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La bondad vence a la envidia
LLibros

La bondad vence a la envidia

  • 17/09/2025

La literatura, la creación, es una vía para soportar el fracaso de la realidad. Ningún artista está exactamente conforme con su obra, como ningún ser humano está perfectamente conforme con su vida. Siempre hay aristas. La obra de Manuel Vilas intenta superar los vaivenes del fracaso: como escritor, como padre, como hijo, como marido, como persona, como poeta. En el poema Los nadadores nocturnos escribe: “Bajo el agua parece que el fracaso no existe”. Y frente a ello, la bondad y el amor son algo más que antídotos, son imperativos. Ser bueno debe ser una obligación. La envidia no es el camino. La bondad vence a la envidia. Por eso es necesario agarrarse a “la alegría, no tanto a la felicidad”, dice el escritor, que acaba de estar este fin de semana en Santiago del Teide (Tenerife) para hablar de El mejor libro del mundo, en el marco de la primera edición del festival Santiago de Letras. 

Según el autor de Ordesa, novela traducida a más de 20 idiomas, la felicidad es un edificio moldeado por “el capitalismo”, al que el escritor abraza para decir: puedo contigo, puedo con esa idea de progreso, puedo con el dinero, puedo con las cenas, las invitaciones, los viajes y con el confort de los hoteles que me hacen creer que esto es la felicidad. Es un invento la felicidad, como son las ciudades, “invenciones de los hombres, ingratas y amarillas, artificiales y aterrorizadas, como todos los seres humanos que la crearon”, escribe en el poemario Roma. Es un invento creer que podemos con todo, porque necesitamos de la compañía de los otros. “Que te espere alguien en algún sitio es el único sentido de la vida, y el único éxito”, dice en Ordesa. 

En la alegría -explicó en una feria del libro instalada en la plaza de la iglesia- hay un desprendimiento de toda pretensión, de toda intención, hay un habitar despreocupado en el presente, precisamente donde siempre se nos hace complejo estar. Esta alegría, como la bondad, “debe ser una obligación”, frente a un mundo de tragedia, destrucción, pero también de luz, porque hay mucha luz en el mundo, y hay una poesía que nos salva del ruido. Hay incluso luz si quitas las capas que cubren el fantasma del capitalismo, porque la luz es anterior. “Luz, eres siempre la misma”, escribe en el poema La Luz sobre Florencia.

Habló Manuel Vilas de la importancia de transmitir esa alegría, de la bondad y del amor, como acto “de compartir”, frente a las tormentas que azotan todo cuerpo, porque todo cuerpo, si está vivo, pasa por los territorios pedregosos del “miedo, la depresión o la ansiedad”; pero es un pasar, aceptar y seguir, no es un quedarse, regodearse en su gravedad, porque la gravedad hunde, no posibilita, arruga, entierra. “Si yo me enfadara en una entrega de premios porque me han confundido con Manuel Rivas, cosa que ha pasado más de una vez, pues imagínense, en lugar de tomármelo a la tremenda, pues me río”, dijo. Porque “la vida es también comedia”, contó, y la comedia está conectada a la alegría. 

El escritor ha vuelto a este Valle de Santiago después de que lo pisara por primera vez junto a sus padres en los setenta. “Somos parte también de lo que nuestros padres nos han dejado”, explicó. El hambre, unida a la España de la posguerra, de la necesidad , es un rastro que se ha quedado en su generación.“Las generaciones de ahora, por fortuna, no saben lo que es el hambre, nuestros padres sí”. Queda una huella en Vilas de la España que luchaba contra el hambre. Porque el hambre era sinónimo de fracaso.  

En En el mejor Libro del mundo, el autor intenta escribir el mejor libro del mundo. Obviamente no lo consigue, pero lo acepta, como acepta la culpa y la vergüenza que todo ser humano ha podido sentir a lo largo de su existencia. “Lo importante es que ahora ya me da igual; quiero decir que lo comprendo , y al comprenderlo descanso de ese vértigo de la culpa y del castigo”, escribe. El libro, entre otras cosas, cuenta esa aceptación de toda tormenta interior, de toda mentira, porque “nos mentimos hasta la abominación”. Así, abre el autor la ventana que permite la alegría, el amor y la bondad, y que permite llegar a sus lectores, porque “un escritor sin lectores es el alma en pena más grande del universo” .     

El Festival Santiago de Letras está organizado por el Ayuntamiento de Santiago del Teide y la gestora Atlántida Cultural. Según su web, “nace con la intención de hermanar al municipio con el pueblo gallego de Miño y su festival cultural EnCaMiño, mediante un intercambio de autores, actividades y experiencias vinculadas al Camino de Santiago”. 

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