendo los elementos más deteriorados sustituidos por otros realizados con madera autóctona de la época, previamente almacenada en el propio caserío. La fachada principal, de mampostería, se ha restaurado cuidadosamente, al igual que los recercados de piedra caliza rosa de Ereño, las vigas, los pilares y parte de los forjados originales. Y los nuevos elementos constructivos se han resuelto con madera de roble y pino de origen local, respetando así la coherencia material del conjunto.
Foto: Aitor Estevez – Proyecto: BAT Architecture
Una distribución respetuosa que mira a la naturaleza
Es en la fachada lateral donde la intervención puso el foco, al abrir un hueco de gran formato (3,20 × 4,30 metros) que conecta visualmente el interior del nuevo salón principal, ahora a doble altura, con el entorno natural del Bosque de Oma. «Este gesto, valiente y contenido a partes iguales, rompe con la tradicional opacidad de los caseríos, cuyas fachadas estructurales apenas permitían aperturas, y redefine la experiencia de habitar en clave contemporánea«, detallan desde BAT Architecture.
Foto: Aitor Estevez – Proyecto: BAT Architecture
En el interior, la reorganización espacial se ha planteado con profundo respeto hacia la lógica constructiva original, limitando las transformaciones a aquellas que mejoran el confort y la calidad de vida sin comprometer la estructura del edificio. Desde el citado balcón interior de la doble altura se accede a un segundo salón, más protegido e íntimo.
Foto: Aitor Estevez – Proyecto: BAT Architecture
La nueva escalera de ebanistería funciona como columna vertebral del hogar, conectando las tres plantas. La planta baja, que antiguamente acogía las cuadras, ofrece ahora una luminosa zona de día; la planta primera se destina al descanso; y la planta superior, donde antes se encontraba el secadero, se ha convertido en un espacio polivalente.
Foto: Aitor Estevez – Proyecto: BAT Architecture
Materiales de ayer y hoy que dialogan entre sí
En cuanto a la paleta de materiales del interior del caserío, se define por los tonos claros que contrastan con las vigas y muros originales, con el objetivo de amplificar la luz natural. La rehabilitación ha incorporado estándares contemporáneos, como suelo radiante, mejoras en la envolvente térmica e instalaciones renovadas, pero siempre en diálogo con elementos tradicionales, como las paredes de piedra o las carpinterías en madera de roble. «Se trata de una fusión sutil entre pasado y presente, en la que la historia del lugar se adapta a los usos y necesidades del presente».
Foto: Aitor Estevez – Proyecto: BAT Architecture
Salta a la vista que la rehabilitación del caserío Oma Baserria demuestra que tradición y modernidad no son conceptos opuestos, sino aliados cuando se trabajan con rigor, sensibilidad y visión. En palabras de Cañada y Arranz, este proyecto «no es solo una obra arquitectónica; es un manifiesto sobre cómo habitar la memoria desde el presente, sobre cómo renovar sin borrar, proyectar sin desarraigar».
“Esta renovación traza un diálogo sutil entre herencia y contemporaneidad. Un ejemplo de cómo la arquitectura puede custodiar la memoria y, al mismo tiempo, abrirse a lo que está por venir” _ BAT Architecture