Sara I. Belled

Jueves, 11 de septiembre 2025, 13:41

Ha sido curioso darse un paseo por las redes sociales este fin de semana y parte de la semana anterior después de que María Pombo dijese, con cierta sorna, que «hay que empezar a superar que hay gente a la que no le gusta leer y encima no sois mejores porque os guste leer». Más allá del revuelo que consiguió el vídeo colgado en un perfil que cuenta entre todas sus redes con tres millones de seguidores, lo único que parece quedar claro es que la influencer, que se apresuró a enseñar en un segundo vídeo los libros de su mesilla de noche, sí se encuentra entre el 70% de mujeres que leen libros en España. Aunque probablemente no del modo que parte de la audiencia esperaba. Y no pasa nada por lo segundo, pero cuidado con lo primero.

Un 66% de los españoles ha leído al menos

un libro en el último año

Un 66% de los españoles ha leído al menos

un libro en el último año

Un 66% de los españoles ha leído al menos

un libro en el último año

Un 66% de los españoles ha leído al menos

un libro en el último año

Dice Asunción Bernárdez, catedrática de Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y especialista en estudios de género, que «todo depende de los libros que leas», que «dentro de los libros también circulan ideas que no fomentan la convivencia ni la mejora personal». Pero, claro, advierte que si la influencer «lo dice en sentido general de la lectura», no está «para nada de acuerdo». «La lectura la manejas tú y puedes leer un trozo, parar, levantar la cabeza y reflexionar». Y el vídeo de Pombo, y otros millones que se publican cada día en redes como Tik Tok o Instagram, «te obligan a ir al ritmo de las imágenes». La misma rapidez con la que se viralizó ese vídeo de casi cuatro minutos -en el que durante 3 y medio habla de lo que ella guarda en sus estanterías- y la misma con la que probablemente decaerá el interés en los próximos días.

No se sabe si el 66,3% de la población española que leyó al menos un libro en el último año, según el avance de la’Encuesta de hábitos y prácticas culturales en España’ publicado a finales de 2024, está de acuerdo o no con Pombo. Ni si se creen mejores. Sí se sabe que el dato de lectores no ha dejado de crecer en los últimos 15 años. Eran -éramos- un 58,7% en 2010.

Y la brecha de género ha aumentado. Nosotras seguimos leyendo más libros, con una diferencia de 6,5 puntos.

«Para las mujeres ha sido muy importante la lectura, porque han encontrado siempre un espacio que no había en otro sitio», apunta Bernárdez. De cuando no teníamos acceso a los estudios universitarios o a ciertos espacios de conocimiento, por ejemplo, no hace tanto. Y hay que tener en cuenta, recalca la experta, que «la lectura siempre ha sido un proceso de élite al que las clases populares se han ido incorporando» y que lo que se puede llamar «una lectura plena» la hemos conseguido «hace un siglo». De hecho, todavía arrastramos ciertas tendencias: «Leer es una actividad que está muy relacionada con la educación femenina». Se ve en el cole: ellos llenan las canchas y ellas se reúnen.

Hace poco un amigo contó que en Umea, Suecia, se dieron cuenta de que las mujeres no utilizaban tanto los espacios públicos, las canchas, los parques, la calle, como los hombres. Con el objetivo de que las chicas se apropiasen también de ese espacio, les preguntaron qué querían y construyeron un parque con bancos redondeados en torno a los árboles en los que pueden «estar juntas» y sentirse cómodas, incluso cuando están solas.

Zona franca en el Parque de las Estaciones, en el paseo marítimo de Umeå.

Zona franca en el Parque de las Estaciones, en el paseo marítimo de Umeå.

Andreas Nilsson/Ayto Umea

Bernárdez habla de «la lectura como vínculo», de «crear colectivos hermenéuticos» y resulta que para las mujeres «leer determinado tipo de novelas ha sido muy importante porque eran terrenos para compartir entre ellas».

La novela es, de hecho, el género más demandado. Entre los lectores por ocio del último trimestre de estudio un 92,9% escogió obras de creación literaria y, de estos, un 86% leyó novelas, sobre todo contemporáneas (81,5%). Triunfa la novela histórica (33%), en ambos sexos, y la policiaca (28,3%). Luego, ellos leen más novela de aventuras (27%) y ellas, sentimental (28,3%).

Pero María Pombo decía en ese vídeo que sí lee cosas, «porque me interesa eso en específico, pero no leo una historia en mi cama y no pasa nada».

Y tiene razón en que no pasa nada. Pero lo cierto es que también ella, que contestó a la polémica con otro vídeo haciendo un ‘haul’ –un ‘enseñar unas cuantas cosas’– de los títulos que guarda en su mesilla de noche, está entre quienes leen libros. Enseñó ‘La vida es bonita incluso ahora’, de Belén Domínguez, influencer que falleció a causa de un cáncer de médula, ‘Diario para padres estoicos’, un libro sobre crianza escrito por Ryan Holiday, o ‘Tu mentalidad buena suerte’, un libro de autoayuda de firmado por el escritor y economista Álex Rovira. Sin embargo, dijo todo lo anterior ante 3 millones de seguidores en Instagram y 700.000 en Tik Tok, que es el 6,5% de la población española.

Eso sí, no sé cuántas niñas fueron corriendo a sus padres a contarles que la Pombo decía que leer está sobrevalorado, pero los datos dicen que los más jóvenes son los que más leen en su tiempo libre: un 75,3 % de la población entre 14 y 24 años, según el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 2024 publicado por la Federación de Gremios de Editores de España.

«A todos se nos ha inculcado en algún momento de nuestra vida la lectura, en el colegio, en casa… O sea, todos hemos tenido que probar el leer un libro. Hay a gente que le gusta y hay gente a la que no», continúa María Pombo, a quien se le ha echado en cara que es tataranieta de Concha Espina, como si una tuviese que cargar también con las vidas de quienes le precedieron. Los que no les gusta leer son un 16,1%, según la encuesta del Ministerio. No obstante, la mayor barrera para leer o para leer con más frecuencia es no tener tiempo ( 45,1%).

No me sorprende que aunque las mujeres somos las que más leemos, también tenemos menos tiempo (47,9%), pero solo hay un 11,9% que dice que eso de coger un libro no va con ellas. «Tengo una hermana influencer, y –recalca Pombo– digo lo de influencer porque parece que los influencer no leemos libros, que devora libros. Y otra hermana que es piloto y que no ha leído un libro en su vida, creo yo».

Como si el estatus de volar a 3.000 pies de altura o de acumular 3 millones de seguidores – o facturar 3,5 millones, como dijo la propia María Pombo acerca de su empresa de restauración La Martinuca– fuese a determinar en algún caso ser una persona más o menos leída, cuando incluso esa expresión ya se ha quedado corta. «El libro tiene todavía ese carácter de reconocimiento», apunta Bernárdez, pero el concepto «se ha diversificado». Para la catedrática, ser culto está hoy en día «está más vinculado con el manejo de la información».

Como si esta hubiese sido en algún momento una batalla entre la influencia digital y el prestigio cultural. Como si eso no fuese otra cosa que un espejismo del contrato social sellado en este caso detrás de una pantalla y que lleva a cuestionarse qué es ser una persona culta hoy y quién tiene el prestigio de no tener que serlo.

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