A tres años de cumplir 200 y convertirse así en bicentenaria, la plaza de toros de Toro lleva década y media luciendo «más joven que nunca» en su segunda etapa de vida. A pesar de ser la única que queda en pie en su estilo, conservando su estructura y la mayoría de sus materiales originales.

El pasado 18 de julio, se cumplieron 15 años desde que rompiera el paseíllo de la corrida de su reinauguración, que trenzaron los diestros Morante de la Puebla, Leandro y Cayetano aquel día de 2010.

«Cartelero», de la ganadería Jandilla, fue el cornúpeta que abrió plaza aquella señalada tarde de la historia taurina reciente de la ciudad, en la que el coso taurino volvió a abrir su puerta grande 25 años después —tiempo que había permanecido cerrado a los festejos— para que saliera por ella Cayetano, que se llevaba de Toro cuatro orejas en su esportón tras desorejar a cada toro de su lote.

También lo habría hecho Leandro, de no haber pagado con sangre la faena al segundo toro de su lote —el quinto de la tarde— sobre el albero toresano, que le propinó una cornada en la pierna por la que tuvo que ser operado en el quirófano móvil de la plaza.

Arriba, estado de la plaza de toros de Toro previo a su restauración; en el centro, Mario Vargas Llosa brinda montera en mano junto a la barrica de la Fuente de Vino; a la derecha, visita de la infanta Elena en marzo de este año; sobre estas líneas, concierto «Pasodoble torero» interpretadop or la banda «La Lira» el 17 de julio de 2010. | ARCHIVO

Estado de la plaza de toros de Toro previo a su restauración. / LOZ (ARCHIVO).

El diestro de La Puebla, que volverá en tan redondo aniversario—y en la que está siendo su mejor temporada— a pisar el redondel de Toro el próximo 24 de agosto con motivo de la Feria Taurina de San Agustín, cortó en aquella ocasión una oreja al segundo de su lote y escuchó una ovación por la faena al abreplaza.

Pero para que la plaza, construida en 1828, pudiera abrir sus puertas en aquel exitoso evento reinaugural que colgó el cartel de «no hay billetes», hubo de pasar primero por un largo y minucioso proceso de restauración que estuvo a cargo de los arquitectos Pedro Lucas del Teso, Claudio Pedrero Encabo y Antonio Villar González.

Tras pasar por diversas manos particulares, el coso había cerrado sus puertas casi definitivamente en 1985. Las ferias de San Agustín de ese año fueron las últimas en las que se celebraron festejos taurinos.

Paseíllo de la corrida de la reinauguración de la plaza de toros de Toro.

Mario Vargas Llosa brinda, montera en mano, junta a la barrica de la Fuente de Vino en la plaza de toros de Toro. / LOZ (ARCHIVO).

Tras un período de negociación, en 2001, el Equipo de Gobierno municipal de entonces alcanzó un acuerdo de compra con los hijos y herederos de Valeriano Cuadrado, el último propietario del inmueble.

La cifra de 600.000 euros desembolsada por el Ayuntamiento de Toro permitió recuperar para el patrimonio común de todos los toresanos tan histórico inmueble que, el 28 de agosto de 2008 —como un regalo en el día de la festividad de San Agustín—, fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de Monumento.

Al año siguiente, el coso se integró en la Unión de Plazas de Toros Históricas.

En el año 2004, se ejecutaron las obras de la primera de las dos fases de restauración de la plaza de toros, que consistieron en consolidar las cubiertas, en las que se habían detectado hundimientos. Y es que el coso se encontraba en un deplorable estado de conservación y la maleza campaba en su interior, lo que era visible incluso desde la calle.

La edad de "la niña bonita"

La banda «La Lira» interpreta el concierto «Pasodoble torero» la noche previa a la corrida de inaugración. / LOZ (Archivo).

En la segunda fase, entre otras actuaciones, se restauraron los cuerpos de escalera, de los pabellones de corrales y de los chiqueros originales, aunque también se consolidó el desolladero.

La pretensión fue siempre la de conservar no sólo la estructura y apariencia primigenios de la plaza —tan genuina—, sino también la gran mayoría de los materiales originales con los que se construyó durante la segunda década del siglo XIX: tapial de tierra pisada, ladrillo, adobe o madera

Así, el proyecto de restauración puso cuidado en desmontar, tratar y volver a colocar en su sitio, tras haberlas numerado, las maderas y tablas de los tendidos. Aunque el aforo se redujo, en cierta manera, considerablemente para mayor comodidad del respetable.

