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La sala donde el Bosco se cita con Botticeli: norte y sur dialogan en Valencia
AArte y diseño

La sala donde el Bosco se cita con Botticeli: norte y sur dialogan en Valencia

  • 16/09/2025

A la derecha, un Ecce homo de sombrío aspecto, casi intimidante, recibe al visitante que acceda a la nueva sala del Museo de Bellas Artes … recién inaugurada para exhibir sus fondos de pintura renacentista; justo al lado, otra imagen inmortaliza una figura similar, en las antípodas de la anterior: la misma iconografía, resuelta sin embargo como si ambas obras fueran hijas de dos movimientos artísticos distintos. Y, sin embargo, algo en ellas las hermana. Un intangible, tal vez. Un espíritu más o menos análogo que condujo a los dos artistas a quienes debemos ambas maravillas (el flamenco Albrecht Bouts y el italiano Giovanni Antonio Bazzi, en orden de aparición) a fijarse en esta clase de escenas, cuya representación tan distinta explica el carácter del conjunto de piezas que se exponen en la sala. Una manera de encontrarse el norte de Europa con el sur del continente en un contexto histórico muy delicado, tumultuoso y a la vez fértil. Un diálogo entre culturas que justifica la apelación a esa conversación entre norte y sur cuya esencia se percibe en el propio diálogo que mantienen dos cumbres del arte de ese tiempo: una delicada obra de Botticeli mira desde una pared a un descomunal lienzo de El Bosco. El resultado, una cima de nuestra cultura.

No por casualidad las dos pinturas encuentran acomodo desde ahora en las dependencias de la pinacoteca valenciana, porque la ciudad es un lugar muy pertinente para estimular esa reflexión compartida a través de los ricos fondos que atesora su mejor Museo. A esta cita entre la mirada mediterránea y luminosa con que Botticeli facturó su admirable retrato de Michel Marullo Tarnaciota, cedido para la exposición por la familia Guardans Cambó, y el deslumbrante trío de piezas que configura el Tríptico de la Pasión debido al genio de aquel Jheronimus van Aken que pasó a la historia como El Bosco, se llega luego de superar otras dos estancias que forman parte de la misma narrativa: una renovada manera de invitar al público a conocer los tesoros que destila una entidad empeñada en resaltar la enorme riqueza de sus fondos, al servicio de una puesta en escena que conmueve a la vez que sorprende.

Imagen principal - La sala donde el Bosco se cita con Botticeli: norte y sur dialogan en Valencia

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A esa capacidad para detonar una reacción de cierta perplejidad en el visitante ha aludido este martes Pablo González, director del Museo, cuando mencionaba el orden cronológico inverso con que se propone esta nueva ruta dentro del caserón de San Pío V. A la sala se llega tras superar los hermosos corredores donde nos saluda la historia del arte en su mayor esplendor, paredaña con otras que avanzan según ese itinerario un punto desconcertante que citaba González: de atrás hacia adelante, la visita desemboca en esta oportuna reflexión entre la convivencia de culturas (el poderoso norte, el sutil sur) que nunca termina de fructificar y no hace falta más que leer LAS PROVINICIAS o asomarse al telediario para comprobar que estamos ante un conflicto viejo como el mundo, de momento sin solución pacífica. Mientras llega ese día en que prospere un universo compartido, las obras de los maestros flamencos e italianos sirven como incierta ayuda: la conjunción de sus respectivos artes como una apuesta por retratar un mundo siempre en transformación, como el caso del suyo, donde habitaba sin embargo más de un denominador común.

Porque además de las aportaciones propias de los maestros (y sus obras, igualmente maestras) reunidas en la sala, al esclarecedor desenlace entre las dos aportaciones artísticas se suma otra evidencia: que observarlas es además una armoniosa vía para conocer lo que vino después, ese Barroco bien representado también en otras dependencias del Bellas Artes. Pilar Tébar, secretaria autonómica de Cultura, se ha referido precisamente a esa circunstancia: a observar cómo todas estas pinturas reunidas en la recién estrenada sala «cambiaron el rumbo» del arte de su tiempo. Palabras apuntaladas por González, para quien la apuesta encarnada en esta exposición debe leerse como reflejo del compromiso de contar el Museo «lo mejor posible». Es decir, no sólo exhibir sus fondos, sino dotar de una intención más trascendente a la visita. Una manera «más didáctica» de exhibir «nuestras fortalezas», según su punto de vista: el propósito que cumplen las piezas que saludan desde una sala donde se citan todas estas cumbres del arte y saluda también la historia: cuando el norte conoció al sur y se citaron en Valencia.

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