En los últimos años, la rutina de la gloria y el crecimiento sin freno ha sido una constante para el sector editorial, también para el libro en catalán: ventas al alza, incremento de la cuota de mercado y unos índices de lectura cada vez más optimistas. Más traducciones, mayor presencia internacional y cierta sensación de euforia expansiva ligada a iniciativas como el inminente desembarco de Barcelona en la FIL de Guadalajara. En el zurrón, un crecimiento del 5%, una facturación que ronda los 278 millones -unos 150 sin contar el libro de texto- y un generoso catálogo de más de 10.000 novedades anuales. «En los últimos años la progresión ha sido positiva», resume Ilya Pérdigo, presidente de la Associació d’Editors en Llengua Catalana Editors.cat. «Ha crecido la oferta y un poco más de 3 de cada 10 libros que se compran en Catalunya ya son en catalán. El año pasado crecimos un 5%, veremos este y veremos también cómo se reparte este crecimiento, pero tenemos que ser positivos: cada vez hay más gente leyendo», detalla el también fundador de Editorial Clandestina. 

El libro catalán, ya ven, va bien. O eso parece. Según el Informe de Comercio Interior del Libro, cada año se publican entre 11.000 y 12.000 títulos en catalán cuya tirada media, de 1.981 ejemplares, representa el 6,8% de los ejemplares producidos en toda España. Existen, además, 133.774 títulos vivos para quien no tenga suficiente con esa treintena de novedades que llegan cada día a las librerías. En el otro extremo, el de la demanda, la población lectora en catalán se mantiene estable un poco por debajo del 30%, según datos del último Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros. A finales de 2024, más madera, el Gremi d’Editors de Catalunya despidió por todo lo alto el que, se dijo entonces, fue el mejor año de la historia del sector editorial. Antes de verano, la guinda: el sector editorial (español, en este caso, y contando libro de texto y científico) recuperaba por primera vez los niveles previos a la crisis de 2008. El milagro español, lo han llamado. 

En Catalunya, sin embargo, el mercado dicta sus reglas, sobre todo después de movimientos como la irrupción de Abacus Futur como tercer gran grupo editorial y la compra de Edicions del Periscopi por Grup 62, y no todo es tan optimista. «No nos dejemos engañar por las presentaciones entusiastas de las cifras de ventas o de los datos de lectura: a menudo son espejismos que esconden realidades mucho más frágiles. El volumen de publicaciones no se corresponde con el número real de lectores ni de ventas, lo que tensiona todo el sistema», alertaba la editora de Raig Verd, Laura Huerga, justo antes del Sant Jordi de los 2 millones de libros vendidos (más de la mitad en catalán) y los 26 millones de facturación. Así que, ¿euforia o espejismo? ¿Triunfalismo o inquietud?

Celebramos cada lector, pero podemos ir aún más lejos. Se trata también de conseguir que el libro en catalán tenga presencia social importante siempre, durante todo el año”

Con la Setmana del Llibre en Català a la vuelta de la esquina, parece un buen momento para buscar respuestas. ¿Es realmente tan bueno el momento? ¿Lo es del mismo modo para todo el mundo? Veamos. «La venta de libros va mejorando un poco cada año. Las sensaciones son muy buenas y el ambiente es optimista, sabiendo también que siempre hay algunos retos a conseguir», defiende Emili Rosales, director editorial de Grup 62, gigante editorial que lidera el mercado en catalán. «De cada tres libros publicados en catalán, uno es nuestro», celebraba hace poco el presidente del grupo, Josep Ramoneda, durante la presentación de la nueva temporada.

«Nunca en la historia de Catalunya hemos tenido una oferta de libros y literaria tan rica y variada como ahora. Yo soy de los optimistas. Creo que el mercado del libro en catalán está en mejores condiciones que las de mucho países de nuestro alrededor», concede Joan Riambau, director literario de Rosa dels Vents, La Campana y La Magrana, los sellos con los que Penguin Random House Grupo Editorial ha ganado peso en el ecosistema catalán. «El sector mantiene su dinamismo y competitividad, pero tiene algunas zonas en las que el semáforo se ha puesto en ámbar, que son las mismas zonas en las que el semáforo del catalán también está en ámbar. Además, las cifras indican que los crecimientos se han aplanado mucho más desde la pandemia. Ahora es el momento del realismo y de afrontar algunos temas estructurales», diagnostica a su vez Ernest Folch, director general de Abacus Futur, grupo que desde hace más de un año agrupa los sellos de Abacus, Enciclopèdia y Suma Llibres. 

