Una sonrisa sin fisuras y un don de gentes que delata que no es un recién llegado en el baloncesto profesional. Mamadi Diakite ha desplegado … simpatía en su presentación de este jueves como jugador azulgrana en el piso alto Baskonia-Alavés Store. A sus 28 años, deja atrás una trayectoria en la NBA con un protagonismo secundario para convertirse en un jugador de referencia en Europa. Poco parece importarle que el baloncesto a este lado del Atlántico sea un territorio inexplorado. En su discurso, ha dejado claro que se ha esmerado en analizar el juego continental para encajar cuanto antes en el baloncesto de Paolo Galbiati. «Los espacios son diferentes y los roles están más claros. Creo una de las cosas que hay que hacer aquí es sacar buenos tiros», ha desgranado.
El jugador guineano encaja con el modelo de pívot ‘moderno’: dinamismo, movimiento, despliegue físico y amenaza exterior. «Si el otro equipo quiere dejarme tirar…», deja caer la amenaza con una sonrisa pícara al ser preguntado si puede ser un fusilero certero desde allá de la línea de 6,75. «No se trata solo de tirar. La clave es que el equipo y yo tengamos las herramientas para ir al combate», alecciona quien se ajustó en un anillo como campeón de la NBA con los Milwaukee Bucks de Giannis Antetokoumpo.
Expresivo y con imán para atraer simpatías, Diakite destila un halo de confianza en su juego que, al mismo tiempo, parece alejarse de la desmedida soberbia que gastan en la constelación NBA. Recién aterrizado en Vitoria tras disputar este verano el Afrobasket con la selección guineana, se queda «con el trabajo duro y la disciplina» que le han transmitido las primeras sesiones de entrenamiento de las que ha sido testigo a las órdenes de Paolo Galbiati. Su ficha le acredita una altura de 2,06 metros. En directo, una primera impresión invita a pensar que deberá hacerse grande en canchas de la ACB y la Euroliga bajo cuyos aros hay ‘armarios’ con cuerpos y músculos de medidas considerables. «Europa de la oportunidad de demostrar lo que vale cada uno», proclama, dispuesto a olvidar los minutos racionados con los que tuvo que alimentarse en la competición estadounidense como integrante de los Oklahoma City Thunder, Cleveland Cavalier, San Antonio Spurs o New York Knicks.
Diakite pasa a formar parte de una batería interior en la que aspira a sacar partido de las lecciones del técnico Tony Bennett, su guía desde el banquillo durante su etapa de formación en la Universidad de Virginia. Entonces, el jugador guineano abrazó el poder de la versatilidad, esa virtud que también tiene un capítulo extenso en el catálogo de Galbiati. Consciente de que el ‘tráfico’ en la zona es más denso en Europa, se siente capacitado ejercer incluso de alero, por no hablar de multiplicarse en las dos posiciones interiores. «Jugaré don de me pidan y me necesite». Un voluntario acreditado para el laboratorio baloncestístico del italiano.