En los últimos años pocos medicamentos han generado tanta expectación como el Ozempic. Este fármaco, desarrollado inicialmente para tratar la diabetes tipo 2, se ha convertido en una especie de revolución paralela al ser utilizado por miles de personas con un objetivo distinto: perder peso de manera rápida y aparentemente sencilla. Las redes sociales, los foros de salud e incluso celebridades han contribuido a extender la idea de que basta con una pluma semanal para adelgazar sin grandes sacrificios.

Pero a medida que se ha popularizado su uso fuera de la indicación original, también han surgido voces que alertan sobre los riesgos. Una de ellas es la del médico cordobés Antonio Escribano: especialista en endocrinología y nutrición, que ha mostrado su preocupación por lo que considera un uso indiscriminado de este fármaco con fines estéticos.

En una entrevista en el programa La Tarde de COPE, conducido por Pilar García Muñiz, Escribano advertía con rotundidad de sus riesgos: “El Ozempic u otras marcas tienen unos efectos secundarios que van de una pancreatitis a problemas de vista, pasando por hipoglucemias o complicaciones en la vesícula”. El endocrino recordó además que la semaglutida, principio activo de este medicamento, fue diseñada para regular los niveles de insulina en personas con diabetes, no para convertirse en una herramienta exprés contra la obesidad.

La valoración de Antonio Escribano sobre Ozempic

El especialista fue claro: aunque muchas personas toleran bien el fármaco, cada vez se acumulan más casos en los que los efectos secundarios dejan de ser molestias leves para transformarse en complicaciones graves. Y, lo que es más inquietante, el famoso “efecto rebote”. Según explicaba al suspender el tratamiento el organismo deja de producir de manera natural las sustancias que reducen el apetito y se dispara la sensación de hambre, lo que lleva a recuperar todo el peso perdido en muy poco tiempo, a veces incluso más del inicial.

Escribano criticaba también el uso frívolo de estos medicamentos en personas que buscan bajar unos pocos kilos por motivos estéticos: “Hay pacientes que me piden Ozempic para perder 5 o 6 kilos antes de una boda o del verano. Eso no merece la pena”.

En su opinión detrás de esta moda se repite una historia que ya ha visto a lo largo de casi cinco décadas de carrera: productos milagro para adelgazar que terminan siendo retirados del mercado por sus efectos nocivos, desde las anfetaminas de los años 60 hasta fórmulas con hormonas tiroideas o incluso cápsulas con tenias intestinales.

El endocrino resumía la cuestión con una advertencia difícil de maquillar: “No merece la pena arriesgarse a una bomba para perder unos kilos”. Y frente al ruido que rodea al Ozempic y otros medicamentos similares, defendía lo que para él sigue siendo la clave de cualquier proceso de pérdida de peso: aprender a comer mejor y ajustar la ingesta de calorías al gasto energético.

“La ansiedad no engorda; engorda comer por ansiedad. El estrés no engorda; engorda comer para paliar el estrés”, explicaba, insistiendo en que, aunque el cuerpo pueda tardar en reaccionar, “el organismo no le gusta que le hagan trampas”.