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El envío de tejidos y células madre humanas a la órbita terrestre baja ha puesto de manifiesto un fenómeno inquietante: los tejidos muestran un proceso de envejecimiento acelerado bajo condiciones de microgravedad. Este hallazgo representa un obstáculo añadido para los planes de Elon Musk de llevar astronautas a Marte.
La investigación fue desarrollada por un equipo de la Universidad de California en San Diego, que diseñó un avanzado sistema de biorreactores para mantener vivas y en observación células madre hematopoyéticas. Dichas muestras fueron transportadas en misiones de reabastecimiento de SpaceX y permanecieron entre 32 y 45 días en la Estación Espacial Internacional.
Efectos de la microgravedad en los tejidos humanos
Los resultados reflejaron un aumento en la producción de proteínas inflamatorias, lo que sobrecarga a las células y limita su capacidad de regeneración. Además, se identificó un acortamiento de los telómeros, estructuras clave en la longevidad celular, y la reactivación de fragmentos de ADN que normalmente permanecen inactivos, un proceso que compromete la estabilidad genética.
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— ScienceAlert (@ScienceAlert) September 11, 2025
Estas modificaciones coinciden con cambios biológicos que en la Tierra suelen asociarse al envejecimiento y a un mayor riesgo de enfermedades. Tal como explicó la doctora Catriona Jamieson, “el espacio es la prueba de resistencia definitiva para el cuerpo humano”, una descripción que refuerza la importancia de proteger la salud de los astronautas en misiones prolongadas.
Un atisbo de esperanza
Los científicos también constataron que al regresar a la Tierra, y tras cultivarse en médula ósea joven, parte de las alteraciones celulares comenzaron a revertirse. Esta observación abre la posibilidad de diseñar terapias que mitiguen el impacto de la microgravedad y la radiación cósmica, tanto en la exploración espacial como en el estudio del envejecimiento en la Tierra.
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R. Badillo
El trabajo, publicado en la revista Cell Stem Cell, confirma que los viajes interplanetarios no solo enfrentan desafíos técnicos y de ingeniería, sino también complejas barreras biológicas que deberán resolverse antes de pensar en una colonización marciana segura. Lo mismo se puede aplicar a los futuros intentos de establecer bases humanas permanentes en la Luna.