También se conservaron las vigas, aunque algunas, por su estado de deterioro, necesitaron de injertos. Así como siguen siendo las mismas poleas y la misma cubierta del desolladero que en el momento de la construcción del recinto taurino, que formaba un conjunto lúdico-cultural junto con el anexo teatro Latorre y un desaparecido salón de baile; construidos todos a instancia del Hospital General que, por entonces, había en la ciudad y para el que se pretendía sacar beneficios con la venta de las entradas a los diferentes eventos que se celebraran en los tres espacios de ocio y cultura.

La edad de "la niña bonita"

La infanta Elena, durante su reciente visita a la plaza de toros de Toro en marzo de este año. / José Luis Fernández (Archivo).

El pavimento del perímetro de la plaza y el callejón mantienen también el enchinarrado típico que llevaba anteriormente.

Mantener en pie hoy en día esta plaza, que es un «ejemplo singular» de la arquitectura popular castellana y, por su estética, con tendidos y balconcillos cubiertos, recuerda a los antiguos corrales de comedias, supone tener una joya patrimonial viva en pleno corazón de Toro.

Por otro lado, para dotar de la categoría que merece a una plaza única en el mundo, se trajo para su reinauguración y siguió trayéndose después hasta el coso albero auténtico, directamente desde Alcalá de Guadaíra (Sevilla).

En cuanto a los colores del particular «traje de luces» de la plaza, se eligieron el rojo que evoca a la autóctona Tinta de Toro para las tablas de la barrera y contrabarrera y los burladeros y para las columnas, y, precisamente, el color del albero para las balaustradas de los balconcillos y para pintar los escudos de Toro que adornan cada uno de los burladeros. Por lo que la plaza está vestida «de tinta y albero».

Aunque fue el acto principal de la reactivación de la segunda etapa de la plaza, la corrida inaugural no fue el único. Previamente, el 14 de julio, una visita del entonces presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, sirvió como inauguración «oficial».

Además, el Ayuntamiento confeccionó un programa de eventos culturales previos a la corrida de toros. Así, tuvo lugar la presentación del libro «Plaza de toros de Toro. Historia de la fiesta de los toros«, escrito por José Antonio Rodríguez Puertas; y las conferencias «El proceso de restauración de la plaza de toros», a cargo de quienes se habían encargado de ella, Pedro Lucas, Claudio Pedrero y Antonio Villar, y «La plaza de toros, aspectos históricos, significación arquitectónica», a cargo del historiador local José Navarro Talegón.

En la noche previa a la corrida, la banda municipal de música «La Lira» interpretó el concierto «Pasodoble torero», durante el que se presentó oficialmente el pasodoble «Plaza de toros de Toro», compuesto para la ocasión por el onubense Abel Moreno Gómez y que tan reconocible es desde que suenan sus primeras notas.

Desde entonces y durante estos 15 años de «segunda vida», la plaza de toros de Toro se ha destinado no solamente a acoger festejos taurinos, como corridas y novilladas y otros festejos populares, como la singular y genuina Fuente de Vino toresana; sino que también ha servido y sigue sirviendo como escenario para numerosos eventos de corte cultural, como conciertos de diverso tipo, galas musicales o festivales de folklore, además de haber sido el marco de numerosas ediciones de la Feria del Vino de Toro.

Su cuerpo de casi dos siglos también ha vivido hechos históricos para la cultura, en general, y para la tauromaquia, en particular, y visitas ilustres, como el homenaje que acogió al Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa en 2012 por su férrea defensa de la fiesta de los toros. El literato peruano presenció, en el marco de la Feria de la Vendimia, la tradicional Fuente de Vino y dejó sobre el ruedo toresano una foto para la posteridad, junto a la barrica y montera en mano, que ha dado la vuelta al mundo.

O la más reciente visita de la infanta de Elena de Borbón, en marzo de este año, con motivo de su estancia en la provincia para recoger las conclusiones del I Encuentro Internacional de Capellanes y Sacerdotes Taurinos, que se celebró en Zamora en 2024 y en el que la infanta aceptó la Presidencia de Honor.

Casi 200 años han pasado desde que Francisco Montes Reina «Paquiro», aquel «revolucionario» de la tauromaquia, inauguró la plaza de toros toresana en 1828, que tiene empaque y suficiente madera para seguir siendo y haciendo historia de la tauromaquia.