El 16 de febrero del 2024, Alexéi Navalni moría en una cárcel en el Ártico a los 47 años. El entonces opositor y el mayor rival de Putin cumplía varias penas de más de treinta años de privación de libertad, una sentencia duramente criticada por la oposición, que lo calificó de “persecución política”. El popular Navalni había sido víctima de diversos reveses durante su vida política, siendo vetado de las elecciones presidenciales rusas en el 2018 tras ser acusado de malversación de fondos, por lo que nunca pudo llegar a enfrentarse a Putin en las urnas. 

Ya en el 2020, se desplomó cuando viajaba en un avión que volaba entre Tomsk y Moscú, obligado a aterrizar de emergencia y ser hospitalizado rápidamente. En ese episodio, los análisis practicados en Berlín -donde fue trasladado- revelaron que le habían envenenado en el hotel donde se hospedaba. Ahora, casi dos años después de su muerte, su viuda Yulia Naválnaya afirma que el fallecimiento en prisión se produjo por la misma causa, y que los resultados de dos laboratorios de dos países diferentes lo avalan. 

Mi marido era un símbolo de esperanza para nuestro país. Putin mató esa esperanza

Yulia Naválnaya 

“Mi marido, Alexéi Navalni fue envenenado. No son palabras vacías, tengo todas las razones para decirlo.”, comienza explicando Naválnaya, quien ha relatado la muerte de su marido a través de un comunicado publicado en X. “Fue trasladado más allá del círculo polar ártico dos años antes de su muerte, claramente a propósito (…) no solo querían matarlo, también romperle”. 

“Le atormentaron con hambre frío y aislamiento” afirma Naválnaya, quien prometió hacer todo lo posible para investigar la muerte de su marido. Según la viuda del difunto opositor, consiguieron conservar material biológico de Navalni para trasladarlo al extranjero, donde asegura que dos laboratorios situados en dos países diferentes, independientes uno del otro, han podido investigarlo. Navalnaya explica que los resultados confirman la teoría del asesinato por envenenamiento.

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Imagen de Yulia Naválnaya, en una entrevista coincidida para La Vanguardia 

Llibert Teixidó / Propias

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“Los estados occidentales no tienen base legal para iniciar procedimientos penales y no querrían que la incómoda verdad saliera a la luz en el momento menos oportuno, pero yo tengo motivos, no solo legales, sino también morales”, explica Naválnaya, quien pide a los laboratorios que hagan pública su investigación. “Mi marido era un símbolo de esperanza para nuestro país. Putin mató esa esperanza, merecemos saber cómo murió”, concluye el comunicado.

Por su parte, el portavoz ruso Dimitri Peskov ha afirmado que el Kremlin no tiene conocimiento de las afirmaciones de Naválnaya sobre el presunto envenenamiento de su marido en prisión.