Quienes llegan a los 60 encuentran en las caminatas una opción sencilla y efectiva para mejorar su bienestar. Pero los expertos insisten en que no basta con andar: hay otro tipo de ejercicio que puede ser decisivo para el futuro de músculos y huesos.
Caminar, una base sólida para la salud © Unsplash – Centre for Ageing Better.
La caminata, cuando se hace de manera consciente y con una técnica adecuada, es mucho más que un simple paseo. Los especialistas recuerdan que se trata de un ejercicio aeróbico completo: brazos balanceándose suavemente, mirada hacia el frente, espalda recta y pasos firmes. Esa postura correcta convierte el acto cotidiano en una rutina capaz de transformar la calidad de vida.
Los beneficios son múltiples. Caminar con regularidad ayuda a mejorar la flexibilidad de las piernas, aumenta la resistencia a la fatiga y favorece la quema de calorías. También actúa como un escudo frente a la diabetes, protege las articulaciones afectadas por artrosis y fortalece los huesos, reduciendo el riesgo de osteoporosis. A nivel emocional, libera tensiones y combate el estrés, al tiempo que contribuye a un sueño más reparador y a un tránsito intestinal más regular.
El ejercicio que marca la diferencia después de los 60 © Unsplash – Getty.
Aunque caminar es un punto de partida excelente, los expertos advierten que, con el envejecimiento, los músculos y los huesos sufren una degradación natural que el movimiento aeróbico no siempre logra frenar. Aquí es donde entra en juego una disciplina menos intuitiva: el entrenamiento de fuerza.
Investigaciones recientes, como la de la Universidad de Copenhague publicada en American Journal of Physiology, señalan que levantar pesas o trabajar con resistencia no solo fortalece músculos y huesos, sino que también protege la conexión entre nervios y músculos, manteniendo activas las neuronas motoras de la médula espinal. Este hallazgo abre un nuevo horizonte en la prevención de la fragilidad y la pérdida de movilidad, dos de los mayores retos a partir de la sexta década de vida.
“Hasta ahora no se había demostrado que el entrenamiento con pesas pudiera reforzar la comunicación entre las neuronas motoras y los músculos. Nuestro estudio sugiere que este es efectivamente el caso”, explicaba Casper Søndenbroe, uno de los autores de la investigación.
Una combinación para envejecer con fuerza
Los especialistas coinciden en que la fórmula ideal para mantenerse activo y autónomo después de los 60 combina caminatas regulares con sesiones de fuerza adaptadas a cada persona. El primero cuida el sistema cardiovascular y la resistencia, el segundo preserva la masa muscular y la estabilidad ósea.
En definitiva, caminar abre el camino hacia una vida más saludable, pero el entrenamiento de fuerza es el verdadero aliado silencioso para prolongar la vitalidad y la independencia en la edad madura.