CERDANYOLA DEL VALLÈS 24/03/2025 Icult. Visita al nuevo centro distribución de la editorial Penguin Random House en Cerdanyola del Vallés. FOTO de ZOWY VOETEN

Centro distribución de la editorial Penguin Random House en Cerdanyola del Vallés / Zowy Voeten

Un mercado en transformación y concentración

En el último año, y después de una década de relativa bonanza para la edición independiente y del nacimiento de sellos como L’Altra, Periscopi, Raig Verd, Males Herbes y Segona Perifèria, el mercado se ha reorganizado alrededor de tres grandes grupos que ya se reparten la mitad del mercado. Por detrás, un pelotón de pequeños (o muy pequeños; aquí la clase media hace tiempo que pasó a mejor vida) sellos históricos como Barcino, Edicions de 1984, Club Editor, Angle o Quaderns Crema; veteranos nacidos a principios del siglo XXI como Comanegra, LaBreu o Adesiara; y filiales catalanas de editoriales con producción mayoritaria en castellano como Llibres Anagrama o Blackie Books.

En esa liga, Edicions del Periscopi era vista por casi todos como el ejemplo a seguir, la editorial que ganaba premios, contrataba con tino y podía presumir de ‘hits’ de ventas con Sally Rooney, Marta Orriols y Patrick Radden Keffe, así que su integración en Grup 62 dejó en ‘shock’ a buena parte del sector. «Muchos editores pueden salir adelante sin un gran grupo, pero también es verdad que, hoy en día, las editoriales independientes que publican en catalán han de afrontar muchas dificultades, y eso a nosotros nos pesaba mucho», argumenta Aniol Rafel, fundador y editor de Periscopi. “Estábamos en un momento en que las opciones eran decrecer o dar un paso al frente. El nuestro es un mercado pequeño y, si queremos profesionalizarnos con fuerza, necesitábamos soporte y músculo financiero que nos permitiera dar un paso hacia adelante”, añade.Todo seguirá igual, asegura, solo que tendrá la estructura de un gran conglomerado cubriéndole las espaldas. También Rafel, por cierto, se muestra optimista y cree en la bonanza del libro en catalán, pero sin pasarse. «No me gusta la euforia desmedida ni lo contrario: tenemos que saber donde estamos, ser realistas y conseguir que se lea más en catalán», sopesa.

Somos el país que menos lee y el que más publica de Europa. No es que se publique demasiado, es que se publica muy mal»

Eugènia Broggi

— L’Altra

Sin dramas, Eugènia Broggi, fundadora y directora de L’Altra Editorial, relativiza el impacto del ‘caso Periscopi’ y reivindica que un modelo de editorial como el suyo, con una veintena de títulos al año y autores como Maggie O’Farrell, Irene Pujades, Nora Ephron y Maria Climent, es perfectamente viable. “El panorama no es ni tan eufórico como lo pintan los grandes grupos ni tan desastroso como algunos diagnósticos que se han hecho tras la venta de Periscopi. Creo que estamos bien, que es posible sobrevivir siendo una editorial independiente”, asegura. Otra cosa, añade, es que los movimientos en la parte alta de la tabla hayan confirmado un cambio de ciclo. “Durante 10 años hemos vivido la época dorada de las editoriales independientes y ahora han venido los grandes grupos con la artillería pesada. Lo que tenemos que hacer es encontrar nuestro camino”, explica.

Barcelona 21/07/2025 Barcelona La nueva librería la central de consell de cent abre el martes. AUTOR: MANU MITRU

Barcelona 21/07/2025 Barcelona La nueva librería la central de consell de cent abre el martes. AUTOR: MANU MITRU / MANU MITRU / EPC

