Desde las primeras páginas, Tuvalu, de Hans Geilinger, es una obra que respira la mejor tradición de la literatura de viajes marítimos. El autor, navegante suizo con largas estancias en altamar, narra una travesía a vela por el Pacífico que lo conduce hasta el remoto archipiélago de Tuvalu, uno de los Estados más expuestos a la subida del nivel del mar. El relato alterna la experiencia íntima de la navegación con una curiosa mirada a las comunidades de la isla ue conservan una forma de vida en estrecha relación con la naturaleza.

El prólogo firmado por David Ruiz sitúa al lector en el espíritu que guía la obra: la irresistible atracción que sienten muchos navegantes por el océano, que les permite desconectar de un mundo hiperconectado y devolverles a su esencia más pura. Ruiz subraya que solo unos pocos convierten ese anhelo en prioridad vital y se lanzan a dar la vuelta al mundo a vela, como hicieron Hans e Imma, compañeros de este proyecto. Tuvalu se despliega como una historia de aventuras que reafirma que, incluso en pleno siglo XXI, todavía existen lugares vírgenes, islas de una belleza que sigue intacta pobladas por gente muy hospitalarias, donde es inevitable repensar qué entendemos realmente por progreso.

La prosa de Geilinger se distingue por su sobriedad y precisión, cualidades que permiten al relato ir más allá la crónica marinera pura y dura. El libro incorpora un discurso cada vez más necesario sobre la fragilidad de los territorios insulares frente al cambio climático. La cuidadosa edición de Elba refuerza ese enfoque, convirtiendo Tuvalu en una obra de referencia tanto para navegantes como para lectores interesados en la cultura oceánica y en la urgencia medioambiental que se cierne sobre el Pacífico.

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