Siete décadas de trabajo y una producción que ya forma parte de la historia del arte español. Bodegones, escaparates, collages con objetos encontrados y pintura no figurativa. Hablamos con Alfredo Alcain con motivo de su gran retrospectiva en Alcalá 31, que podrá verse hasta el 11 de enero

El suelo de la casa-estudio de Alfredo Alcain es testigo de su creación. Es de baldosas hidráulicas, con estampados tradicionales castizos como los escaparates que tanto le gustaba inmortalizar. Un suelo que accidentalmente ha hecho suyo y que ahora está repleto de gotas de pintura. Los motivos en el suelo de otra de las estancias se pueden reconocer en uno de sus bodegones; uno construido como en bajo relieve y cuyas frutas brillantes parecen resbalar más allá del marco. Porque para un artista como Alcain, la creatividad se encuentra hasta en lo más cotidiano: en el cartel de un comercio tradicional, en los motivos de un papel pintado, en un objeto encontrado en la calle e incluso en los restos de madera sobrante tras otras de sus creaciones.

Casi 160 piezas dan forma a la gran retrospectiva con la que la sala Alcalá 31 le rinde homenaje. La exposición reúne pinturas, esculturas, collages y dibujos que permiten recorrer toda una vida entregada al arte y la creación. Incluye además una pieza audiovisual dedicada a un altar que el artista instaló en 1970, en el Museo de Arte Contemporáneo Vicente Aguilera Cerni, en Villafamés (Castellón).

Entre las series que hasta el 11 de enero podrán verse en la sala destaca la dedicada a Cézanne -inspirada a partir de un cañamazo de petit point con la imagen de uno de sus bodegones-, así como sus naturalezas muertas en las que las frutas acaban por desligarse del tema para ser las protagonistas. Asimismo, la muestra reserva espacio para piezas más inesperadas, como una serie de dibujos que realizó casi en un acto inconsciente mientras, enganchado al teléfono fijo, divagaba con familiares y/o amigos.

Con motivo de la exposición, el artista nos abre las puertas de su estudio. Con 89 años sigue pintando, como demuestra el lienzo en un caballete que queda a su espalda, con una de las composición no figurativa en la que ahora está trabajando. Allí, muy cerca del Retiro, una luz dorada baña cientos de obras colgadas en sus paredes. A sus propias creaciones, entre ellas una acuarela de un paisaje que recuerda a una de sus primeras obras, le acompañan las de otros artistas con los que compartió tiempo o a los que, simplemente, admiró. “Tengo una pequeña colección”, señala entre risas durante la conversación.

Son siete décadas de trabajo, muchísimas obras y experiencias a sus espaldas. Ha trabajado con la pintura, el dibujo, la escultura, el grabado… ¿Cree que esta exposición visibiliza bien todas sus etapas? ¿Qué van a encontrar los visitantes?

Sí, he hecho cosas muy diferentes y en la exposición se ve esa variedad. He trabajado la pintura sobre todo, pero las otras tres también han tenido un lugar importante en mi obra. Espero que el visitante pueda hacerse una idea general de todo mi trabajo.

Una de sus series más famosas se basa en interpretaciones de uno de los bodegones más emblemáticos de Cézanne, un artista considerado por muchos como el padre de las vanguardias, ¿qué le llevó a inspirarse en su obra?

No lo sé, supongo que todo te influye, todo te lleva a hacer lo que finalmente haces. Es un referente, pero te diría que como todos los pintores, porque de todos coges algo.

Al principio su obra era muy figurativa. He leído que la crítica la relacionaba sobre todo con el estilo Pop Art, aunque con una visión más castiza. La exposición recoge esos escaparates y fachadas de los comercios de Madrid… ¿Está de acuerdo con esta definición?

La verdad es que siempre me he sentido un poco incómodo con la etiqueta de arte pop, porque el pop americano se centraba sobre todo en la sociedad de consumo y lo que yo hacía en los años 60 reflejaba un mundo que se estaba acabando. No había consumo aquí. Nunca lo he entendido bien, pero supongo que ya estoy ahí clasificado.

A lo mejor encontraron cierta relación por su uso del color. O por la estética tal vez…

Puede ser. Justo la serie de la que hablábamos, la de Cézanne Petit Point, que es ya de los 80, sí podría quizá ser más cercana al pop, pero fuera de tiempo. Sería lo que más se acercaría. Porque lo de las fachadas, los comercios… Pues yo creo que remiten a algo anterior, ¿no? Era muy distinto lo que estaba pasando aquí. En Estados Unidos vivían la sociedad de consumo, las motos, los coches… Aquí andábamos casi sobre burritos.

Siempre se le ha asociado mucho con la figuración, pero el lienzo que tiene justo detrás de usted, así como muchos de los incluídos en esta retrospectiva, demuestran que ahora está haciendo trabajos más bien abstractos. ¿Cree que esta ha sido una evolución lógica?

Sí, en mi obra se fue perdiendo la figuración, pero pasó muy poco a poco. Yo no me considero abstracto, prefiero decir que ahora soy no figurativo. Y antes era figurativo, sí, aunque ya digo que dejar de serlo ha sido progresivo. Los bodegones mismos se fueron estilizando, haciéndose geométricos y al final desaparecieron. Yo digo que las frutas al final se cayeron y se quedaron solo las líneas. Y ahí he seguido y ahí sigo, pero no me veo nunca como abstracto. Es una evolución lógica, yo creo.

Pero pese a esta evolución, siempre hay algo que une a todas sus obras…

Siempre, los cuadros alimentan a los siguientes cuadros.

Justo esto me lleva a preguntar sobre su proceso creativo, ¿cómo empieza a crear una obra? ¿Hay algo que le despierta más la inspiración?

Ya te digo que la mayoría nacen de los cuadros anteriores, vas variando, vas cogiendo partes de lo que ya has hecho y haces otras cosas. Cosas que son casi lo mismo pero a la vez son distintas. Pero otras veces, te alimentas de cosas que surgen, que son imprevistas, incluso de objetos que coges o te encuentras. De hecho, soy muy de hacer cosas con objetos. En fin, todo viene un poco de lo que está a tu alrededor pero, sobre todo, de los cuadros anteriores.

Para terminar quería preguntarle sobre el nuevo rumbo que está tomando la creación artística. Nuevos soportes, nuevas tecnologías, inteligencia artificial… ¿Cree que está todo inventado o la creatividad no tiene fin?

Yo creo que la creatividad nunca se agota. Siempre habrá de una forma u de otra. Estoy seguro de que la creatividad tiene que seguir existiendo y de que lo hará, de lo contrario sería terrible.