Hay corridas históricas que quedan reflejadas en las crónicas y el indulto de ‘Buenasuerte’ convirtió a la tercera de Feria en una de ellas pero eso lo narran las crónicas y más allá hay gestos que sostienen una corrida como si fueran pilares invisibles: el paseíllo que abre la tarde, la montera que toca la arena, el capote que se dobla con paciencia, la muleta que se ofrece al toro como un puente.

En Salamanca, en la tercera corrida de la feria, esos rituales se repitieron con toros de Garcigrande y tres toreros distintos en su manera de interpretarlos: Emilio de Justo, con la seriedad de quien busca la pureza y que desde ahí consiguió encender la Plaza como nunca hasta ahora en esta Feria; Juan Ortega, dueño de la lentitud y la gracia; y Roca Rey, con la electricidad que sacude hasta el último asiento del tendido.

Pero la liturgia no está solo en el ruedo. También habita en los tendidos, donde cada generación reconoce esos gestos a su manera. El niño que pregunta qué significa que la montera se quede boca arriba. El joven que aguarda el muletazo lento para atraparlo con el móvil. El veterano que, sin necesidad de palabras, asiente porque sabe que ahí está el toreo de siempre. Alrededor, abanicos que se abren al unísono, manos que aplauden con fuerza, pañuelos que brotan blancos para pedir la oreja: toda una coreografía popular que acompaña la lidia como un eco constante.

Así se fue tejiendo la tarde: con los gestos solemnes de los protagonistas y con los gestos cotidianos de quienes los miran. La corrida se vivió en el ruedo, pero también en los tendidos, donde cada edad añadió su propia lectura al rito. Entre arena y piedra, Salamanca volvió a reconocerse en su feria y también en los asientos con muchas caras anónimas y otras reconocibles para el ‘mundillo’ como Schuster, que acudió junto a su mujer, Javier Valverde, Silvestre y Modesto Sánchez. Tampoco faltaron Gonzalo Sendín al que Roca Rey dedicó el sexto, Carlos García Carbayo con su mujer siempre atenta a cualquiera que la salude o le pida la foto, Eloy Ruiz o el mismísimo Miquel Barceló.