Jon Ander Goitia

Miércoles, 17 de septiembre 2025, 20:14

| Actualizado 21:24h.

Si las pretemporadas son el carburante que pone de nuevo en marcha el motor de los equipos, el reencuentro con la afición es la mecha perfecta para provocar la combustión de cara a otra maratoniana temporada. Una explosión de ilusión y alegría a partes iguales que ayer se desbordó en General Álava durante el acto de firmas por parte de la plantilla azulgrana. La hinchada vitoriana se reencontró con jugadores como Howard y Sedekerskis. Y brindó una calurosa bienvenida a los nuevos miembros de la familia, como el técnico Paolo Galbiati o Matteo Spagnolo. El preludio de la emoción que envolverá el Buesa Arena a partir del día 30 con el estreno ante el Olympiacos.

Fiel a la cita, la parroquia baskonista acudió en masa a la tienda del club. Más de 600 personas esperando ver a sus ídolos. Una imagen para reflejarlo: la fila llegaba hasta la Virgen Blanca. La marea azulgrana tiñó por completo el centro de la ciudad. Otro ejemplo del delirio: los primeros llegaron a las 17.30, casi dos horas antes de que comenzase el acto. «Teníamos muchas ganas de verles. Lo siguiente será empujarles desde las gradas. Hace unos días vinimos para estar con los jugadores del Alavés y ahora, por los del Baskonia», comentaron Blanca Pérez y Urko García de Iturrospe, con sus hijos Aimar e Irati.

Su fanatismo tuvo premio. Howard les regaló una de sus zapatillas firmadas. La pequeña Irati no cabía en sí. Tenía las ‘armas’ azules de su ídolo en sus manos. Sólo se atrevió a lanzar un tímido «gracias». Sus ojos hablaban por ella. No se despegaba de ese preciado tesoro de un valor incalculable y que era casi tan grande como su brazo. Para entender su asombro hay que rebobinar dos horas. «Venimos para estar con todos los jugadores, pero sobre todo con Howard. Tenemos tres camisetas suyas, una nos la regaló en un entrenamiento a puerta abierta». Ahora su admiración crece tanto que no la baja a tierra ni Celedón.

«Hola, Tadas. ¿Me puedes firmar la cartulina?», pedía el pequeño Gorka Uribe. El baskonismo desenfundó ayer su ‘abono’ de aficionado, esas tarjetas que Aker se encargó de repartir para que los jugadores plasmasen sus ‘sellos’. El recuerdo del comienzo de una temporada que, anhelan, será «muy grande». «Tengo muchas esperanzas puestas en este año. Veo una plantilla competitiva y después de estos últimos años ya nos toca volver a dar un golpe en la mesa», anhelaba Esther Herrero. La suerte, además, estará de cara. La gente se abalanzó sobre la mascota azulgrana en busca de la buena fortuna.

«Ey, torito»

Aker fue el encargado de calentar a las masas hasta del autobús en el que llegaron los jugadores. Aunque antes de entrar a la tienda, la plantilla acudió al seto de la Virgen Blanca donde se hicieron una foto de familia: el objetivo de las cámaras y el epicentro de las conversaciones más naturales. Paolo Galbiati fue el más bromista. Le tocó situarse en el centro, una decisión que él razonó con sorna. «Claro, porque soy el más bajito». No fue su única broma. Al ver a Aker, el entrenador le confundió con otra especie. «Ey, torito». Se le perdona, por su entusiasmo por empaparse del baskonismo seguro que pronto cogerá el tambor y celebrará los triunfos en el centro del Buesa.

El míster acaparó los focos en el camino a la tienda. Para muchos era ya uno más de la familia. Pero dentro del local el protagonismo se repartió a partes iguales. Los jugadores tuvieron que calentar bien las muñecas para no lesionarse con tanta firma: camisetas, tarjetas, carcasas de móviles… Nadie quiso dejar pasar la oportunidad de llevarse el regalo más esperado. «Mañana (por hoy) iré a clase con la camiseta del Baskonia y enseñaré a mis amigos las firmas de los jugadores», comentaba Peru Ormazabal. Un acicate para una afición que ya toma posiciones para afrontar una temporada que augura «ilusionante».

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