Giorgio Armani dejó dos testamentos, ambos escritos de su puño y letra y sellados en un sobre lacrado. La apertura oficial tuvo lugar el 9 de septiembre ante la notaria Elena Terrenghi, pocos días después de la muerte del modista, fallecido el 4 de septiembre a los 91 años. Los documentos, fechados el 15 de marzo y el 5 de abril de 2025, contienen las últimas voluntades del fundador de un imperio de la moda cuyo patrimonio se estima que se halla entre los 11.000 y 13.000 millones de euros.

Armani no tuvo hijos, por lo que pudo disponer libremente de su herencia sin tener que cumplir con los requisitos de la legítima. Sus herederos directos son sus tres sobrinos: Silvana y Roberta, hijas de su hermano Sergio, y Andrea Camerana, hijo de su hermana Rosanna. Junto a sus familiares, desempeña un papel destacado Leo Dell’Orco, su compañero, mano derecha y estrecho colaborador que siempre ha sido señalado como guardián de la visión del fundador.

El futuro de la maison Giorgio Armani estará en manos de la Fundación que lleva el nombre del diseñador: de hecho, el 100% de las acciones de la empresa van a la Fundación. En concreto, posee la plena propiedad del 9,9% (equivalente al 30% de los derechos de voto) y la nuda propiedad del 90% restante. Los derechos de voto se dividen del siguiente modo: 40% para Dell’Orco, 30% para la Fundación, 15% para Silvana Armani y 15% para Andrea Camerana. A Rosanna y Roberta Armani se les asignaron acciones sin derecho a voto.

Dell’Orco y sus sobrinos, pues, son entre los principales beneficiarios del enorme patrimonio del diseñador. La participación de Armani en EssilorLuxottica, que asciende a alrededor del 2% del capital y posee un valor estimado de más de 2.500 millones de euros, queda dividida en un 40% para Dell’Orco y un 60% para la familia Armani. Giorgio también dejó organizadas algunas donaciones específicas, en concreto, 100.000 acciones de Essilux a Michele Morselli y 7.500 acciones cada uno a Daniele Ballestrazzi, Giuseppe Marsocci, Laura Tadini y Luca Pastorelli.

Los activos inmobiliarios no son menos impresionantes: residencias de ensueño en Antigua, Nueva York, París, Saint Moritz, Pantelleria, Saint Tropez, así como la villa de Forte dei Marmi, la residencia histórica de via Borgonuovo en Milán (con 101 habitaciones) y Villa Rosa en el Oltrepò Pavese. A estos activos se añaden yates, obras de arte y participaciones en grupos internacionales como los astilleros The Italian Sea Group.

Una de las disposiciones más relevantes se refiere al futuro estratégico de la maison: «Pongo a cargo de la Fundación las siguientes cargas», reza el testamento, “después de 12 meses y dentro de los 18 primeros a partir de la fecha de apertura de la sucesión, se habrá de ceder una participación del 15%” a un socio industrial de primer orden, dando prioridad a LVMH, EssilorLuxottica o L’Oréal. La decisión habrá de ser compartida por la Fundación y Dell’Orco o, en su ausencia, por uno de sus sobrinos con derecho a voto.

El papel central de Dell’Orco confirma el deseo del diseñador de confiar la gestión y continuidad de su visión a quienes le han apoyado durante toda una vida. La Fundación, que creó junto a Leo Dell’Orco y el banquero Irving Bellotti, asume así la dirección del imperio Armani en nombre de la estabilidad y la fidelidad a la filosofía de su fundador.

El diseñador estableció, además, algunos principios indispensables: no se produciría el traslado de la sede fuera de Italia y la empresa no podrá salir a bolsa hasta al menos cinco años después de su muerte.

Artículo original publicado por Vanity Fair Italia. Accede aquí.