Raimundo de Madrazo, nieto, hijo, hermano y cuñado de pintores, tenía su carrera marcada prácticamente desde la cuna, pero decidió ir por libre. En lugar de dedicarse a grandes composiciones históricas, que es lo que daba prestigio y premios académicos, se fue a formar a París y nunca regresó.
Pintor costumbrista y excelente retratista de la alta sociedad de su época, perteneció a la tercera generación de una de las familias más significativas de la pintura española del siglo XIX. Su abuelo fue el director del Museo del Prado, José de Madrazo Agudo y su padre, Federico de Madrazo Kuntz.
En su día, la obra de Madrazo (1841-1920) fue símbolo de refinamiento en los círculos sociales internacionales, aunque luego quedó relegada por el auge de nuevas corrientes artísticas. Además para los franceses era español y para los españoles vivía alejado a las orillas del Sena.
Más de cien cuadros
La exposición Raimundo de Madrazo, organizada por la Fundación Mapfre y el Meadows Museum, SMU, deDallas, reúne más de cien obras e incluye pinturas inéditas descubiertas durante la investigación para el montaje que se puede ver en el Paseo de Recoletos de Madrid desde el 19 de septiembre al 18 de enero.
Contemporáneo de Manet y los impresionisas, vio el auge de las vanguardias, pero nunca quiso subirse al tren de la modernidad. «Se quedó toda la vida como un defensor del preciosismo de las telas, las carnaciones, el retrato mundano, el saber estar, la elegancia eterna, porque eso era lo que le daba de comer», explica a RTVE.es la comisaria de la muestra, Amaya Alzaga.
Entre los personajes ilustres que plasmó con sus pinceles aparecen la reina María Cristina de Habsburgo-Lorena, miembros de la Casa de Alba, políticos y la actriz María Guerrero caracterizada como Doña Inés, un cuadro que pertenece al Museo del Prado.
La modelo Aline Masson
Una sala entera se dedica a la modelo del artista, Aline Masson, que posa para Madrazo en innumerables composiciones. Pese a ser retratada con profusión por el pintor, no hay registros documentales que nos aporten algún dato biográfico de la musa, salvo una referencia en una carta en la que se envian recuerdos a «Mademoiselle Aline».
‘Aline Masson’, finales de 1870, de Raimundo de Madrazo, colección particular. © Pablo Linés
Se cree que era la hija del conserje de la residencia parisina del Marqués de Casa Riera, cuyo jardín trasero daba al primer estudio de Madrazo en la rue Billault.
En el cuadro Una boda parisina, encargado por el millonario norteamericano William Henry Vanderbilt, el periodista Pedro de Prat, plasmado al fondo de la composición como el marido, describe la elaboración del lienzo: «La novia, de elegante tul, y llevando a profusión en la falda, en la mano, en la cabeza, tupidos ramos del simbólico azahar, es la legendaria y cual nunca graciosa y bella Aline«. El niño es el hijo del pintor «el inteligente y discretísimo Cocó».
La comisaria de Raimundo de Madrazo confiesa que siente predilección por un pequeño cuadro de la modelo, Aline de azul, fechado en torno a 1885, de la misma época que una foto dispuesta a su lado. Alzaga cree que, por sus dimensiones, no estaba destinado a la venta y fue una especie de regalo de despedida en el que la mujer mira con orgullo a los ojos del espectador.
Nonchalance
Una sala entera está dedicada a la nonchance, una cierta «indolencia, el dolce far niente de los italianos, en el que las mujeres pasan la vida, pues luciendo la ropa o deshojando margaritas sin tener mucho más que hacer». Alzaga apunta que se refleja el cambio social de la mujer acomodada del siglo XIX que «ya no tiene que ocuparse de la casa ni de los niños por la aparición del servicio doméstico y de las nodrizas, y es más instruida, sabe leer, estar en sociedad y acude al teatro«.
La curadora describe que los cuadros de Madrazo se van despojando de detalles anecdóticos y acaban centrándose en el rostro de las mujeres que retrata, pero también se muestran las toilettes: «mujeres vistas a través del ojo de la cerradura con excusas historicistas que permiten esconder el erotismo en el siglo XIX, como plasmar los chapines, los gorritos de la Corte de de Versalles para que parecieran imágenes de historia», en un desnudo del Museo del Prado.
El tema histórico como pretexto para exhibir desnudos femeninos es más evidente en la recreación de la afrenta de Corpes, una tela en la que la languidez de los cuerpos de las hijas del Cid remite a una sensualidad propia de odaliscas en un serallo.
‘Las hijas del Cid’, circa 1865, Raimundo de Madrazo. © Foto Gasull
La portada del catálogo es el cuadro Muchachas en la ventana, un lienzo que para Amaya Alzaga es «una de las obras maestras del Metropolitan. Tras siglos de ser observadas, la sociedad empieza a permitir que las mujeres se asomen a la ventana, a mirar ellas sin ser vistas. Y este es un cuadro bellísimo que dialoga muy bien con la tradición española de Murillo o Goya, que pinta también las mujeres en la ventana».
‘Muchachas en la ventana’, c. 1875, Raimundo de Madrazo. © The Metropolitan Museum of Art/Art Resource/Scala, Florence
Raimundo de Madrazo hizo giras pictóricas por Estados Unidos para retratar a clientes adinerados y pasó los últimos años de su vida en Versalles, donde pintó los jardines. Aquejado por la enfermedad intentó terminar el gran lienzo del Recibimiento de Colón por los Reyes católicos, pero no lo logró. Acabó sus días como un «muerto ilustre», pero sus cuadros siguen llenos de vida.
Detalle de ‘Autorretrato’, 1901, de Raimundo de Madrazo © Michael Bodycomb