¿Pero qué vio entonces Robert Redford para tirarse a la piscina (o al río) con él? “Era el personaje que yo habría interpretado de joven, aquel que la gente ve como un chico de oro, pero que tiene un lado oscuro”, contó a Esquire en 2017. “Sentía que necesitábamos a alguien que pareciera un chico de oro pero luego descubrieramos que tiene un defecto que lo conduce al fracaso. Él era capaz de transmitir eso. Cuando llegó la primera vez, había algo en su apariencia. Dije: ‘Sí, mírale. Este va a triunfar».
Pitt no solo está agradecido a Redford por haberle dirigido en una película que se convirtió en un éxito de crítica y público y que terminó de lanzar su carrera, sino también por lo que le inspiró a la hora de rendir como intérprete: “Él fue uno de mis héroes de infancia. Sin duda, creo que está muy infravalorado como actor”, declaró a Collider en 2020. «Él fue un impulsor del naturalismo, la manera en la que hablaba por encima de otros actores, la manera en la que hacía avanzar la trama en Los tres días del cóndor era simplemente fascinante. Estoy seguro de que cada día intentaba impresionarlo un poco más [durante el rodaje de El río de la vida]. Debería haberme centrado más en el papel en sí. Fue un honor para mí».
Brad Pitt, Jennifer Aniston y Robert Redford en el Festival de Sundance de 2002.J. Vespa/Getty Images
Los paralelismos entre el físico y lo que transmitían en pantalla el Brad Pitt de entonces y el Robert Redford de joven eran evidentes y la prensa del momento incidió mucho en ello. Ambos tenían desde luego bastantes cosas en común. Entre ellas, las ganas de trascender su imponente presencia para demostrar su valía como actores.
“¿Ves similitudes con él, en el sentido de que ambos habéis elegido películas en los que vuestro físico no es la clave?”, le preguntó James Mottram a Redford en una entrevista para la BBC en 2001.