Puede que a pocos jóvenes les suene su nombre, pero Charles Thomas se convirtió en una de las grandes figuras del baloncesto español. El afroamericano, ala-pívot de dos metros, llegó a nuestro país en 1968, fecha en la que fue fichado por el club Sant Josep de Badalona, después de pasar por la Universidad Estatal de California.
Durante varios años, Charles deleitó al público con su espectacular estilo y en el Sant Josep se proclamó dos temporadas consecutivas el máximo anotador de la Liga española. «La primera vez que jugué contra él me impresionó su fuerza», comentó una vez Norman Carmichael, legendario pívot del Barcelona. «Porque yo soy muy fuerte, pero él lo era incluso más. Tenía un torso extraordinariamente robusto. Era rápido, buen driblador y elegante».
Charles se había instalado en Cataluña con su esposa, la hermosa ex atleta universitaria Lynda Bradshaw, con la que tuvo dos hijos, el segundo de los cuales nació en España. Años más tarde, Lynda contó al Oakland Tribune que el jugador y ella empezaron llevando una vida feliz y acomodada.
«Teníamos un apartamento en la montaña, otro en la ciudad y otro en la Costa Brava. Aprendí sobre el caviar y los placeres epicúreos de la vida. Tenía una criada, tres coches y podíamos ir donde nos diera la gana. Nos vestíamos como en los años veinte y salíamos por la noche. Todos nuestros amigos eran millonarios. Conocimos a Salvador Dalí. Johnny Wooden [considerado el mejor entrenador de la historia de la NCAA] nos visitó cuando vino a España. Los Harlem Globetrotters se quedaron en mi casa y lo dejaron todo hecho un desastre».
Pero algo se torció para ellos en noviembre de 1974. Jugando en el Barça, Charles se rompió el tendón rotuliano durante un partido frente al Real Madrid. Aquella lesión le obligó a pasar por quirófano, la recuperación fue lenta y él sintió una gran frustración al comprobar que ya no volvería a ser el Charles que había sido. Todo esto le volvió irascible y le sumió en una profunda depresión.
Al sentirse perdido, empezó a frecuentar malas compañías y pasó de ser un hombre sano a engancharse al alcohol y las drogas. Varias personas que lo conocieron en esa época contaban que la situación provocó fuertes discusiones con Lynda y deterioró su relación matrimonial, hasta el punto de que, un día, ella optó por regresar a Estados Unidos con sus retoños.
«Mi madre y mi padre no nos mostraban que tuvieran problemas», asegura Mat Thomas. «Ella nunca nos dijo por qué ella y mi padre se separaron». Como es fácil imaginar, la ruptura afectó anímicamente a un Charles al que el entrenador de su equipo decidió ceder al Manresa para que recuperara su forma. Pero el jugador perdió la motivación y, según un compañero, «no pudo soportar estar en un equipo inferior».
En otoño del 75, con 29 años, disputó su último encuentro profesional y al poco desapareció repentinamente, sin previo aviso. Mat explica que su padre volvió a Estados Unidos con la intención de recuperar a sus hijos: «Pero mi abuelo, el padre de mi madre, no se lo permitió. Eso sería en 1976. Nos compró unas bicicletas. Nosotros no nos enteramos de la discusión, pero más tarde nos dijeron que quería llevarnos con él. Nosotros le queríamos y él nos quería, pero no sé qué ocurrió».
A partir de ese momento se perdió la pista sobre su paradero, fue como si se lo hubiera tragado la tierra. Parece que en un momento dado se trasladó a México, donde estuvo viviendo en la calle. Y en los ochenta empezó a circular el rumor de que había sido asesinado (unos decían que a navajazos, otros que a golpes, y algunos comentaban que había recibido varios tiros por un asunto de drogas en un callejón de Nueva York). Pero en realidad no estaba muerto.
Es más, ahora lleva ya unos cuantos años en un geriátrico en Amarillo, Texas. El cineasta Fèlix Colomer da buena cuenta del dato en su documental Temps Mort, que se estrena en cines este 12 de septiembre. El origen del proyecto se remonta al momento en el que su coguionista, el periodista español Carlos Jiménez, escribió un artículo sobre la misteriosa desaparición de Charles en el que se decía que, según los indicios, este había doblado la servilleta.
«Fue a través de dos enfermeras, Tari Cannon y Teresa Hall Block, que pusieron en contacto a nuestro protagonista con Norman Carmichael«, ha relatado Jiménez. Norman era un excompañero suyo en el Barça y gran amigo. A ambas, en más de una ocasión, Charles les había explicado que, hacía muchos años, era una estrella del baloncesto en Europa. Unas horas googleando les sirvió para poder confirmar lo que su paciente les decía. Entre la poca información que repescaron, había un extenso artículo en Solobasket.com de 2017. Este les ayudó a atar cabos e idear un plan para que ambos se encontrasen«.
Corría principios de 2021 cuando Charles les dijo a las enfermeras que deseaba contactar con Carmichael. Este viajaba un día en coche con su familia cuando recibió una llamada a través de su mujer en la que un tipo decía ser Charles Thomas y expresaba su deseo de hablar con él.
«Lo siento. Debe ser una broma. Charles murió hace años«, respondió Carmichael, que al momento accedió a hacer una videollamada para comprobar si aquello era cierto o se trataba de una broma de mal gusto. A medida que conversaban, Carmichael se dio cuenta de que su interlocutor sabía demasiado para ser un impostor. Como que no lo era.