Octavio Mestre (Barcelona, 1960) es arquitecto desde hace más de 40 años. Con más de 150 edificios construidos en media docena de países, se ha convertido en uno de los grandes nombres del sector. Es profesor en una veintena de Universidades europeas y americanas, con más de 4.000 alumnos, y ha escrito diversos tratados sobre arquitectura, guías de viajes y monografías sobre edificios. 

Desde su despacho en el Eixample, atiende a las preguntas de Crónica Global. Durante la entrevista, detalla su visión de la ciudad, el problema de la vivienda y la arquitectura contemporánea.

Empezaremos preguntándole por las vistas desde su ventana, que da al elegante paseo de Sant Joan. 

Fue una de las grandes reformas de la última década en Barcelona. Ha ganado mucho desde la última remodelación que diseñó Lola Domènech en 2014. Pasó de ser una avenida demodé a convertirse en uno de los lugares con más bares y sitios de moda de la ciudad.

En los últimos dos años, las grandes transformaciones han sido otras: el parque de Glòries y la reforma de Consell de Cent. ¿Qué le parecen?

Hay blancos y negros. El Eixample tenía una cosa buena: era homogéneo. Cuando se peatonalizan algunas calles, otras sufren más colapso. El tráfico es como el agua, acaba saliendo por algún lado. Es cierto Consell de Cent ha quedado muy agradable, solo un tonto preferiría pasear por una vía con cuatro carriles de coches antes que por un eje verde. Pero también las viviendas han disparado sus precios. Tiene cosas negativas, pero son un pulmón para los ciudadanos.

¿Barcelona puede ser una ciudad sin coches?

No puede ser una ciudad sin coches por el mismo motivo que no puede ser una ciudad si no tiene gente. Hay que encontrar un equilibrio. La diferencia entre el veneno y la vacuna está en la dosis.

Usted no sólo es un gran arquitecto, sino un intelectual de la arquitectura. ¿Qué autores recomendaría a la persona en cargo del urbanismo en Cataluña?

Tengo una biblioteca de más de 25 000 libros, hay muchísimos por recomendar. En primer lugar, Josep Lluís Sert, quien escribió un libro llamado Poden sobreviure les nostres ciutats?. Después, daría algún libro de urbanismo de Manuel Gausa, recientemente fallecido. Y, por último, recomendaría el último de Joan Clos, exalcalde de Barcelona, en el que habla sobre el problema de la vivienda.

La vivienda es…

El principal problema de nuestra sociedad hoy, sobre todo la incapacidad para ofrecerla a los jóvenes. Que la gente de Barcelona pueda comprarse un piso en Barcelona sería lo normal. Se dice que no hay suelo en la ciudad, pero sí lo hay en las afueras. La administración es lenta y la voluntad política es escasa. 

¿Qué propone?

Reducir normativas y ofrecer más licencias. Dedicamos mucho tiempo a cosas que no son trascendentes, lo que hace que los promotores se acaben aburriendo. La administración hace que todo se duerma. 

Octavio Mestre en su biblioteca

Octavio Mestre en su biblioteca

SIMÓN SÁNCHEZ

Barcelona

¿Hay solución al problema de la vivienda sin el promotor privado?

No, porque las hermanitas de los pobres tienen que ser amiguitas de los ricos. Las cosas funcionan mejor cuando somos capaces de hacer coincidir las necesidades públicas con la iniciativa privada. Para que algo aguante y perdure, tiene que ser sostenible económicamente. Pero la administración también tiene que intervenir. Si no regula precios, el capital privado es despiadado y busca siempre más beneficios. 

¿Qué le parece la medida del 30% de vivienda social en Barcelona?

En los últimos ocho años, se han hecho solo unas 60 viviendas en la ciudad aplicando esta normativa. Es un fiasco, aunque se haya hecho con la buena intención de reservar suelo para quien lo necesita. Si haces una promoción en paseo de Gràcia y tienes que destinar ese porcentaje a vivienda social, no la vas a hacer. No salen los números.

¿Qué necesita Salvador Illa para cumplir su compromiso de construir 50.000 viviendas públicas en los próximos cinco años?

No lo va a cumplir. Pero necesitaría suelo disponible y sacar adelante muchas cosas que se han quedado en un cajón. Antes de los JJ. OO. se consiguió una agilidad envidiable, pero ahora el urbanismo tiene unos tiempos muy lentos. Para aprobar cualquier plan necesitas dos, cuatro o cinco años. La gente acaba hasta las narices y termina por no invertir.

¿Todo es más complicado hoy que hace 30 años?

Yo terminé mi trabajo de final de carrera con diez planos y una memoria de ocho páginas, en la que hablaba de la poética del sol entrando por las ventanas. Yo qué sé, cosas así. Hoy, en el último informe para la reforma de una casa modernista que he hecho, publicamos 1.400 páginas de memoria y 400 planos.

¿Los políticos escuchan poco a los arquitectos?

Escuchan poco a todo el mundo. En cuanto son elegidos, se sitúan en una casta aparte del resto del mundo. Les élus, como dicen en Francia. Pero deben recordar que tenemos dos orejas y una sola boca porque hay que escuchar el doble de lo que hablamos.

Cuando hablamos de arquitectura, ¿qué significa la belleza?

La belleza es una función. Cuando hacemos vivienda o equipamientos, o cuando antes se hacían catedrales para dar gloria a Dios; hay que cumplir con la función de la belleza. Lo bello dura más, y la gente lo sabe y lo valora. Por poner un ejemplo reciente, la gente de Barcelona está muy orgullosa de su nueva biblioteca García Márquez. No hay que asumir la belleza, sino potenciarla y buscarla.

Octavio Mestre mira al paseo de Sant Joan

Octavio Mestre mira al paseo de Sant Joan

SIMÓN SÁNCHEZ

Barcelona

¿Por qué construir es cada vez más caro?

Se construye mejor que hace 20 años, pero cuesta mucho más. El precio no depende de los materiales únicamente. Es más barata la piedra oxidada de la India que la de Sant Vicenç. 

¿Cada vez hay más feísmo?

En los años 60 se inventó en Italia el arte povera. Hoy está de moda la termoarcilla, dejar el ladrillo a la vista o la madera. Venden una imagen de pobreza, porque son los valores que quieren transmitir. Pero no es más barato que las construcciones tradicionales. Diría que es una pose, una moda. 

¿A qué arquitecto le encargaría la construcción de su propia casa?

Creo que a mí mismo. Sáenz de Oiza, a quien admiro mucho, decía que hacer un proyecto para uno mismo es lo más complicado que hay. Yo no lo creo. Permite experimentar cosas que para otros no puedes hacer.

El año que viene Barcelona será la capital mundial de la arquitectura. 

Barcelona es la primera ciudad de todo el mundo que por segunda vez ha conseguido esta capitalidad, porque la arquitectura catalana atesora mucho prestigio. Desde el modernismo catalán hasta hoy, pasando por el racionalismo o los años 80 y 90. Aunque hoy ya no estamos en la gran fiesta que hubo antes de los Juegos Olímpicos. 

¿Qué deberíamos enseñar al mundo?

Una cosa que es muy catalana: el seny. La arquitectura controlada, medida, que responda a las necesidades de la gente.