“El mapa ha quedado redefinido, pero hay que preservar este ecosistema, esta convivencia en libertad que tenemos ahora”, destaca Pérdigo. Desde Grup62, Rosales apela a la normalización y a la homologación del mercado catalán con los de sus vecinos europeos. «En países cercanos, la composición del sector editorial suele ser de dos o tres grandes grupos y otras editoriales medianas o pequeñas. Yo creo que la riqueza y la diversidad de la oferta en catalán está garantizada”, asegura. Folch, por su parte, considera que es parte del signo de los tiempos. «Es normal que de vez en cuando salgan nuevas editoriales y haya un proceso de concentración. Estamos en un momento en que hay unas cuantas editoriales en las que hay un posible relevo generacional, otras que buscan acuerdos puntuales sobre la propiedad o la distribución», señala. «Creo que en los próximos meses veremos una aceleración de movimientos», avanza. Broggi, con todo, aporta un matiz inquietante: “En los últimos años, entre los diez libros más vendidos en catalán de cualquier temporada siempre había como mínimo 2 o 3 de sellos independientes. Desde finales de 2024 y en lo que llevamos de año, todo es gran grupo. En ninguna lista hay editoriales independientes. Y eso es rarísimo”, dice.

¿Sobran libros o faltan lectores?

Como ruido de fondo, alentando el debate y atormentando a los libreros, el constante mantra de la sobreproducción. ¿Se publican demasiados libros? ¿Existe tanta demanda en un mercado tan pequeño? “La obligación de los editores es poner al alcance de los lectores todo aquello que creemos que puede tener un público ahora mismo”, defiende Riambau, para quien el gran reto pasa por ganar lectores y desestacionalizar un libro en catalán que muchas veces aparece y desaparece por Sant Jordi. En la misma línea, Rosales cree para que haya más lectores es imprescindible mejorar la oferta. “Celebramos cada lector, pero podemos ir aún más lejos. Se trata también de conseguir que el libro en catalán tenga presencia social importante siempre, durante todo el año”, dice. “La oferta sigue siendo necesaria, tenemos que ofrecer todos los contenidos posibles en catalán. Aún hay lectores que entran en librerías pidiendo un contenido en catalán que no encuentran”, secunda Pérdigo.

Una de les parades de La Setmana del Llibre en Català al Passeig Lluís Companys de Barcelona

Una de las paradas de La Setmana del Llibre en Català en el Passeig Lluís Companys / ACN

Folch esquiva con elegancia la crítica -«no me gusta juzgar lo que hacen los demás», asegura-, pero sí que reconoce que una de las primeras decisiones de Abacus Futur fue reducir de manera significativa el número de títulos que se enviaban a imprenta. «En 2023 todos los sellos publicaban cerca de 400 títulos y en 2025 publicaremos poco más de 200. Nos estamos demostrando a nosotros mismos que se puede tener el mismo volumen de negocio publicando menos. Si el modelo de alguien es avasallar el mercado con muchos títulos, pues es su modelo, pero nosotros no queremos convencer a base de mucha cantidad, sino con calidad», expone.

Para Broggi, sin embargo, uno de los grandes enemigos de las editoriales más pequeñas sigue siendo el febril ritmo de producción de novedades. «La saturación lleva a que no haya espacio en las mesas de las librerías ni espacio en los medios de comunicación, por lo que la visibilidad cada vez es más difícil. Los libros, al final, se venden porque la gente los ve. Esta estrategia de ganar cuota de mercado a base de inundar el mercado con novedades mensuales es demencial», deplora. El problema, insiste, es más que evidente. «Somos el país que menos lee y el que más publica de Europa. No es que se publique demasiado, es que se publica muy mal», remata.

La literatura juvenil, la penúltima frontera

Si en algo coinciden casi todos los editores es que el crecimiento del libro en catalán quiere crecer pasa por reforzar y potenciar el libro juvenil, una de las franjas de edad en las que se concentra el mayor incremento de los porcentajes de lectura y que el sector tiene más desatendida. «Tradicionalmente hemos visto que una parte de los lectores que leen en catalán en las primeras edades, cuando llegan a juvenil se pasan al castellano, y eso es un reto para los editores», asegura Emili Rosales. «En castellano se ha crecido mucho y en catalán no tanto. Es uno de los campos en los que tenemos que crecer más», añade Ilya Pérdigo. Para conseguirlo, los sellos han empezado a volcarse también con el ‘romantasy’ y con esas ediciones de lujo que han hecho revivir el furor por el libro como objeto de deseo. «Hay generaciones de jóvenes que descubren no solo la pasión por la lectura, sino que buscan las edición más trabajada, las cubiertas más brillantes y los cantos pintados más llamativos», explica Joan Riambau. «Todo lo que sean zonas para crecer y vacíos que llenar son también oportunidades», resume Ernest Folch.

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