«El mejor embajador de Aliste«. Este es el cariñoso apodo con el que el francés Bernard Chenot es más conocido en la comarca zamorana de la que ha captado numerosas fotografías durante sus rutas en bicicleta para divulgar sus pueblos y parajes naturales a través de las redes sociales.
Chenot, que nació el 3 de marzo de 1952 en Condom, se siente un alistano más porque, como reconoce, los vecinos «me han acogido y me han aceptado» y, además de participar activamente «en todas las juergas a las que me invitan», ha entablado amistad con muchos alistanos. Durante cuatro o cinco meses al año reside junto a su esposa, Mari Carmen Queipo, en Figueruela de Arriba. El resto del año vive en Narbonne, municipio francés que pertenece al departamento de Aude y situado a unos 90 kilómetros de la frontera española de La Junquera en Cataluña.
Dos años antes de conocer a su esposa, en 1973, Chenot trabajaba en Correos en París. A partir de 1982 pasó a formar parte de la plantilla de Telecomunicaciones en Narbonne que, 14 años después, se transformó en France Telecom y en el año 2000 comenzó a denominarse Orange. En el operador de telecomunicaciones francés trabajó en el área de comunicación interna, desde la que se encargaba de la edición de una revista para los empleados de la zona. Posteriormente, con la expansión de Internet, se dedicó a escribir para la web en la que publicaba textos y fotografías.
Su trabajo en la compañía le permitió participar en encuentros e intercambios entre los servicios de comunicación con Teléfonica España. En una etapa posterior, trabajó en los años 2004 y 2005 en un diario local de Narbonne, «Perpignan L’Independant», en el que escribió artículos y publicó fotografías en las páginas de Deportes. En 2010 llegó el momento de jubilarse y de disfrutar de la vida de otra manera, pero con la misma intensidad. Descubrió Aliste de la mano de su mujer, a la que conoció en 1975 en la Costa Brava durante unas vacaciones de verano en Tossa del Mar, localidad en la que un año después la pareja selló su enlace nupcial.
Chenot y su esposa Mari Carmen Queipo / Cedida
El contacto de Chenot con Aliste surgió a raíz de que el padre de su mujer, en segundas nupcias y tras quedarse viudo, se casara con una «hija» de Figueruela de Arriba, matrimonio que acercó a Queipo a tierras alistanas. Desde 1977, Chenot y su esposa pasan sus vacaciones en Figueruela de Arriba, viajes en los que, años más tarde, los acompañaron sus hijas Magali y Olivia. Su plena integración en tierras alistanas propició que, en 2010, Chenot y su mujer decidiera comprar una casa en Figueruela de Arriba que reformaron con la ayuda del sacerdote Marcelino Gutiérrez. Desde entonces, disfrutan de una vida plácida y tranquila en el pueblo alistano durante varios meses al año, desde finales de abril hasta primeros de julio y, desde el 15 de septiembre hasta primeros de noviembre, cuando «comienza a hacer frío» y regresan a Narbonne.
Durante sus prolongadas estancias en Figueruela de Arriba, Chenot emplea parte de su tiempo libre en realizar rutas ciclistas por la comarca durante las que practica otra de sus grandes aficiones, la fotografía. Para captar las imágenes, dispone de un maillot provisto de una cámara con la que inmortaliza rincones de los pueblos y parajes naturales que recorre y que, posteriormente, publica en su perfil de Facebook. Su pretensión no es otra que divulgar los atractivos de la comarca y acercar Aliste a aquellos «hijos» que tuvieron que emigrar y que, a través de sus fotografías, rememoran recuerdos y vivencias en su tierra natal. En la red social suma alrededor de 2.300 seguidores que, como subraya, el 95% nacieron o descienden de Aliste y muchos de ellos residen en otros países a los que emigraron.
Así, entre sus seguidores, figuran hombres y mujeres que descienden de alistanos y que viven en diferentes países de América del Sur, Holanda, Alemania, Suiza, Italia o Francia y que, incluso, le envían mensajes para darle las gracias por publicar fotografías que les permiten recordar la tierra de sus antepasados. Otros se atreven a pedirle favores tan personales como hacer fotografías de las casas en las que vivieron sus antepasados o de familiares que siguen residiendo en Aliste para no perder el contacto con sus raíces. Otros llegan más lejos y le piden ayuda para localizar a miembros de su familia.
«El mejor embajador de Aliste»
Además, en sus rutas ciclistas, vecinos de los distintos pueblos le paran para preguntarle si es el «francés de Facebook» y le abren de par en par las puertas de sus casas o las de sus bares para agradecerle la labor de difusión que realiza de una tierra relegada al olvido. Su afición al ciclismo le ha permitido descubrir «zonas preciosísimas» de Aliste. Una de las que ha descubierto recientemente es la playa en la que se ha reconvertido la antigua cantera de San Vicente de la Cabeza y, entre los pueblos más bonitos de la zona, destaca Santa Cruz de los Cuérragos, Riomanzanas o La Torre de Aliste.
Aunque la vida en muy diferente en Aliste y en Francia, Chenot encuentra ciertas similitudes con el pueblo próximo a los Pirineos en el que nació y en el que aprendió a valorar el trabajo de los campesinos y la naturaleza. Por este motivo, junto a su mujer, participa activamente en la vida de los pueblos de Aliste y, además de «ayudar a la gente mayor», comparte aficiones muy arraigadas en la comarca como su folclore. Así, siempre que puede, disfruta de las actuaciones que ofrecen agrupaciones locales como «Manteos y Monteras», «Gaita y más» o «Folkgorio Alistano».
Chenot con Francisco Sanabria y Pedro Iglesias recorriendo Aliste en bicicleta / Cedida
De hecho, se confiesa seguidor de músicos como Luis Antonio Pedraza, Vanesa Muela, Carlos Núñez o Alberto Jambrina, folclorista con quien ha compartido recientemente una «merienda» en Figueruela de Arriba, aderezada con música tradicional. Además, destaca la calidad de los productos locales de Aliste que degusta en muchas ocasiones gracias a la generosidad de sus vecinos que le agasajan con los que recolectan en sus huertas, y que marida con vinos que elaboran las bodegas de Figueruela de Arriba y de Abajo.
Chenot defiende la necesidad de mantener la vida de los pueblos, aunque es consciente de que la despoblación es un grave problema del medio rural y que durante su estancia en Aliste constata con asiduidad cuando asiste al funeral de amigos o cuando en su recorrido por sus pueblos comprueba que muchas de sus casas están derribadas. Por este motivo, aplaude las iniciativas impulsadas por algunos pueblos que intentan retener a sus jóvenes y atraer a otros habitantes para que el corazón de Aliste siga latiendo.
El ciclismo forma parte de la rutina diaria de Chenot en Figueruela de Arrriba. Cada día, si las condiciones meteorológicas le permiten salir con la bicicleta, completa diferentes rutas de entre 40 y 50 kilómetros, acompañado en la mayoría de las ocasiones por dos amigos de Figueruela de Abajo, Francisco Sanabria Cunquero y Pedro Iglesias Salas. En estas escapadas con la bicicleta, los tres amigos recorren los pueblos «de un lado y otro de la Sierra de la Culebra» y acostumbran a parar en los que han logrado mantener resquicios de «vida social» como sus bares, de los que destaca la importante función social que cumplen en un territorio cada vez más amenazado por la despoblación.