Uno de los motivos de convocar los premios es dar visibilidad a una profesión muy desconocida. ¿Qué es y qué hace un comisario de arte?
Es un profesional esencial para montar una exposición. Trabaja en sintonía con el artista o artistas -en el caso de que sea una colectiva- si son contemporáneos. El objetivo es dotar de un discurso conceptual el conjunto de obras de los diferentes registros artísticos. Los artistas se encuentran tan involucrados en sus proyectos que es necesario que un especialista aporte una mirada del exterior para seleccionar las obras más apropiadas.
¿El discurso conceptual no debe corresponder al artista?
No del todo porque tal vez hay numerosos conceptos que quieren expresar a través de sus proyectos. Además, si se trata de una colectiva hay que buscar un hilo conductor en el que se exponga, por ejemplo, un discurso de género, sobre temas medioambientales o lo que sea.
¿Todos los comisarios también son críticos de arte?
No siempre. Sin embargo, son profesiones que están totalmente relacionadas y yo personalmente pienso que desde el momento en que un comisario de arte dota de un discurso conceptual un proyecto, también tendría que ser capaz de describirlo de manera crítica.
¿Un artista puede fracasar si su exposición no está comisariada por un profesional?
Yo creo que sí, incluso uno bueno con una mala selección de sus obras y una exposición desprovista de un discurso. Por eso cada vez hay menos proyectos sin esta figura.
Las visitas guiadas organizadas por la Nit de l’Art tienen mucho éxito. ¿El público necesita que les expliquen las obras?
No sé si siempre es necesario, aunque es verdad que a veces hay obras contemporáneas que son un poco herméticas y el hecho de que un profesional dé una explicación ayuda a entenderlas. Estas visitas comentadas no solo favorecen la accesibilidad al contenido, sino que hacen que el arte contemporáneo sea disfrutado mucho más. A mí misma me ocurre. Me encanta ir como público y que los comisarios o los propios artistas sean los guías debido a que es muy enriquecedor, te descubren aspectos de los que no te habías percatado. Yo también he guiado visitas y los asistentes me han dado las gracias por todo lo que han aprendido.
Así no pueden decir de Miró: «Esto lo hace un niño pequeño».
Por ejemplo. Sucede mucho. A mí me encandila, ya que tiene obras tan sencillas y al mismo tiempo tan complejas que es una maravilla. Cuando pinta una mancha de color flotando en el lienzo expresa todo su universo, pero quizás la gente puede preguntarse que por qué el cuadro está casi vacío. Por eso las visitas comentadas complementan muy bien las exposiciones.
Las hojas de sala a veces son ininteligibles.
Nunca lo había pensado. Esta cuestión me hace reflexionar. Tal vez los profesionales estamos tan acostumbrados a manejar según qué discursos que nos creemos que son inteligibles para todo el mundo. Tomo nota para escribir las hojas de sala de la forma más accesible.
¿La savia joven en la profesión aporta un punto de vista distinto e innovador en las exposiciones?
El perfil de todos los comisarios que formamos la asociación es el de expertos en arte contemporáneo, que ya tiene un carácter innovador, aunque sí es verdad que los jóvenes aportan cosas nuevas a los séniors, tanto al descubrir artistas como en otros aspectos. Me encanta que sea tan intergeneracional porque nos nutrimos mutuamente. Estamos aprendiendo mucho todos.
El número de asociados se ha incrementado de 16 a 39 en los dos últimos años. ¿A qué se debe?
Creo que la respuesta es trabajo, trabajo y trabajo. Cuando acepté ser la presidenta de la asociación hace dos años, presenté un decálogo de objetivos y estoy satisfecha porque se ha cumplido alrededor del 70% gracias al equipo directivo que está conmigo. Una importante labor era visibilizar la ACCAIB y explicar que estar asociado repercute de forma positiva en la profesión.
¿Cómo ve la apuesta que hacen los actuales responsables políticos culturales por grandes nombres de las artes visuales?
A veces he escuchado críticas de artistas locales que dicen que hay un exceso de grandes nombres en detrimento de la gente de aquí. Sin embargo, a mí me parece que las instituciones lo están conjugando bastante bien. El Casal Solleric, la Miró y Es Baluard han organizado exposiciones muy interesantes de artistas mallorquines y es positivo que también apuesten por grandes nombres. Están demostrando un apoyo decidido a las artes visuales, lo que se agradece; y a nivel de los profesionales, ahora nos sentimos mucho más acogidos que en etapas anteriores.
¿De qué adolece esta etapa?
Aprovechando que actualmente existe una sensibilidad política en relación a las artes visuales, creo que también tendrían que reforzar las estructuras internas, tanto con un incremento de personal en los espacios públicos como agilizando todos los procesos administrativos y burocráticos. Hay determinadas gestiones que son desesperantes, kafkianas, y los profesionales las sufrimos. Asimismo, los procesos de apoyo a los artistas se podrían simplificar. En cuanto al personal de algunos espacios expositivos, según mi experiencia durante los últimos tiempos como comisaria de arte, he visto que los técnicos están sobrepasados por el trabajo.
¿Qué opina de convertir una parte del edificio de Gesa en uno de los llamados museos-franquicia?
Es un tema que en la Associació de Crítics i Comissaris d’Art de les Illes Balears (ACCAIB) no hemos sometido a discusión, pero a nivel personal no acabo de verlo nada claro. Tengo la impresión de que desde el ayuntamiento de Palma lo están enfocando más hacia el sector turístico que a fortalecer el tejido cultural de nuestra comunidad.
¿Y de la candidatura de Palma para ser en 2031 Capital Europea de la Cultura?
Pienso que si el esfuerzo que se está haciendo para lograrla sirve para fortalecer el sector cultural, bienvenida sea, aunque si el único objetivo es unir turismo y cultura, no le veo ningún sentido.
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