Durante décadas, en los pasillos de Wall Street se ha repetido la misma escena. Si querías saber en qué punto estaba la economía, bastaba con mirar al mercado de bonos. Los rendimientos eran un veredicto diario sobre la política fiscal de los gobiernos y los inversores que los movían recibieron un apodo casi cinematográfico, los vigilantes de los bonos.
Su poder era tal que podían disciplinar a cualquier país con una venta masiva que encarecía de inmediato la financiación estatal. Pero el guion ha cambiado. En 2025, los bonos ya no son los únicos que muestran el camino. Los metales preciosos, con el oro y la plata en máximos históricos, y el cobre con un rally inesperado, han tomado el relevo como indicadores de las tensiones económicas y geopolíticas que atraviesan el mundo.
Dólar y bonos ceden el protagonismo
El oro ha subido casi un 40% en lo que va de año y ha superado por primera vez los 3.600 dólares la onza. Por su parte, la plata ha alcanzado los 42,7 dólares, un nivel que no se veía desde 2011, con una revalorización superior al 46%. El cobre, menos glamuroso, pero más revelador para la industria, también escala posiciones con precios que reflejan la fortaleza de la demanda global y las restricciones de oferta. Señales que apuntan a un mundo en el que la confianza en el dólar se resquebraja, los bancos centrales buscan refugio y la fragmentación geopolítica reordena los flujos de capital.
El oro ha ocupado parte de las carteras reservadas a la renta fija porque refleja tensiones que los bonos no capturan con la misma claridad. Los aranceles impulsados desde Washington enfrían el comercio global y avivan la inflación.
Al mismo tiempo, la presión de la Casa Blanca sobre la Reserva Federal ha llevado a los inversores a temer tipos artificialmente bajos que, en el largo plazo, podrían disparar la inflación. Y no es todo, el dólar atraviesa su peor primera mitad de año en cinco décadas y se mantiene en mínimos de tres años frente a una cesta de divisas.
En este contexto, los bancos centrales se han convertido en protagonistas. Solo China ha añadido más de 20 toneladas de oro a sus reservas este año, elevando su total por encima de las 2.300 toneladas. En conjunto, el oro representa ya el 27% de las reservas de los bancos centrales, el nivel más alto en tres décadas, mientras que la tenencia extranjera de bonos del Tesoro estadounidense ha caído al 23% ciento, mínimo desde la crisis financiera de 2008.
El cobre aporta otro ángulo
Si el oro y la plata son barómetros del miedo, el cobre actúa como termómetro del crecimiento real. Su apodo de doctor cobre no es casual, ya que anticipa la salud de la economía mundial.
La subida del 16% en lo que va de año refleja una doble tensión. Por un lado, la electrificación global y la transición energética aumentan la demanda de un metal insustituible en cables y baterías. Por otro, la oferta limitada en países productores como Chile y Perú introduce una rigidez que amplifica cualquier repunte de consumo.
Cuando el cobre sube al mismo tiempo que el oro, los analistas interpretan que no solo hay temor a la inflación o al dólar débil, también se detecta un pulso real de la economía que sigue generando demanda.
Inversión en oro y plata a través de las grandes mineras
Para los inversores, el desafío es cómo traducir estas señales en estrategias concretas. El acceso directo a metales suele estar limitado a grandes actores, pero el mercado ofrece vías indirectas que han cobrado protagonismo.
Firmas como Berenberg han identificado compañías mineras con potencial para aprovechar el rally. Endeavor Mining se perfila con un crecimiento sólido en beneficios y una política de devolución de capital atractiva. Fresnillo destaca como puerta de entrada al repunte de la plata y promete dividendos extraordinarios. Wheaton Precious Metals ofrece menor riesgo con un crecimiento del volumen estimado en más del 30% entre 2025 y 2028. Pan African Resources, Resolute Mining y Hochschild completan la lista de nombres que los analistas ven con recorrido, aunque cada una con sus particularidades de riesgo geográfico y operativo.