El 29 de octubre de 1942, los hermanos de las Aguas recibieron el mayor golpe de los 275 años de historia que ahora están conmemorando. Ni los períodos de inactividad ni las vicisitudes políticas de todo tipo hicieron tanto daño en estos casi tres … siglos como las llamas de aquel incendio fortuito que calcinó a los titulares de la corporación trianera y terminó de romper el fino hilo que la mantenía unida a San Jacinto, de donde salió para no volver.
Para no volver hasta este sábado 13 de septiembre de 2025, día marcado en rojo -o en morado- por todos los fieles de la calle Dos de Mayo. La hermandad, al adentrarse con el Cristo de las Aguas y la Virgen del Mayor Dolor bajo las bóvedas del antiguo convento dominico, sanó por fin esa herida abierta durante tantos años y que ha impedido a varias generaciones de cofrades conocer a las Aguas en su sede fundacional y casa durante casi dos siglos. Una casa la que salieron sin imágenes y con lo puesto, con una relación completamente rota con los dominicos e iniciando un éxodo por distintos templos de la geografía urbana hispalense hasta instalarse en su sede actual junto al Postigo del Aceite.
Minutos después de las seis y media de la tarde salía la cruz de guía de la capilla del Rosario y comenzaba el rezo del vía crucis bajo un sol de justicia y un calor pegajoso. El recorrido que habían de seguir las andas portadas por los hermanos era extenso, discurriendo por las callejuelas del Arenal antes de enfilar el río. Se presentaron en las capillas de las vecinas hermandades de la Carretería y el Baratillo para despedirse antes de abandonar el barrio seis días.
Pese a que el ritmo fue más lento del previsto, hubo tramos en que la hermandad debió discurrir con una mayor celeridad para interferir lo mínimo posible en el tráfico, como a la hora de atravesar desde Reyes Católicos y el Paseo Colón hasta el puente, labor que realizada en poco más de diez minutos.
Recibimiento en Triana
Caía la tarde por la ribera del Guadalquivir cuando el reguero de cirios de las Aguas se extendía por el puente para alcanzar el barrio de Triana. El viejo arrabal los esperaba en el Altozano, en la capillita del Carmen del Puente, dando la bienvenida a la hermandad de las Aguas al que durante dos centurias había sido su margen del río. Las imágenes, que nunca llegaron a recibir culto en Triana, sólo habían estado una vez en el barrio, durante los fastos del 250 aniversario. Pero esta vez todo era diferente, mucho más especial.
El Cristo de las Aguas saliendo de su capilla a hombros de sus hemanos
Manuel Olmedo
Ambos titulares entraron en la parroquia de la O, en cuyo interior se rezó itra de las estaciones. El ritmo era cada vez más lento cuando ya la noche cerrada se había echado sobre las calles Procurador y Alfarería. Aun en las estrecheces se podía seguir el traslado con mucha tranquilidad, ya que no hubo grandes aglomeraciones de público en ningún momento.
De vuelta en casa
Unos minutos antes de la entrada, la Estrella fue la última corporación en recibir en su capilla a las imágenes de la hermandad con la que llegó a compartir templo y jornada de salida en Semana Santa. Las actuales imágenes se colocaron frente a la dolorosa trianera como tantas veces lo estuvieron los primitivos titulares, viviéndose emotivos momentos para el recuerdo.
La música de capilla amenizaba la noche cuaresmal en pleno septiembre. Tras el crucificado de Illanes figuraban los diez hermanos más antiguos de la hermandad, los más cercanos a haber vivido esas Aguas de Triana que serpentearon buscando un meandro del Guadalquivir que los alejó del viejo arrabal. Todos ellos entraron tras el Cristo de las Aguas en el atrio de la que hoy es parroquia y condujeron a sus titulares hasta el presbiterio del templo, donde los recibió el párroco, cerrándose así un exilio que ha durado toda una vida.
En San Jacinto permanecerán las imágenes hasta el próximo viernes 19, cuando se celebrará la función conmemorativa del 275 aniversario antes de la vuelta a la capilla del Rosario en su actual barrio del Arenal sobre su paso en una procesión extraordinaria que se prevé multitudinaria. Al fin y al cabo, no todos los días se reencuentra uno con su historia.