… y es del Cantalpino, emulando la crónica dedicada por Gregorio Corrochano al Niño de la Palma al quedar encantado de su arte la primera vez que lo vio, con motivo de la presentación del rondeño en la vieja plaza de Madrid.

Ismael Martín, que es del pueblo de Cantalpino y ayer estaba arropado por todos sus paisanos, ya no necesita presentación. De hecho, fue el triunfador de la pasada feria de Salamanca de la que se llevó a su casa 5 trofeos, sin olvidar de más repartidas por España y América. Aunque este año le haya tocado vivir la injusticia de ir en un cartel arrinconado, lejos de sus méritos en la arena, porque los triunfadores se ganan las tardes de postín. Sin embargo, Ismael Martín, en su comparecencia de ayer no se arredró y salió a darlo todo, consciente que era necesario otro golpe en la mesa de la reivindicación, algo a lo que a fin de cuentas ya está acostumbrado. Porque a Ismael Martín en sus inicios y tiempos de novilleros no se le dedicaron los grandilocuentes titulares que han tenido otros toreros de la tierra y la mayoría de quedaron en el camino. Todo lo que tiene lo ha logra él, fruto de su trabajo y dedicación, además de estar apoderado por gente seria y profesional como son Ángel Manuel Castro y Nacho Matilla, amigos de las cosas bien hechas por el camino del trabajo y de hacer poco ruido.

De ahí que ahora el sabor del éxito sea más grande y se digiera mejor, sabedor que va en el camino correcto. Por eso fue un gustazo verlo otra vez triunfando a lo grande, donde la faena a su primero vellosino fue de las que van a estar ahí, como una de las mejores del ciclo. Una faena brindada a Pepe Valrubio y Mari Tere, su esposa, ganaderos que tanto han velado por su carrera y con un desarrollo colosal de principio hasta el final. Porque Ismael Martín atesora una enorme capacidad y desparpajo para relucir un montón de quites, todos con vistosidad y torería; con la muleta es listo, tiene recursos y facilidad, junto a algo fundamental, como es la espada, hasta el punto que hacía mucho que, en Salamanca, donde en general en los últimos tiempos la espada ha sido una cruz para la mayoría, él se contundente y efectivo realizando muy bien la suerte.

Luego tiene algo más que le está dando sitio y acceso a muchos carteles, su capacidad banderillera. ¡Aquí parece más de la escuela portuguesa o valenciana! Con los palos en la mano es un espectáculo con variedad, colocación y capacidad para llegar al público que acaba puesto en pie. Ya digo especialmente son el tercio de banderillas y la espada algo que lo han hecho volar más alto y tener cada día mejores cartas para jugar en la partida del toreo.   

Y es que en esta tierra tampoco se han proliferado diestros que pusieran banderillas. A bote pronto uno recuerda al ribereño José Rubén, quien en sus tiempos de novillero, cuando lo apoderaba Vicente de la Calle, era un espectáculo en esas temporadas que reinaba aquel cartel de los banderilleros llamado el salvaferias. También Porritas de Guijuelo, en sus tiempos de matador tuvo en los palos el punto fuerte; al igual que José Luis Barrero, quien también destacó en esta suerte antes de cambiar el oro por lo plata. Alla por finales de los 80 y principios de los 90, un torero que surgió de Alba de Tormes llamado Aniano Sánchez El Charro de Tormes también se hizo aplaudir mucho en este tercio, en el que basó su pasó por los ruedos.

Vaya desde aquí este brindis a Ismael Martín, quien ayer volvió a demostrar que tiene armas suficientes para estar en la trinchera de la primera línea. Y es que si todo sigue un desarrollo normal, este chaval de Cantalpino, pronto estará en las ferias

APÉNDICE

Abría la tarde Damián Castaño, quien volvió a sufrir el triste dolor del percance. Desde aquí todo nuestro ánimo y feliz recuperación para que pronto vuelva a saborear el dulce sabor del éxito. Por cierto, del mexicano Diego San Román, pese a que se arrimó y dio la cara, tampoco aportó nada. Ni trajo a nadie y su lugar debió haber sido ocupado por un torero de la tierra. Por ejemplo una despedida a Javier Castaño, más que merecida, ante sus paisanos. O la presencia de Manuel Diosleguarde, quien pide paso en los carteles con torería y entrega.