La Vuelta llega este sábado a la Sierra de Guadarrama pendiente de la sentencia final en la general y de la protesta por Palestina, que puede alterar el recorrido, como sucedió en el País Vasco y Galicia. La organización dispone de un plan B por si por alguna razón resulta imposible llegar a la cumbre de la Bola del Mundo, después de la clásica subida a Navacerrada.

En lo deportivo, el conjunto del UAE de Joâo Almeida, cometió un tremendo error en la antepenúltima etapa, que acabó en Guijuelo. Como si se comieran un jamón mal cortado entraron todos descolocados al esprint especial de Salamanca, donde Jonas Vingegaard, el líder, pasó primero y recortó cuatro segundos, de forma absurda, al corredor portugués.

En otro día de calma tensa, volvieron a aflorar las banderas palestinas en réplica por la presencia del conjunto del Israel-Premier Tech. Hasta un seguidor se presentó en la meta de Guijuelo con una enseña de Israel y con el PSOE (oposición) ausente de los actos protocolarios como protesta contra el equipo israelí. Sin incidentes, se vivió el tercer triunfo al esprint del belga Jasper Philipsen, que tratará de alcanzar una cuarta victoria el domingo, en Madrid, si la jornada final de la Vuelta discurre por los cauces pacíficos, lo que no está asegurado, a pesar de que el circuito por la capital española será un auténtico fortín de policías.

“Hay que hacer compatible el final de la Vuelta con el derecho a la protesta de personas que luchan por una causa justa”, defendió este viernes el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños. Hay al menos cinco concentraciones definidas en la Sierra de Guadarrama. La que más preocupa es la última, en Navacerrada, antes de enfilar la carretera que lleva hacia la Bola del Mundo.

Acuerdo con los ecologistas

Desde hace días ya se pactó que la parte final de la subida a la meta se realizaría a “puerta cerrada”, pero en este caso por un acuerdo con las asociaciones ecologistas que no querían que la carrera subiera a este enclave de Guadarrama.

La Vuelta sigue en su faceta de sinvivir, en un penúltimo día que, si no hay cambios, compite con la etapa del Angliru como jornada reina de la prueba y con Vingegaard con apenas 44 segundos de diferencia sobre Almeida. Si no hubiese habido protesta popular generalizada contra el Israel-Premier Tech habría sido el sueño perfecto del organizador, pese a la ausencia de españoles luchando por la victoria. Nada mejor que mantener el suspense hasta el final.

¿Entrarán los ciclistas a Madrid o no pasarán? En principio todo está preparado, con el respaldo del Gobierno, para que la carrera se pueda celebrar sin contratiempos deportivos, y tal como aseguraba el ministro Bolaños, defendiendo el derecho civil a la denuncia por el genocidio de Gaza y la participación del Israel Premier Tech.

La organización tiene decidido un plan B para este sábado por si no se puede subir a la Bola del Mundo. Ya hay un lugar decidido, lo más cerca posible a Navacerrada, para colocar un punto cronometrado en el que tomar tiempos si resulta imposible completar la etapa. No se comunicará hasta el último momento y sobre la marcha.

Lo que sí parece asumido es que el Israel-Premier Tech estará presente hasta el fin de la competición, aunque llegará a Madrid sin su principal director, el navarro Óscar Guerrero, que dejó la Vuelta por estrés. Al parecer, aparecieron pintadas en su casa de Iturmendi (Navarra) y quiso reunirse con la familia. Asumió la jefatura del equipo Daryl Ympey, de nacionalidad surafricana y excorredor profesional con buenos resultados.

Los reproches

Ympey protagonizó la semana pasada un intercambio de reproches con Matteo Jorgenson, estadounidense y gregario de Vingegaard en la Vuelta, a través del chat de la asociación internacional de corredores. Jorgenson mostró su inquietud por lo que estaba ocurriendo en la carrera. Ympey le respondió en tono amenazante. “Qué digan lo que quieran, pero llegaremos a Madrid”.

El ‘efecto llamada’ alcanzó este viernes al Gran Premio de Quebec, en el retorno de Tadej Pogacar, con banderas palestinas en la meta y con el Israel Premier Tech corriendo sin el nombre del equipo, sin la bandera del país y simplemente con las siglas IPT.

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