Crítica de Angelo en el bosque misterioso, la película de animación francesa dirigida por Alexis Ducord y Vincent Paronnaud en base al cómic de este último. Estreno el 19 de septiembre.
A pesar de la vuelta al cole, las familias seguirán con el ojo puesto en la cartelera en busca de películas aptas para todos los públicos e incluso con mensajes especialmente indicados para los más pequeños de la casa. Hemos tenido un buen verano de animación, pero la industria no se detiene y ahora le toca el turno a la producción francesa Angelo en el bosque misterioso.
De primeras, se nota que estamos ante una obra audiovisual europea quizás con menos presupuesto para conseguir una animación muy depurada pero que, desde luego, sabe jugar muy bien sus cartas para aportar frescura y originalidad al género.
Y eso es en gran medida gracias al material de origen: el cómic de Vincent Paronnaud, que bebe de muchas influencias parodiando las películas de míticos exploradores cuando tiene que expresar cómo es la imaginación del protagonista.
La mezcla de estilos de animación y los guiños al diseño de algunos personajes archiconocidos de los inicios de la industria animada (esos ojos, esas manos enguantadas y cuerpos laxos), así como de los inicios del CGI, hacen que la película sea un carrusel de referencias visuales muy rico y tremendamente ecléctico. No hay dos personajes que se parezcan entre sí.
Lo que sí se mantiene es su expresividad: ya sean pequeñitos como las hormigas rojas o gigantescos y mudos como el espíritu del bosque, se comprende muy bien cuál es su función en la trama y qué quieren expresar en cada momento. ¿Y cómo se han construido? Con el software de 3D de Unreal Engine.
Un viaje luminoso hacia la madurez
Angelo es un niño cuya vida transcurre a dos velocidades: por una parte está lo que sucede a su alrededor y por otra está su desbordante imaginación desde la cual se ve a sí mismo como un héroe en busca de aventuras.
La vida de su familia da un vuelco cuando su madre recibe una llamada: su querida abuela, la que le da abrazos esponjosos y caramelos cada vez que tiene ocasión, está muy enferma y su vida peligra. De este modo sus padres, su hermano mayor, su hermana pequeña y él se meten en el vehículo familiar para ir a verla y despedirse de ella.
Como no podía ser de otra manera, el trayecto es bastante accidentado: los hermanos pelean en la parte de atrás del coche hasta que su padre se harta y pide un descanso. Pero, al retomar el coche, Angelo se queda rezagado sin que ninguno se de cuenta.
Espoleado por la curiosidad y por las ganas de ver a su abuela, Angelo decide atravesar el bosque haciendo frente a toda clase de peligros incluyendo la presencia de Mega, un individuo empeñado en destruir la naturaleza con la ayuda de máquinas monstruosas con las que tala árboles y prende fuego a la vegetación.
Su finalidad última es encontrar las cascadas de la vida que cree que le conferirán el don de la vida eterna.
Entre las virtudes más destacables de Angelo en el bosque misterioso está la de proponer un viaje iniciático para el joven Angelo, que se enfrenta por primera vez a la posibilidad de perder a un ser querido a lo que hay que añadir su soledad impuesta: no tendrá más remedio que pasar a la acción haciendo colisionar la realidad con su imaginación y de paso afrontar grandes desilusiones y problemas.
La trama es completamente dialéctica: el villano encarna todo lo que está mal en nuestra sociedad: el ego excesivo, la megalomanía, el daño que se le hace al medio ambiente por la ambición desbocada, la maquinaria que destroza la naturaleza… incluso los secuaces que siguen órdenes sin dudar. Hay toda una llamada a la unión y la rebelión en pro de un mundo mejor.
Estas ideas, profundamente políticas si se piensan a fondo, laten con fuerza en una película que denuncia los excesos del ultraliberalismo, desplegadas entre ingentes dosis de encanto visual y humor a veces de lo más absurdo, pero que tienen todo el sentido en un mundo en el que los eslóganes van por un lado y las acciones reales por otro.
Angelo en el bosque misterioso intenta atrapar también la atención de los adultos, a los que no descuida a pesar de dirigirse preeminentemente a chicos de entre 6 y 14 años. Aquí hay espacio para todos gracias a la forma y al fondo de la historia.
VALORACIÓN: Historia imaginativa aunque algo ecléctica con todos los ingredientes para atraer con facilidad al público infantil: imágenes coloridas, aventuras con trasfondo ecologista y mensajes bienintencionados.LO MEJOR: El espíritu del bosque es, de largo, el personaje más entrañable de una película repleta de giros imaginativos.LO PEOR: El villano Mega sobra, aunque personifique todos los males derivados de la mala gestión de la naturaleza de los seres humanos.