Que Vuelta 2025 haya llegado a Madrid me parece un milagro

En los mil equilibrios que hemos tenido que mantener estos días para expresar nuestra repugnancia por lo que está sucediendo en Gaza, sumado al interés que teníamos en que la Vuelta 2025 siguiera hasta Madrid, recabando información, hablando con varias personas y conociendo pareceres de primera línea, podemos decir que cuando la Vuelta termine esta tarde en Madrid, habremos presenciado un verdadero milagro.

Y es que la Vuelta ciclista a España 2025 ha estado sola; más aún, podríamos decir que ha estado vendida.

Me consta que en el equipo de la carrera, el cansancio y la tensión están pasando factura, como era inevitable.

CCMM Valenciana

Quienes tenían que haberla apoyado la han dejado a la deriva.

Hace unos días dijimos, la Vuelta no puede seguir así, pues eso.

Atacada por múltiples frentes e invadida por aficionados —algunos irresponsables que, más allá de apoyar la causa pro Palestina, pusieron en peligro su vida y la de los corredores—, la carrera ha tenido que manejar la situación completamente ajena a todos aquellos resortes que podrían haberle echado un cable.

Principalmente hablamos de la Unión Ciclista Internacional, que desde el inicio se lavó las manos ante lo que podía ser un auténtico desastre.

Si lo que hemos visto estos días es ciclismo y compete a la Unión Ciclista Internacional, el respeto por la carrera y su desarrollo seguro ha brillado por su ausencia.

Una decisión que personalmente no habría considerado mala habría sido la salida del equipo Israel de la prueba, cosa que no ocurrió porque, en los diferentes frentes en los que el Estado hebreo está involucrado, la Vuelta ha sido uno más.

Retirarse habría significado un golpe mortal para el equipo y, a la vez, una imagen de rendición que el estado no podía permitirse.

A nivel institucional, la Vuelta también ha estado en la picota.

Me parece increíble ver a políticos llamando al boicot de la carrera, y no a un boicot parcial, sino al boicot total, como hizo Ione Belarra.

Olvidan que esto es una carrera deportiva y que lo que sucede aquí poco o nada tiene que ver con Gaza, aunque la prueba haya servido como plataforma para demostrar al mundo que España está comprometida frente a la barbarie que se está cometiendo en Oriente Medio.

Supongo que la susodicha ni come, ni cena, ni respira desde el inicio del genocidio en señal de repulsa, y como ella todos aquellos que juzgan alegremente a quienes, sencillamente, queríamos ver ciclismo.

Pocas veces un país ha podido mostrar tanto de sí mismo como lo ha hecho la Vuelta 2025.

Sumado al clima político, no olvidemos que en nuestra retina quedará el Alto del Morredero y sus pendientes abrasadas por el fuego que este verano nos ha golpeado con tanta fuerza.

No quiero volver a escribir nunca más sobre temas que no tengan que ver con ciclismo, pero esta vez el vaso se ha desbordado.

Y aunque Javier Guillén diga que la Vuelta no tiene nada que ver con la política, para su desgracia esta vez sí que ha tenido que ver, y mucho.

En definitiva, no hemos alentado ninguna protesta pro Palestina, como he leído en múltiples comentarios, pero sí hemos aplaudido aquellas que se han hecho con respeto y mostrando su voz en las cunetas.

No nos alineamos ni con quienes hablaban de “reventar” la carrera ni con quienes hablaban de arrasar a los manifestantes.

Creemos que el equilibrio es la clave; ser equidistante en la vida no siempre es malo ni implica neutralidad frente a lo importante.

La Vuelta ciclista a España no tiene absolutamente nada que ver con lo que sucede en Israel, y que un equipo con ese nombre participe en la prueba es fruto de la complejidad del mundo, con decisiones tomadas en esferas muy alejadas de la propia carrera.

Pero muchos han ignorado esa realidad y han convertido a la carrera, un evento deportivo, en algo casi criminal, reflejando cómo están los ánimos a este y otro lado de los Pirineos.

Polarización total.

Imagen: ASO