En Béjar, ese rincón salmantino de apenas 12.000 habitantes incrustado en la montaña, el ciclismo es más que un deporte: es una forma de respirar. Allí los niños no soñaban con ser futbolistas, soñaban con ser ciclistas. “No hay ninguna población tan pequeña con tanto ciclista profesional”, repiten orgullosos. Y entre apellidos que hicieron historia -Cubino, Heras, Blanco, Dueñas- también se esconde el de Luis Roberto Álvarez, más conocido como Rubi. El ciclista que nunca salió en las portadas, pero cuya voz y legado son imprescindibles para entender por qué Béjar es la ‘Galia ciclista’ de España.

La semilla de un sueño

Todo empezó con una imagen. “Le dije a mis padres al ver al Lale en el podio: quiero ser como ese. Fue el año que Heras vino de líder a Béjar”, recuerda Rubi. Laudelino Cubino, ídolo local, vestido de gloria, sirvió de espejo a toda una generación. En las cunetas de aquellas etapas estaban Santi Blanco y Roberto Heras; años más tarde, cuando ellos ganaron en La Covatilla, en esas mismas cunetas estaban Rubi y Moisés Dueñas, soñando con dar el salto. La rueda de la historia se repetía.

Armero, en MARCA.

Rubi, sobre el que  los de su generación dicen que «podría haber sido mejor que Contador» de no haberse lesionado, entró en la escuela de ciclismo del pueblo, compartiendo carretera con Dueñas, con Roberto, con Santi. El ciclismo dejó de ser un juego para convertirse en una promesa de vida. Pero el destino tenía reservado un golpe inesperado.

El accidente que lo cambió todo

Su carrera se torció de forma abrupta, casi cruel. Convocado a última hora para una prueba en Galicia, a la que no debía ir pero fue porque a un compañero le picó una abeja, se lanzó a la carretera sin apenas preparación. Lo hacía como tantas veces: para ayudar, para cumplir. En una bajada, un coche mal parado lo detuvo en seco. El golpe fue brutal. “De eso no me acuerdo”, confiesa. Solo sabe que cuando despertó, su vida había cambiado.

En el trabajo dirigido por Andrés García Armero que se puede ver en Movistar se habla sobre uno de los movimientos más mediáticos de la historia del ciclismo español.Movistar Plus

A partir de entonces, todo fue luchar contra la evidencia: intentar volver, entrenar, levantarse con lágrimas en los ojos en Mallorca, en Formentor, sentir la bicicleta como un ancla… y, al final, aceptar que aquella etapa se había cerrado. “He sido lo que he sido, tuve un accidente y ahí se acabó todo”, admite con serenidad. Nunca se lamentó por lo que pudo ser. “Coincidí con Luisle (con el que mantiene una gran relación), con Contador… ¿Qué habría pasado conmigo? No lo sé. Puede que un año malo me dejara sin contrato, puede que uno bueno me abriera las puertas. Nunca me puse en esa situación. He preferido vivir el día a día”.

La conversación con Moisés

De esa época queda una escena grabada a fuego, recogida incluso en el documental‘Bejaranos, el oficio del ciclista’dirigido por Andrés García Armero. Rubi y Moisés Dueñas, dos chavales que habían entregado la vida a la bici, se sentaron a hablar del futuro tras colgar las ruedas:

—Rubi: “¿Y ahora qué hacemos?”

—Moi: “Si no sabemos hacer otra cosa que dar pedales…”

—Rubi: “Buscar trabajo.”

—Moi: “¿Pero buscar trabajo de qué, si no tenemos estudios?”

—Rubi: “Pues no sé, colgar jamones en Guijuelo.”

Al final, no fueron jamones, pero casi. Moi trabaja hoy en Guijuelo, en una empresa de metalurgia. Rubi encontró su sitio en el polideportivo de Béjar, en el área de deportes del Ayuntamiento. Se sacaron la ESO de adultos y entendieron que también fuera del ciclismo había que pedalear para sobrevivir.

LaVuelta como refugio

El ciclismo, sin embargo, nunca se fue de sus vidas. Rubi es hoy conductor VIP de LaVuelta, compañero inseparable de Escartín y del equipo técnico. Desde ese asiento privilegiado supervisa carreteras, detecta incidencias, cuenta historias a quienes viajan con él. Se ha convertido en memoria viva de la ronda española, alguien que sabe lo que se siente dentro del pelotón y lo traduce para el resto.

El miércoles 2 de julio Movistar Plus+ estrena en exclusiva ‘Bejaranos, el oficio del ciclista’. Por primera vez, un documental se adentra en el corazón de un pueblo que ha sido cuna de varios de los mejores corredores de la historia de España.

Suya fue también la idea de llevar LaVuelta al temible pavés de Candelario. Con tozudez y pasión defendió que esos adoquines eran parte de la identidad ciclista de la zona. Y tenía razón: aquella jornada quedó grabada en la memoria colectiva como un símbolo de autenticidad.

Un legado invisible pero eterno

Rubi no levantó los brazos en los Campos Elíseos ni se vistió de rojo en Cibeles, pero dejó algo igual de valioso: verdad. Su historia es la de los que no llegaron, la de los que se estrellaron contra la dureza del destino, la de quienes aprendieron a vivir sin dorsal, pero nunca sin ciclismo.

Hoy abre y cierra puertas en el pabellón municipal de Béjar. Y cada septiembre, se toma vacaciones para seguir a LaVuelta, para volver a respirar la carretera, para sentirse ciclista desde otro ángulo. “Lo único que quiero es que mis hijos sean buenas personas. Y poder seguir vinculado al ciclismo muchos años más”, dice con la sencillez de quien ya lo ha dado todo.

En Béjar, cuando se habla de ciclismo, los nombres de Cubino, Heras o Blanco resuenan con fuerza. Pero entre esas leyendas hay un eco distinto, más íntimo, más humano: el de Rubi, el hombre que un día quiso ser campeón y acabó siendo memoria. El ciclista invisible que sostiene la leyenda de la ‘Galia ciclista’.