La desnutrición durante los primeros 1.000 días de vida puede ser especialmente perjudicial, provocando daños cognitivos y del desarrollo irreversibles a largo plazo, un menor rendimiento escolar, desventajas económicas y consecuencias negativas para la salud. Recientes datos apuntan a que a nivel mundial, 149,2 millones de niños (22%) menores de …




La desnutrición durante los primeros 1.000 días de vida puede ser especialmente perjudicial, provocando daños cognitivos y del desarrollo irreversibles a largo plazo, un menor rendimiento escolar, desventajas económicas y consecuencias negativas para la salud. Recientes datos apuntan a que a nivel mundial, 149,2 millones de niños (22%) menores de 5 años presentan retraso del crecimiento (baja estatura para la edad), mientras que 45,4 millones de niños (6,7%) presentan emaciación (bajo peso en relación a la estatura).

A pesar de décadas de investigación sobre el emaciamiento y el retraso del crecimiento, los mecanismos subyacentes y las intervenciones ampliamente efectivas siguen siendo difíciles de alcanzar. Ahora, un estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington (EEUU), en colaboración con el Instituto Salk y la Universidad de California en San Diego, pretende subsanar esta deficiencia.

Los resultados del trabajo, publicados en la revista ‘Cell’, sugieren una asociación entre un microbioma intestinal fluctuante, un crecimiento infantil más lento y desnutrición aguda. «Sabemos que la microbiota intestinal es un importante mediador de la desnutrición», afirmó el Dr. Mark J. Manary, profesor de Pediatría Helene B. Roberson en WashU Medicine, experto internacional en desnutrición y coautor del nuevo estudio.

Para llevar a cabo esta investigación, se recurrió a población infantil de Malawi, manejándose una base de datos de salud pública que contiene perfiles genéticos completos de 986 microbios de muestras fecales de ocho niños  recolectadas durante casi un año que pueden usarse para estudios futuros para ayudar a predecir, prevenir y tratar la desnutrición.


Para entender los patrones microbianos asociados con el crecimiento infantil, los investigadores secuenciaron el material genómico de 47 muestras fecales recolectadas durante 11 meses de ocho niños, que previamente habían sido inscritos en un ensayo clínico que probaba el efecto de los alimentos complementarios a base de legumbres para reducir o revertir la disfunción entérica ambiental, una condición crónica que afecta el intestino delgado y el crecimiento deficiente.

Los niños seleccionados para el estudio tenían entre 12 y 24 meses de edad y presentaban puntuaciones de longitud para la edad (LAZ), un indicador de crecimiento que compara la estatura de los niños con los promedios esperados para su edad y sexo, con mejoras o empeoramientos.

Los investigadores descubrieron que los niños con un conjunto de genomas microbianos estables (es decir, con una población microbiana sin cambios drásticos) mostraron un mejor crecimiento en comparación con aquellos con una composición microbiana inestable, lo que sugiere que la estabilidad del microbioma intestinal podría ser beneficiosa para el crecimiento infantil. «La medición de estos cambios podría utilizarse para evaluar la salud intestinal», según el prof. Manary.

«Una mayor resolución y precisión en la identificación de las comunidades microbianas, sus cambios y su actividad podrían arrojar luz sobre aspectos de la desnutrición que de otro modo serían inmensurables, así como sobre el papel del microbioma intestinal en su causa», según el Dr. Kevin Stephenson, coautor principal y profesor adjunto de medicina en WashU Medicine

Al contribuir a la comprensión de cómo los cambios en la microbiota intestinal contribuyen directamente a esta afección, estos investigadores allanan el camino para nuevos métodos de diagnóstico y tratamiento de millones de niños afectados en todo el mundo.