Cuando hemos traspasado el ecuador de la temporada taurina 2025, procede pararse a desbrozar el cómo, cuando y por qué de la borrachera triunfal que acampa en la mayoría de plaza de esta piel de toro.
Las crónicas de la mayoría de críticos “agradaores” especialistas en, por una parte esconder realidades y por otra parte elevar a los altares las vulgaridades y manipulaciones que presenciamos, nos muestran que los indultos, puertas grandes, máximos trofeos etc. son el denominador común en la mayoría de las tardes de toros.
Pero el aficionado veterano acostumbrado a saborear la excelencia de un arte singular que combina una estética sublime con el riesgo de que la muerte aparece en cualquier momento, se restriega los ojos cuando comprueba que la estética, salvo Morante y pocos más, prácticamente ha desaparecido de los ruedos y que el riesgo y la emoción se ha minimizado a cotas impensables.
El aficionado que en buen número deserta de los tendidos no traga esta tauromaquia “moderna” que nos imponen, primero los que viven de la Fiesta y segundo una administración publica que debe velar por la pureza del espectáculo, el rigor reglamentario y en gran medida mira para otro lado pues una plaza de toros con aplauso fácil y escasos conocimientos taurinos de los espectadores a los políticos de turno les priva una barbaridad.
El aficionado harto de tanto triunfalismo, de tanto monopolio empresarial y de tanto toreo industrial se pregunta CÓMO se ha llegado a esta situación.
Analizar el CÓMO podría llevarnos a escribir un tratado de tauromaquia. Los tiempos cambian unas veces para mejor y otras no. El arte de torear conlleva un riesgo de muerte real. Aquí se muere de verdad. La naturaleza humana tiende a buscar niveles de comodidad, entonces es muy lógico que los taurinos agreguen “agua” a la casta y bravura de los toros y una corrida pierda el ingrediente principal que es el toro.
Los aficionados repetimos hasta la saciedad que SIN TORO NADA TIENE IMPORTANCIA, pero aquí aparece la resolución de la ecuación. El que pasa por taquilla asume el medio toro y engrandece todo lo que se le haga a este animal cercenado de sus virtudes y atributos principales.
Por eso y sin querer entrar en otras causas entendemos que la escasez de un toro bravo, acometedor, con movilidad es la causa principal de la actual situación.
¿CUANDO se produce esta eclosión de triunfalismo descafeinado?, sin duda cuando el toro se selecciona sin fuerza alguna, CUANDO en consecuencia de lo anterior se suprime prácticamente la suerte de varas. CUANDO los quites no existen. CUANDO toda la lidia de un toro se reduce al tercio de muleta. CUANDO el engaño de la pañosa traza líneas rectas y desplaza al animal fuera, alejado del matador. CUANDO el torero pisa terreno fácil con todas las ventajas y no se produce una escena única de compenetración entre toro y torero.
En este capítulo del CUANDO es inevitable no hablar de los ganaderos. Son los primeros y únicos responsables para que la crianza del toro bravo sea en plenitud y que el animal genere espectáculo y emoción los veinte minutos de su lidia.
Aunque existen excepciones podemos afirmar sin ningún género de dudas que la selección ganadera de casta, fuerza y bravura en la actualidad deja mucho que desear. Los ganaderos expresan en privado lo que en público no se atreven. Si crían el toro encastado no venden las camadas y el equilibrio económico lo están encontrando en el “toro para las calles”. Ese toro encastado es desechado por los taurinos.
Un ejemplo de esta situación lo tenemos en la ganadería del Conde de la Maza. Cualquier aficionado conoce la realidad de la desaparición de este hierro tan del gusto de los aficionados, que no de lo taurinos.
Busquemos el POR QUÉ. En este capítulo hay que acordarse de los poderes públicos. La maquinaria del poder público la engrasan los partidos políticos y algo que siempre fue una fiesta y un arte de siglos en España, a día de hoy son los políticos quienes siembran incertidumbre, negacionismo o simplemente un sí a la Fiesta pero con la boca chica y sin preocuparse de recuperar la excelencia del arte de torear.
Durante años el PSOE gobernó este país. Su política indeterminada de bandazos respecto de la tauromaquia producía situaciones tan hilarantes como que un ayuntamiento socialista prohibía toros en su municipio mientras otro ayuntamiento del mismo signo autorizaba festejos en su plaza.
En la actualidad el gobierno socialista, aunque no prohíbe la celebración de espectáculos taurinos, sus dirigentes en gran mayoría se pronuncian en contra. Tenemos un Ministerio de Cultura que hace todo cuanto puede para menospreciar y torpedear la Fiesta. Es una actitud contraria a los intereses y la afición de muchos millones de españoles. Podemos observar en muchas plazas como se canta a coro proclamas contra PSOE e insultos a su máximo dirigente.
Menos mal que el resto de agrupaciones políticas de izquierda no tienen poder ni votos para prohibir la tauromaquia, pero habrá que estar muy atentos, pues lo que ya consiguieron en Cataluña, Galicia, Canarias y algunas ciudades se puede ampliar si los taurinos y aficionados no se ponen a trabajar para blindar La Fiesta y recuperar casta, emoción y riesgo.
El otro partido con muchos votos en España es el PP. Los aficionados agradecemos que se posicionen a favor de la Fiesta. Lo que no agradecemos es que el PP se acomode en la tauromaquia cuya senda le trazan los taurinos. Se olvidan del aficionado y se olvidan también de recuperar la realidad de la Fiesta autentica. Los dirigentes “peperos” son responsables de supervisar y velar por la Fiesta en la mayoría de las autonomías. Estos dirigentes “peperos”, la mayoría analfabetos taurinos, se encuentran muy cómodos en las plazas con abundancia de clavel, colonia cara y saludos con sonrisa forzada, pero luego mantienen a presidentes de pañuelo fácil y no mueven un dedo para erradicar el afeitado y la manipulación del toro.
Son estos políticos de derechas quienes, ignoro si a sabiendas o no, los que llevan tiempo propiciando el triunfalismo y una tauromaquia donde falta el toro integro, la emoción y el riesgo, pero cada tarde aplauden salidas a hombros, concesión de máximos trofeos y de indultos indecorosos.
La Ventas no se parece en nada a aquella plaza cuyos triunfos eran realmente de valor. El palco de Madrid ha rebajado demasiado la dignidad y el rigor de siempre. Este año incluso Cenicientos ahora con un Ayuntamiento de derecha, santo y seña del toro con trapío encastado, la presencia del toro bajó muchos enteros. Los aficionados, especie a extinguir, nos concentramos en San Agustín de Guadalix en España y en Vic Fezensac y Ceret en Francia.
Ahora, para divertirnos con el triunfalismo tenemos el resto de plazas ibéricas donde nos venden en taquilla LA TAUROMAQUIA FOLCLÓRICA.
Diego Martínez González
Ex Delegado Gubernativo de la plaza de toros de Sevilla
Ex Pte. de la Unión Taurina de Abonados y Aficionados de Sevilla